La refinería que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador planea construir en su estado natal, Tabasco, para importar menos gasolina, enfrenta serios objeciones de expertos que aseguran que el proyecto podría resultar oneroso e inútil.
El Gobierno izquierdista estima que la refinería estará lista en unos tres años con un costo de cerca de 8.000 millones de dólares y la capacidad de procesar 340.000 barriles al día.
Sin embargo, especialistas ven muy optimista la estimación. El presupuesto "no da ni para un tercio de lo que están esperando hacer", dice a la AFP el analista Gonzalo Monroy.
"La preparación del terreno toma entre 18 y 24 meses. Estamos hablando de unos ocho años (de construcción), asumiendo que todo saliera bien", agregó.
Además, "nuevas refinerías pueden terminar costando múltiples veces el monto original presupuestado", dijo la calificadora Moody's en un reporte de julio del año pasado.
La obra se enmarca en un enfoque nacionalista del sector energético en México.
López Obrador prometió "rescatar" la industria petrolera y señaló la reforma energética del Gobierno anterior -que abrió el sector a la iniciativa privada por primera vez en más de 70 años- como un fracaso para revertir la declinante producción de petróleo de la estatal Pemex.
El proyecto "da una señal de una política energética más intervencionista", dice Edward Glossop, analista de la firma británica Capital Economics.
La refinería, que estará ubicada en Dos Bocas, Tabasco (sur), busca aumentar la producción nacional de combustibles y reducir su importación.
Las seis refinerías que posee Pemex en México tienen una capacidad de refinación de 1,6 millones de barriles diarios de crudo, de donde se obtienen gasolinas y petrolíferos como turbosina, diésel y combustóleo, aunque operan al 30% de su capacidad por falta de inversión.
Por ello, Pemex importa cerca del 70% de la gasolina que consume el país, y el Gobierno ha prometido rehabilitar las refinerías para incrementar la producción de combustibles.
Dudas desde el Gobierno
El proyecto ha generado confusión en el mercado en más de una ocasión.
En marzo pasado, el subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, dijo al diario británico Financial Times que se retrasaría la construcción de la obra para destinar 2.500 millones de dólares a incrementar la producción de Pemex.
El propio López Obrador contradijo al funcionario al asegurar que no había retrasos, y anunció para el 18 de marzo la licitación del proyecto, como finalmente sucedió.
La fecha no fue casual. Ese día se conmemora en México la Expropiación Petrolera, cuando en 1938 el Gobierno del entonces presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó esa industria.
Además, a finales de enero, el diario Reforma divulgó un estudio del estatal Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) que anunciaba que el proyecto costaría 14.740 millones de dólares, casi el doble de la estimación del Gobierno.
Al día siguiente, López Obrador afirmó que el estudio no tenía fundamento; el propio IMP dijo al final en un comunicado que el proyecto sí era viable.
El ojo sobre Pemex
Con una menguante producción petrolera, Pemex está en la mira de las calificadoras, pese a las promesas del Gobierno de apoyarla.
Fitch redujo la calificación de Pemex a finales de enero en dos escalones, dejándola a un solo paso del grado especulativo o "basura".
La producción de la empresa pasó de 3,4 millones de barriles diarios en 2004 a un promedio de 1,8 millones de barriles por día en la actualidad.
Las agencias advierten que los recursos de los que dispone la empresa deben destinarse a la exploración y producción.
"Lo que están cuestionando las calificadoras es: 'Si vas a hacer una refinería, ¿tienes el dinero suficiente para obtener el hidrocarburo que cubra tu demanda interna y la de exportación?'", dijo el especialista Ramsés Pech.
Pech advierte que suponiendo que las refinerías existentes operen al 70% de su capacidad en un futuro cercano, se dejaría de exportar gran parte del petróleo que actualmente se envía al extranjero, lo que golpearía los ingresos del Gobierno.
"¿Tú crees que la ley de ingresos soporte eso?", dice, refiriéndose a la ley donde se establecen los recursos que anualmente espera obtener el Gobierno por impuestos y exportación de petróleo.
Las otras opciones
Los expertos proponen como opción al proyecto de Dos Bocas hacer una ampliación en las refinerías ya existentes o vender las que no sirven.
También plantean comprar una refinería en los Estados Unidos. Pemex tiene experiencia en ese ámbito, pues es copropietaria de una refinería en Texas con la angloholandesa Royal Dutch Shell.
Otra posibilidad es construir refinerías modulares, instalaciones más pequeñas colocadas junto a pozos petroleros que pueden producir más rápidamente.
"Son procesos mucho más automatizados que pueden resultar ser una mejor opción para Pemex, pero obviamente ya no puedes defender la idea de una construcción de una obra en términos políticos", dijo Gonzalo Monroy.