Nirvana Hermosillo Garcia tenía 26 años cuando le destrozaron la vida. Su ex pareja le desfiguró el rostro y a consecuencia de las heridas perdió la vista del lado derecho. Su historia forma parte de una serie que Infobae México presenta para visibilizar a las mujeres que han sufrido violencia de género.
Los hechos se remontan 9 años atrás, cuando conoció a su agresor en el establecimiento en el que trabajaba; él era cliente regular del sitio. Como en muchos otros casos de agresión por parte de la pareja, Nirvana cuenta que en esos primeros meses la relación era diferente.
Todo cambió cuando decidieron mudarse juntos. Su agresor, de quien ella prefirió no dar su nombre, empezó con agresiones verbales y psicológicas.
"Él era muy celoso, muy controlador. Me decía que lo engañaba, que estaba con otros hombres. Me medía el tiempo de recorrido hacia el trabajo y cuando iba a visitar a mi familia llamaba por teléfono para constatar que estuviera ahí. Las cosas cambiaron mucho, ya no era el 'te quiero mucho, te amo mucho'".
Los años oscuros
Tras dos años de hostigamientos verbales, Nirvana recuerda las golpizas que su pareja empezó a darle. "Me pegaba tan duro que estaba días inflamada, y yo no iba a presentar una denuncia porque tenía miedo, sentía que si lo hacia algo peor me iba a ocurrir", señaló en su testimonio.
Así sucedió, pero no porque ella presentara una denuncia. Además de golpearla, su agresor empezó a usar armas blancas para agredirla. Cuchillos, navajas y hasta un machete; heridas que le marcaron de por vida el cuerpo y el alma.
"La primera vez que llegué a un hospital fue debido a las heridas que me provocó en el brazo izquierdo con un machete".
La segunda vez que Nirvana llegó al hospital fue cuando su pareja intentó apuñalarla. Ella recuerda haber estado tendida sobre la cama, desnuda y sometida mientras él la golpeaba violentamente.
"En medio de los golpes lo vi sacar un cuchillo de no sé donde. Yo me defendía, lo pateaba ….lo que fuera para que no me asesinara. En uno de sus intentos, me enterró el cuchillo en el abdomen. Entonces con mi mano derecha tomé el arma para que no siguiera lastimándome; sentí la sangre en mi mano porque agarré el arma del lado de la navaja, pero no me importó".
En esa ocasión ella logró escapar por la ventana para pedir auxilio y buscar ropa. Tras lo cual fue trasladada a un hospital público para ser tratada por las lesiones. Al respecto, recuerda que su familia no tenía conocimiento del tormento en el que vivía, pues nunca les dijo nada. Además, en este momento de su relación la pareja se encontraba viviendo en casa de la familia de su agresor, por lo que Nirvana se sentía "aislada".
Pese al daño sistemático que le producía, la familia de su atacante lo encubría. Hubo quien incluso recurrió al chantaje emocional para que ella no denunciara.
"Mientras estaba en el hospital, una de sus tías me llegó a decir 'pues sí lo quieres mucho no hagas nada, no le levantas el acta. Sigue con él'. Yo no sabía que hacer, porque no había nadie más apoyándome, solo su familia. Ellos estuvieron conmigo y me cuidaron; mi familia no sabía nada. Al final, él me pide perdón y me quedo con él".
La primera vez que Nirvana decidió separarse de su agresor fue a los pocos meses de este incidente, al descubrir que de forma paralela a su relación, él tenía otras parejas sentimentales.
Se mudó a una casa que su familia le prestó y les contó de manera superficial la situación en la que se encontraba. Lamentablemente, su ruptura no duró mucho tiempo. Nirvana lo acogió en su casa y se convirtió en la única proveedora de ingresos en el hogar, pues él había perdido su trabajo y le era imposible encontrar otro.
"No sé si era su frustración de que yo aportaba el dinero y él no podía encontrar trabajo, pero siempre me acompañaba al establecimiento donde yo estaba porque decía que lo estaba engañando con alguien".
Fue en una de estas tantas discusiones en la que a Nirvana le desfiguraron el rostro y perdió el ojo derecho. Cuenta que, una noche al salir del trabajo, él la estaba esperando. Eran entre las 22:00 y las 22:30 horas, estaban caminando por una calle sin alumbrado público y con un tráiler estacionado que obstruía la visibilidad.
"Estábamos peleando porque ese día le dije que era mentira todo de lo que me acusaba. Entonces se me pone de frente y empiezo a sentir cómo me golpea, siento cortadas en mi cara con algo. Yo me volteé e intenté cubrir mi cara con las manos, pero aún así él me dio un golpe en mi ojo derecho, haciéndome una abertura en la ceja y rompiendo el nervio del ojo".
En esa noche de 2013, Nirvana tuvo que escabullirse por debajo del tráiler y correr a la avenida para evitar que algo peor sucediera. Iba cubierta en sangre y caminaba casi por instinto, pues llevaba las manos en el rostro para evitar que su ojo se desprendiera por completo de su cuenca.
Me sentía como en una película de terror, de esas en las que te persiguen y te quieren matar. (…) Yo sentía la sangre como me escurría a chorros y lo único que hice fue correr. Ya no supe que pasó con él, lo único que quería era salvar mi vida
El calvario de su atención médica
Nirvana tuvo que recorrer varios metros hasta encontrarse con dos personas que le auxiliaron y llamaron a las autoridades. Al sitio llegó una patrulla y una ambulancia, sin embargo, el traslado al hospital se prolongó "una eternidad", según cuenta.
Por un motivo hasta la fecha desconocido, tuvo que esperar a que llegara una segunda ambulancia para ser llevada a un hospital mientras los policías le informaban que debía presentarse a un Ministerio Público (MP) para presentar la denuncia.
Durante su traslado, las autoridades se comunicaron con su familia para que la asistieran en el nosocomio. "Cuando mi familia me vio fue algo terrorífico. La imagen es dolorosa, yo me veo en el hospital ensangrentada, con los cortes en la cara y mi ojo salido".
En el sitio le levantaron un acta para saber quién había sido su agresor y conocer lo sucedido, por lo que ella pensó que su denuncia ya estaba levantada y no tenía que asistir al MP. Pero estaba equivocada.
Por semanas estuvo en tratamiento de desinflamación para después ser sometida a cirugía. En ese tiempo, cuenta, no se le ocurrió presentarse ante la policía para seguir su caso, pues estaba angustiada y los tratamientos clínicos consumían todo su tiempo.
Su mayor calvario vino tras la operación, cuando los médicos le informaron que su ojo había tenido una ruptura en el nervio ocular y estaba condenada a perderlo.
"Cuando el cirujano me dijo que ya me iba a quedar así yo entré en shock. No sólo me quedó una bola en el ojo, sino que no puedo ver con él. De hecho los médicos querían que lo ocluyera, pero yo no quise. Luego, cuando en el mismo sitio me dijeron que ellos no habían levantado la denuncia, yo no supe qué hacer y por la propia desinformación me resigné".
Aunque posteriormente se acercó al Instituto Nacional de la Mujer (Inmujeres) para buscar ayudar, cuenta que ésta sólo consistió en terapias y jamás hubo alguien le diera asesoría legal.
Desempleada y discriminada
Seis años han pasado desde la agresión, tiempo en el que Nirvana no ha podido encontrar un trabajo estable debido a la incapacidad que padece. Cuenta que en muchos casos ha sufrido discriminación, pues le han dicho que su apariencia la imposibilita para estar de cara al cliente.
"Ahora me cuesta encontrar trabajo, para muchos establecimientos es más importante la imagen y tampoco me contratan. Por eso me dedico a vender ropa en el tianguis, gelatinas, o cualquier otra cosa que pueda".
Los problemas económicos que vive al ser una persona de escasos recursos no sólo la afecta a ella, sino a sus hijos de 4 y 15 años, por lo que hace lo imposible para salir adelante.
Nirvana y miles más
Nirvana García ha sido una de las víctimas que ha alzado la voz con motivo de una iniciativa llevada a cabo por la diputada Alessandra Rojo de la Vega, miembro de la bancada del Partido Verde.
En marzo presentó una iniciativa que busca castigar a quién haga uso de substancias corrosivas o ácido, con el fin de dañar gravemente a otra persona. Aunque esta es la primera línea del proyecto del decreto, se contempla cualquier otro utensilio que pueda generar las mismas lesiones.
La propuesta reformaría los artículos 290, 291 y 291 del Código Penal Federal para modificar la condena contra estos agresores, que pasaría a ser de entre 15 a 20 años en prisión.
"Debemos tener en cuenta que la violencia extrema de la cual las mujeres son víctimas, no en todos los casos termina en feminicidio, por ello debemos distinguir las lesiones comunes de las lesiones cometidas contra mujeres en razón de su género para visibilizar esta expresión devastadora de violencia de género e imponer un castigo ejemplar", dijo la diputada el 14 de marzo durante la presentación de la iniciativa.
La propuesta de Alessandra Rojo es un paso más en la búsqueda de justicia para estas mujeres. Hoy Nirvana quiere que su caso se abra y se enjuicie a su agresor.
"Yo estuve escondida pero un día decidí alzar la voz y decir 'ya no más'. No quiero que haya otras víctimas de acoso por parte de los hombres. Yo no quiero que el día de mañana a mi hija o a cualquier otra mujer le pase lo que a mí me pasó por el simple hecho de ser mujer, es muy feo. No quiero que seamos violentadas de esa manera. Lo peor sería que mi hija me dijera que le paso lo mismo, quiero que viva de otra manera y que sepa decir no".
Su lucha no es fácil, pues no tiene los recursos para pagar un abogado, buscar asistencia médica y cuidar de sus hijos. Sin embargo, espera que las autoridades y la sociedad civil escuchen su llamado y le ayuden. Mientras tanto, intenta asumir esto como una lección de fortaleza, según explica.
Quizá su más grande lucha ha sido aceptarse, pues por muchos años se escondió de la gente al no poderse reconocer en el espejo. "A mi me costó mucho trabajo aceptarme como soy, pero hoy espero salir adelante, por eso me uní a estas mujeres", dijo.
"Nirvana la anterior ya está muerta, Nirvana la de ahora resurgió porque ya no soy esa, soy otra; con daños psicológicos de todo tipo. Pero ahora lo único que digo es que tengo que luchar". Ojalá su batalla no sea en vano.