De los juguetes a la insulina: los cambios que deben hacer los niños con diabetes

“Existe poca capacitación de los médicos hacia las familias de los pacientes y eso puede acarrear complicaciones cuando no tengan a alguien que les ayude a su lado. Se trata de que la gente con diabetes conozca y normalice sus cuidados”.

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Es necesario modificar los hábitos
Es necesario modificar los hábitos de alimentación en los menores (Foto: Especial)

Por Fernando Guarneros

Para un niño, el hecho de padecer algún tipo de diabetes no debe significar perder calidad de vida. Sin embargo, para lograr que su estilo de vida se mantenga como el de los demás es necesario modificar los hábitos de alimentación, promover una educación que apele a la responsabilidad y se oriente hacia el autocuidado, la disciplina y la autonomía.

Gisela Ayala, directora ejecutiva de la Federación Mexicana de Diabetes, considera que no importa si se trata de tipo I o II, la diabetes es un enfermedad en la "quien se encarga del 90 por ciento del cuidado es quien vive con ella". En el caso de los niños, la familia es muy importante, pero el objetivo que se debe plantear con ellos es el de que sean responsables de su cuerpo y sepan tomar sus decisiones porque estas se reflejan de inmediato en su salud.

En México, el panorama de la diabetes no es alentador. Según el Anexo Estadístico del VI Informe de Gobierno del Poder Ejecutivo Federal, entre 2010 y 2018, el promedio anual de nuevos casos de diabetes fue de 402 mil. Por otro lado, el Inegi tiene un registro de 1.37 millones de muertes entre 2000 y 2017 a causa de este padecimiento.

Ayala relata que hasta hace un par de décadas, los casos de diabetes infantil más recurrentes en México eran del tipo I, que es una condición autoinmune sin forma de prevención, es decir, el cuerpo se ataca a sí mismo y en este caso quienes resienten el daño son las células productoras de insulina en el páncreas.

La epidemia de obesidad infantil
La epidemia de obesidad infantil ha provocado que la diabetes tipo II tome la delantera respecto al número de casos (Foto: Especial)

Sin embargo, la epidemia de obesidad infantil ha provocado que la diabetes tipo II tome la delantera respecto al número de casos. De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, en los últimos 40 años, el número de niños obesos se ha multiplicado por 10. Esto incide directamente en los casos de diabetes tipo II, los cuales se triplicaron desde 2016 a 2018.

Hace unos días, por ejemplo, Betzabé Salgado, nutrióloga en el Hospital Infantil de México dio a conocer un dato preocupante para las autoridades encargadas de la salud pública en el país: al menos 10 niños con un peso mayor a 100 kilos son internados cada mes.

Con este contexto es importante establecer una educación mucho más profunda en los niños con diabetes acerca de sus padecimientos y sus cuidados. Pero es aquí cuando surge otro problema: la poca capacitación de los profesionales de la salud para enseñarle a los infantes cómo aplicarse sus medicamentos.

Los siete años son una edad ideal para que los niños aprendan y se hagan responsables de la aplicación de su insulina. No obstante, según la experiencia de Ayala, en el sistema de salud nacional "existe poca capacitación de los médicos hacia las familias de los pacientes y eso puede acarrear complicaciones cuando no tengan a alguien que les ayude a su lado. Se trata de que la gente con diabetes conozca y normalice sus cuidados".

En el plano internacional es
En el plano internacional es relevante la figura de los educadores en diabetes pediátricos (Foto: Especial)

En el plano internacional es relevante la figura de los educadores en diabetes pediátricos, quienes son profesionales de la salud con información suficiente para hacer una labor de acompañamiento con el paciente de diabetes de cualquier tipo, y ésta consiste en apoyarle en el desarrollo de habilidades y destrezas para vivir y manejar su enfermedad de manera cotidiana.

En el sistema público de salud esta figura aún no está reconocida pero sí los hay en hospitales privados. Generalmente son nutriólogas y enfermeras, pero recientemente se han sumado a esta iniciativa médicos familiares e incluso endocrinólogos conscientes de que la educación al paciente es igual de importante que su atención.

Entre los retos más grandes que llegan a enfrentar los niños con diabetes es el de su relación con la comida, pues ésta implica una disciplina mucho más acotada, ya que debe aprender a contar sus alimentos en relación a la cantidad de insulina que se inyectan. Pero eso no es todo, pues se debe agregar una variable más a la ecuación: el tiempo de ejercicio que practican.

Otro aspecto que es de suma relevancia para los jóvenes con algún tipo de diabetes es el emocional. Gisela Ayala resalta este tema, ya que los niños pueden pensar que son los únicos en el mundo con su padecimiento y se sienten solos. "El apoyo psicológico es fundamental porque hablamos de una una condición que acompaña toda la vida y porque se debe atender la forma en que se percibe la enfermedad en las distintas etapas", explicó.

La adolescencia es uno de
La adolescencia es uno de esos periodos medulares, es cuando el paciente asume mayor responsabilidad en su diabetes. (Foto: Especial)

La adolescencia es uno de esos periodos medulares, pues es cuando el paciente asume mayor responsabilidad y autocuidado de su diabetes. Entonces, es importante que los padres muestren menor iniciativa y asuman un rol secundario de apoyo.

Según especialistas de la Federación Internacional de Diabetes, "no darles responsabilidad apropiada a las personas jóvenes cada vez más independientes puede ser un factor que predisponga a problemas. En caso de que el autocuidado de una persona joven sea inadecuado, los padres de familia podrán intervenir y supervisar el cuidado una vez más".

Aunque las condiciones parecen adversas para la población infantil en México, la educación también debe ser una herramienta para controlar la enfermedad y que mine la calidad de vida. En palabras de Ayala se debe inculcar la responsabilidad informada, es decir, permitir que el paciente se haga cargo de su condición a partir de una base informativa sólida respecto a ella.

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