Hermila Galindo ha pasado a la historia por ser una mujer emprendedora que destacó en varias ramas como la política, donde tuvo un papel sobresaliente en un momento histórico en el que las mujeres no estaban presentes en los cambios sociales.
Aunque estaba predestinada a estudiar Química en Estados Unidos, la muerte de su padre truncó ese proyecto de vida y se vio obligada a empezar a trabajar para salir adelante. Por casualidad, se topó con la política, y se quedó para siempre siendo pionera en la lucha de los derechos de las mujeres en México.
Hermila Galindo Acosta, mejor conocida como Hermila Galindo de Topete, nació el 2 de junio de 1886 en Villa Juárez, en el municipio de Lerdo, Durango. Su madre, Hermila, murió a los tres días de traerla al mundo, por lo que fue criada por su tía, Ángela Galindo, y por su padre, Rosario Galindo.
La participación de Hermila en la política comenzó por casualidad cuando todavía era estudiante. Ahí, recorrió el camino político de muchos revolucionarios: fue reyista, maderista y constitucionalista.
En 1909, el abogado Francisco Martínez Ortiz, realizó un discurso en contra de Porfirio Díaz y a favor de Benito Juárez, el cual Hermila transcribió para aprender mecanografía. Cuando el alcalde de Torreón se enteró del discurso, exigió que se entregaran todas las copias, pero la mujer conservó la suya.
Ese mismo año, durante una celebración en honor a Benito Juárez, el hijo de éste se enteró que todavía había una reproducción del discurso y pudo realizar suficientes copias para distribuirlas y contribuir la atmósfera política cada vez más hostil hacia la dictadura de Díaz.
Con apenas 15 años, Hermila se mudó a la Ciudad de México, donde formó parte del Club Liberal Abraham González para encauzar su sensibilidad hacia los problemas políticos y sociales.
La lucha revolucionaria de Hermila Galindo
En 1914, México era un país sumido en el caos por la guerra civil. Después de la renuncia del mandatario Huerta, Venustiano Carranza celebró el triunfo de su causa constitucionalista, y en nombre del Club Liberal Abraham González, Hermila Galindo pronunció un discurso en su honor, en el que lo comparó con Benito Juárez. Su oratoria impresionó al entonces presidente y le pidió que se convirtiera en su secretaria. Ella aceptó.
En el proceso, la mujer viajó por todo México durante los siguientes años, organizando clubes revolucionarios en pueblos y aldeas para difundir el mensaje de la ideología constitucionalista de Carranza, quien hacía hincapié en defender la soberanía nacional.
Pese a que su tarea era la propaganda de las fuerzas constitucionalistas, Hermila nunca descuidó la vertiente feminista. Convencida de las graves desigualdades denunció que las esposas no tenían ningún derecho en su hogar, por lo que en 1915 fundó, junto a otras feministas, la revista La Mujer Moderna, cuya duración fue breve.
Siempre negándose a reconocer su derrota, su franqueza y determinación, indignaron a la mayoría de los hombres mexicanos y también a la mayoría de las mujeres conservadoras. Pero su inteligencia y coraje también impresionaron a una minoría de líderes revolucionarios.
Entre los políticos con los que pudo contar se encontraban Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto.
Al primer congreso feminista celebrado en Mérida, Yucatán, en enero de 1916, Hermila no asistió, pero envió un documento para ser leído en la asamblea. El escrito resultó ser una bomba al declarar que la Iglesia era un obstáculo para el logro de los objetivos feministas en México. Además, en otras partes, pedía el voto de las mujeres, la legalización del divorcio y el fin del machismo.
Hermila continúo trabajando en su cometido y en 1917 promulgó la nueva Ley de Relaciones Familiares en 1917. En este año, la mujer se presentó como candidata a diputada del quinto distrito electoral de la Ciudad de México. Aunque de manera sorpresiva resultó elegida, la Cámara de Diputados le negó la victoria debido a su género.
La sangrienta desaparición del régimen de Carranza marcó el final de la primer fase del feminismo en México, pero Hermila continuó escribiendo y publicando textos en los que reclamaba los derechos de la mujer.
Pese a que durante mucho años se retiró de la política, en 1952 se convirtió en la primera mujer congresista federal de México y en 1953 se realizó su sueño cuando el Congreso y el gobierno de Adolfo Ruiz Cortinez aprobaron la reforma del artículo 34 de la Constitución sobre el derecho a votar.
Hermila Galindo de Topete murió en la Ciudad de México el 19 de agosto de 1954. En el recuerdo, siempre quedará la labor de ésta mexicana.