Por Diana Zavala
Miles de personas han entrado a "La ópera", antes cantina, ahora restaurante-bar, con el mismo objetivo: mirar un pequeño agujero en el techo de un centímetro de diámetro y fotografiarlo.
El huequito podría pasar inadvertido en cualquier otro sitio, pero en este lugar se ha vuelto motivo de asombro y visita de mexicanos y extranjeros.
Aquél pequeño punto en el techo del local fue provocado por una bala que disparó Pancho Villa, según narran periódicos de la época como El Nacional.
Era una tarde normal de 1914, en la que los líderes revolucionarios se paseaban por el Centro Histórico de la ahora Ciudad de México. Pancho Villa, montado en su caballo, decidió hacer una visita a "La Ópera". Cantina favorita de grandes personajes de su tiempo.
"Él entró con su gente, quería hablar pero adentro se estaban peleando y soltó el tiro al techo para llamar su atención", dijo Moisés Escudero, gerente del lugar, en entrevista con Infobae México.
Y pareciera como si aquél balazo hubiera congelado el tiempo en "La Ópera". El inmueble aún tiene la decoración afrancesada que caracterizaba a los lugares de convivencia de la época en la que se creó: 1876.
Es uno de los pocos sitios en el centro histórico que aún tiene paredes de madera, sillones de terciopelo rojo y muebles con tallados a detalle. Incluso, la barra de nogal en la que se sirven los tragos, es la original. Fue traída directamente de Nueva Orleans y diseñada especialmente para el lugar.
Visitantes de lujo
Su historia, decoración y platillos han convertido a La Ópera en el lugar favorito de artistas y políticos. "Yo estuve cuando vino Vicente Fox en campaña y ya como presidente. Sólo se apartaron unas mesas en las que iba a estar él y su equipo", comentó Escudero.
Recalcando que otras de las magias del lugar es que no hay división entre clases sociales ni relevancia en los personajes. Es decir, cuando una persona conocida decide visitar el lugar, no se cierra exclusivamente para ella. Si hace reserva, se guardan sus mesas, pero conviven con el resto de personas.
"Hay quienes entran con su morralito, hasta políticos mexicanos importantes y gente de renombre como Botero o Gabriel García Márquez", dijo Escudero.
Fue justamente el pintor colombiano, famoso por sus retratos de personajes "gorditos", quien ha visitado con mayor frecuencia a "La Ópera". En el 2012 el Palacio de Bellas Artes fue la sede de una exposición con sus obras. Todos los días que permaneció en México previo a la inauguración, comió en el lugar.
"Él solo vino personalmente a reservar una mesa de 15 personas para celebrar su cumpleaños. No pidió ningún trato especial. Es una persona muy sencilla", explicó el gerente del ahora restaurante-bar.
Tampoco Gabriel García Márquez buscó protagonismo en su visita. Después de una comida casual, los meseros del restaurante se acercaron para pedirle un autógrafo al escritor. "Él no quiso dárselos. Días después regresó al lugar con libros firmados para todos. Él dijo que era mejor darles eso, que sólo su firma en una servilleta", comentó el gerente de La Ópera.
Otros de los personajes que también asistieron por tragos a la cantina, fueron Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Carlos Fuentes y Fernando Benítez.
También se han grabado en su interior películas como "Lost and Found" con Omar Chaparro y Jaime Camil.
Cantina del arte
Cuando la cantina fue fundada se encontraba junto a la Torre Latinoamericana. El nombre "La ópera", peculiar para un lugar en donde sólo se servían tragos acompañados de botana, surgió porque cerca de ella estaba el Teatro de la Ciudad.
Allí permaneció hasta inicios de 1900, cuando se cambió del lugar a la calle 5 de mayo en el Centro Histórico, lugar en el que se encuentra en la actualidad.
Llegó a ocupar el sitio de una pastelería-confitería que era administrada por dos hermanas francesas. En su nueva ubicación decidieron convertirlo en bar, y se adecuó una zona para que mujeres pudieran ingresar.
Años más tarde, después del balazo de Pancho Villa, cuando aumentó la popularidad de La Ópera, la cantina cambió en su totalidad para convertirse también en restaurante. De esta manera familias completas con niños podrían ingresar al sitio, narró Moisés Escudero.
Desde entonces el lugar ha intentado mantener el ambiente que se vivía el siglo pasado. "Se tiene un trío de cuerdas los viernes y sábados y también en la noche trío bohemio que se trata un poco de seguir con la tradición", dijo Escudero.
Por ahora no hay planes para realizar algún cambio al lugar. Aunque el gerente cuenta que mantener el mobiliario es muy costoso, se reúnan a abandonar el factor tradicional que los ha tenido vigentes por más de 100 años.