El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) tiene un poder incalculable, se registró que tienen presencia en 28 de las 32 entidades federativas del país y la DEA señala que se han expandido internacionalmente, pero para ello reclutan a personal, incluso en contra de su voluntad.
En entrevista para la cadena de televisión Telemundo un hombre denominado "Francisco" relató cómo fue engañado en 2018 para trabajar supuestamente como guardia de seguridad en Villahermosa, Tabasco, sin embargo esta fue una mentira y en realidad fue reclutado para el CJNG como sicario.
Para ello tenía aprender en la "escuela del terror" como él llama al cruel entrenamiento donde el objetivo era deshumanizarlo, lo enseñaron a matar, destazar y hasta comer carne humana, la única forma de salir era muerto.
Tres meses más tarde ya habría aprendido mucho más: a manejar armas cortas y largas, a tender emboscadas, a respetar las reglas, a no ser chismoso y también a matar. "Ves cómo matan a la gente, pruebas la carne humana, vives el terror", asegura.
Su testimonio coincide con las tácticas descritas por ex agentes de seguridad mexicanos y estadounidenses consultados. Cuenta que tuvo que soportar pruebas de resistencia física, psicológica y superar pruebas de lealtad.
Tiene 34 años, un hijo y antes trabajaba en una fábrica de galletas.
El terror comenzó en abril de 2018, por casualidad. En un bar de un estado del sur de México, un desconocido se le acercó, le dijo que se había quedado sin dinero y le pidió el favor llevarlo en su auto. Francisco lo llevó en su carro y al llegar al destino, el desconocido sacó dinero de un cajero y le pidió su número de celular: "Te voy a marcar, me caíste bien".
Francisco no sabía aún quién era este desconocido. Después sabría que era uno de los hijos de Nemesio Oseguera, alias "el Mencho". Al poco tiempo, tal y como prometió, le contactó. Quería ofrecerle un empleo como guardia privado de seguridad en Villahermosa, estado de Tabasco. Serían 3,500 pesos por semana más viáticos y gastos. Todo pagado, incluso las cuatro semanas de entrenamiento. Francisco aceptó. Le pidieron el acta de nacimiento y un número de cuenta para recibir el salario.
Al día siguiente, le citaron en una estación de autobuses. "Yo veía que llegaba mucha gente. Éramos 19 hombres de edades entre los veinte y los treinta y tantos años. Había albañiles, carpinteros, mecánicos, guardias de seguridad de antros, licenciados, contadores…"
Les trasladaron a la Ciudad de México, les alojaron en un hotel con spa. A las seis de la tarde, la persona que dirigía la expedición dijo: "¡Vámonos!" Partieron rumbo a Puerto Vallarta, Jalisco y en dos ocasiones les preguntaron si querían continuar: "Para quien se suba al autobús, ya no hay vuelta atrás". Los más jóvenes dijeron: "Yo sí voy. Yo quiero trabajar" Y los demás les siguieron. Al llegar al destino, los metieron en una casa. Otro hombre se les acercó:
-Bueno, van ustedes a un adiestramiento en la sierra de Guadalajara para ser guardias de seguridad, ¿verdad?
-Sí -asintieron todos-.
–Pues no van para guardia. Van a trabajar para el Cartel Jalisco Nueva Generación.
-Pero es que a mí no me dijeron esto -protestó uno de ellos-.
-Si te quieres ir, anda, vete -y cortó cartucho con la pistola- Aquí la única forma de que te vayas es con las patas por delante. El que se quiera ir detrás de él, que lo diga ahorita. No estamos para jugar.
"Entonces ahí entendí y entendimos todos que estábamos metidos en un gran problema. No sabes lo que va a venir, pero te tienes que quedar callado y muy serio porque podrían tomar a mal cualquier gesto", recuerda Francisco.
Por su cabeza pasaron años de vídeos de descuartizados, balaceras, cabezas cortadas y todo tipo de violencia atribuida al cártel. "Pensé mucho en mi hijo". Y decidió quedarse.