Jorge explica el proceso para convertir el sargazo en calzado deportivo
Mientras en el estado de Quintana Roo autoridades de los distintos niveles debaten aún las posibles soluciones para enfrentar la invasión de sargazo en las playas, un grupo de emprendedores mexicanos dejó de solo preocuparse y se empezó a ocupar encontrando un nuevo uso para esta macro alga.
Originario de Guanajuato y de una generación de empresarios dedicados al zapato, Jorge Castro desarrolló desde pequeño la inquietud por los negocios y por el medio ambiente.
A los 6 años "ya vendía dibujos en la escuela para comprarme mis papitas", a los 8 años ya tenía una cosa en la mente: sustituir el olor a solvente de pegamento que se usaba en las fábricas de zapatos para pegar las suelas y más tarde, ya entrando a la adolescencia, empezó a desarrollar una conciencia ecológica que lo llevó a buscar opciones para enfrentar el problema de la contaminación de los mares.
Sabía que en Holanda desde los años setenta ya se había desarrollado prototipos de calzado biodegradable, pero México, y en general en América, parecían haberse quedado atrás en ese rubro.
Hace 5 años, junto con Mario y Benjamín López, fundó la empresa Renovare, justamente con la filosofía de llevar la preocupación por el medio ambiente y los negocios.
Así, intentó conjuntar también la tradición familia con su conciencia ecológica haciendo intentos por crear un calzado ecológico con corteza de árbol, papel plastificado que se puede reciclar, papel periódico, polipropileno… "fueron cinco años de prueba y error que nos volvimos locos porque no vendíamos nada", dijo a Infobae México.
Después de distintos intentos fallidos y de haber desarrollado un proyecto para reciclar las botellas de plástico y usarlas como componente para la suela de zapatos, un día, mientras estaba en casa una tía quien le había dado alojamiento para que asistiera unos días a un proyecto relacionado con incubadoras de negocios.
Esa tía le comentó un día sobre el problema del sargazo en Cancún, recordó que una amiga suya vivía en Quintana Roo y pidió que le enviara unas muestras de sargazo para estudiarlo y ver qué podía hacer.
Con el sargazo, su empresa, Renovare, creó un polímero para poderlos inyectar en la suela de zapatos hecha con las botellas de plástico y así, logró crear una suela estaba hecha de 100 gramos de sargazo (20% del total del contenido) y cinco botellas de Pet.
A la par, junto con sus socios, desarrolló una tela similar a la de productos como los de Nike o Reebok y así "logramos el primer calzado ecológico hecho con sargazo".
"Donde unos ven un desecho nosotros vemos una oportunidad", agregó, ya que por cada tonelada de sargazo, pueden fabricarse 10,000 pares de tenis.
El sargazo se los envían desde Quintana Roo, y aunque hasta ahora lo han obtenido de manera gratuito, Jorge hace la observación de que cuando llega a la empresa tiene que hacerse una ardua labor de limpieza por la gran cantidad de basura con la que llega, entre ella micro partículas de plástico.
Jorge ya cumplió dos de sus metas: quitar el olor de pegamento, que ahora se sustituye por una base de agua y crear este calzado ecológico, y aunque todavía no lo vende a gran escala, augura que tendrá éxito ya que puede reciclarse entre cuatro y cinco veces.
A través de la fundación, que lleva el nombre de la empresa, por cada par que se vende donan un par de zapatos a niños de bajos recursos, apoyan las labores para apoyar la lucha contra el cáncer y próximamente también ayudarán a la limpieza de los mares.
La próxima meta es aumentar tanto el contenido de sargazo como el de plástico en sus zapatos.