En México, el transporte y los sectores energético y agropecuario (generación de alimentos) son los que más contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero. De los problemas ambientales que sufre el planeta, la mayor alarma está puesta en estas emisiones, pues la contaminación atmosférica genera los cambios más drásticos en el sistema de la Tierra, al provocar el calentamiento global.
Rafael Olea, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, indicó que según cifras del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC, 2018), al transporte corresponde 25 por ciento de las emisiones; al sector energético el 24; y al agropecuario el 17 (tan solo a la producción ganadera toca 10.3 por ciento). Les siguen la industria manufacturera y de la construcción, entre otras.
En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra, que se celebra este 22 de abril, el académico añadió que los cambios producidos en el planeta son de tal magnitud, que a la era iniciada con la Revolución Industrial (caracterizada por el consumo desmedido de combustibles fósiles) se ha propuesto llamarla Antropoceno.
Antes de ese periodo, el impacto humano en el ambiente era poco, y la naturaleza se hacía cargo de equilibrarlo; ahora ya no tiene la capacidad de amortiguarlo, y a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial se ha salido de control, alertó el experto.
La Organización de las Naciones Unidas ha establecido esta celebración para recordar que el planeta y sus ecosistemas nos dan vida y sustento. Con este día se asume la responsabilidad de fomentar una armonía con la naturaleza y se brinda la oportunidad de hacer conciencia acerca de los problemas que afectan a las diferentes formas de vida.
Rafael Olea recalcó que a partir de los avances médicos ha aumentado la esperanza de vida, y varias generaciones habitan el planeta al mismo tiempo. "Hoy somos más de siete mil millones. El crecimiento poblacional ha sido vertiginoso desde mediados del siglo pasado".
Ninguno de los problemas ambientales se generaría si no hubiera sobrepoblación, consideró el universitario. "Imaginemos que en un departamento para dos personas metemos a 14, lo mismo ocurre con nuestro mundo; a eso hay que sumar que todos los países quieren tener crecimiento económico, pero nuestra casa ya no da para más".
Ejemplo claro es el sector agropecuario, pues la producción de alimentos contamina por sus grandes volúmenes; además, el ámbito rural está altamente ligado a la pobreza.
Esta industria contamina aire, suelo y agua, porque sus desechos no se colocan en el lugar y forma correctos, donde la naturaleza los pueda incluir en círculos virtuosos de aprovechamiento. "Si los vinculamos bien, el suelo tendrá nutrientes para producir buenas plantas, y éstas a su vez darán nutrientes para los animales. Lo que no se convierte en carne, leche o huevo, regresará en forma de estiércol para mejorar el suelo e iniciar el ciclo otra vez".
Es una necesidad que la producción agropecuaria sea más cercana a los ciclos naturales; es uno de los grandes retos de este siglo, resaltó Olea.
La producción intensiva de bovinos, por ejemplo, afecta en especial al aire y al suelo. Hay que considerar que junto con el crecimiento poblacional ha aumentado el consumo de carne; "comemos más de lo que deberíamos".
Respecto a los alimentos, en lo que más gastamos los mexicanos es en pan y carne. Se sabe que conforme la economía mejora, se incrementa el gasto en comida, en especial la de origen animal. "Dedicamos poco a comprar frutas y verduras".
Consumimos más carne de pollo, y su producción, junto con la de huevo, genera menos emisiones de gases de efecto invernadero que la de res. En el país, la producción nacional de aves es de aproximadamente tres millones de toneladas; de bovinos, 1.8 millones, y cerdos 1.3 millones.
Además, el ganado bovino produce metano; pero no es el único gas de efecto invernadero (GEI) que origina la producción de alimentos; los óxidos nitrosos también son importantes.
Los GEI están ligados a los alimentos y son conocidos por la naturaleza, pero hay otros, como los hidrofluoroclorocarbonos (HCFC), que han sido creados por el humano; la naturaleza no sabe cómo deshacerse de ellos y unos pueden ser más dañinos que otros: el metano contamina 25 veces más que el bióxido de carbono; el óxido nitroso lo hace 265 veces más; y los HCFC, desde 850 y hasta las 15 mil veces más, dependiendo de su composición química.
"Debemos mejorar nuestros hábitos de consumo, pues producir 150 gramos de carne equivale, en contaminación, a vivir en el norte de la ciudad y transportarnos en auto al sur, de ida y vuelta. ¿Qué preferimos dejar de hacer?, como consumidores responsables debemos decidir entre viajar en bicicleta o transporte público y comer carne, o transportarnos en auto y dejar de comer carne ese día. No obstante, en México comemos 55 kilogramos al año, en promedio".
El aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y el incremento de la temperatura traerán sequías o lluvias extremas, y eso generará catástrofes naturales y escasez de alimentos. "Si no detenemos esta situación provocaremos un cambio ambiental con grandes pérdidas de especies, incluso la humana", concluyó Olea.