Claudia Mijangos fue liberada este miércoles del penal de Tepepan, al sur de la Ciudad de México, luego de que las autoridades la consideraran "una criminal rehabilitada, capaz de reintegrarse de forma favorable en el entorno social".
"La Hiena de Querétaro" fue puesta en libertad tras haber estado presa 28 años por el asesinato de sus tres hijos, a quienes mató a puñaladas en 1989.
José Antonio Ortega Cerbón, el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), informó que de acuerdo con los estudios hechos a la ex reclusa, ésta tendrá que permanecer bajo tratamiento médico debido a su deteriorado estado de salud mental.
"Sería un poco riesgoso dejarla libre completamente, tiene que estar vigilada aunque ya terminó su condena", explicó. Aunque jurídicamente Claudia Mijangos recuperará sus bienes, estará al cuidado de un tutor o representante.
La mujer fue puesta en libertad entorno de las 15:00 horas; al exterior del penal la esperaban sus familiares, quienes llegaron a bordo de una camioneta Mazda CX7.
De acuerdo con medios locales, la mujer pudo salir libre gracias a que este miércoles por la mañana, su sobrina acudió ante las autoridades para firmar como responsable del cuidado de Mijangos.
"La Hiena de Querétaro"
Claudia tenía 33 años cuando asesinó a sus hijos la noche del 23 de abril de 1989. Los niños, de 11, 9 y 6 años respectivamente, murieron a manos de su madre, quien los asesinó luego de que unas voces en su cabeza le dijeran que sus niños eran demonios que le impedían estar con el hombre que amaba, un sacerdote llamado Ramón.
Antes de asesinarlos, Mijangos llamó a su amiga Verónica Vázquez para decirle que escuchaba y veía cosas: ángeles y demonios que le habían advertido que Mazatlán se "había caído" y que "todo Querétaro era un espíritu".
Vázquez le dijo que se tranquilizara, que todo estaba bien y que al otro día por la mañana iría a visitarla. Jamás se imaginó lo que presenciaría al día siguiente.
Al llegar al domicilio de su amiga y caminar por la casa se encontró con el cuerpo de Alfredito, el hijo menor de Mijangos, quien quedó a la mitad de las escaleras con un charco de sangre alrededor.
En las paredes había huellas de manos y en el piso charcos de sangre. Al ver la horrible escena, Vilchis llamó a la policía y al padre de los niños, Alfredo Castaños.
Cuando la policía llegó al domicilio, encontraron a María Belén, una de las hijas, apuñalada. A su lado estaba su madre profundamente dormida y con la ropa llena de sangre.
Los policías la despertaron y la enviaron al hospital por el estado de shock que presentaba. Posteriormente, los agentes ministeriales la interrogaron, pero ella no recordaba nada.
Según las indagatorias, Mijangos deliraba diciendo que sus hijos dormían y ella debía preparar el desayuno, y luego le llegaba la angustia por tener que ir por ellos al colegio.
Las investigaciones determinaron que Claudia Mijangos estaba en un episodio psicótico cuando asesinó a los menores, por lo que el 19 de septiembre del 1991 fue recluida en el anexo psiquiátrico del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan, al sur de la Ciudad de México.