Le llamaban "La muerte", "El Barbas" o "El botas blancas", pero sobre todo era "El jefe de jefes". Arturo Beltrán Leyva, exlíder del Cártel de Sinaloa, fue abatido un miércoles 16 de diciembre de 2009 durante un enfrentamiento con la Marina mexicana en una zona de lujo en el municipio de Cuernavaca, Morelos.
La urbanización no era cualquier cosa. El pomposo conjunto residencial Altitude, en el fraccionamiento Punta Vista Hermosa, donde residía el capo, contaba con una excepcional vista al hábitat, alberca y un acogedor lugar donde descansar.
Sin embargo, aquel diciembre las paredes acicaladas, muebles de piel y piso de mármol que adornaban la guarida de Beltrá Leyva, quedaron cubiertas por la sangra derramada del narco, quien no tuvo opción ante el amplio despliegue de un centenar de solados y helicópteros que irrumpieron en su inmueble.
Los sicarios de Beltrán Leyva recibieron a los militares con ráfagas de ametralladora y lanzamiento de granadas, pero los soldados tampoco se anduvieron con miramientos. Mataron sin contemplaciones al capo y a tres de sus gatilleros, provocando, según la versión oficial, el suicidio de un cuarto.
Ahora, "El Jefe de Jefes", sólo sería una de las canciones más celebradas de "Los Tigres del Norte".
Lote 24, una joya del narco
(Video: Exclusiva TelediarioMX)
El departamento en el que hace 10 años fue abatido Arturo Beltrán Leyva, alias "El Barbas", será subastado el próximo 23 de junio por el gobierno mexicano como parte de su estrategia para recaudar dinero para las personas de bajos recursos de Guerrero.
El lujoso lote ubicado en el fraccionamiento Altitude Punta Vista Hermosa, colonia Vicente Guerrero, en Cuernavaca, Morelos, cuenta con una superficie de terreno de 156 metros cuadrados y su valor de salida será de 3.5 millones de pesos.
Tres albercas tipo resort, un par de toboganes, dos canchas de paddle tenis, un área de masajes, zona infantil, gimnasio y un snack bar conforman la narco residencia.
En fotografías expuestas por la prensa mexicana se puede observar cómo el enfrentamiento entre los narcos y los marinos llenó de marcas de balas las paredes. Según el gobierno mexicano, el lugar fue remozado para su venta.
Los vecinos de la residencia del capo se han declarado víctimas civiles, pues desde ese día muchas familias viven presas del susto.
Se aterraron al escuchar los balazos y el escándalo proveniente del edificio Elbus, donde los marinos tumbaron puertas y concentraron a la gente en el gimnasio.