Pocas decenas de personas, en su mayoría jóvenes, se sumaron este viernes en Ciudad de México a la marcha mundial por el medioambiente #FridaysForFuture (Viernes para el Futuro), convocada en un centenar de países.
Los manifestantes comenzaron su recorrido en la céntrica plaza del Zócalo, punto neurálgico de la capital mexicana, y cruzaron el centro histórico en dirección al Monumento a la Revolución mexicana.
Durante la manifestación podían leerse pancartas con las consignas "Cambio político o cambio climático", "Ni un grado más, ni una especie menos", "El tiempo se agota, es hora de actuar" o "Stop petróleo".
Los manifestantes, muchos de ellos con prendas de ropa de color verde, clamaban "No hidrocarburos, queremos futuro".
El movimiento #FridaysforFuture sacó este viernes a las calles a jóvenes de 1.769 ciudades de unos 112 países en todo el mundo.
En ciudades como Madrid, Barcelona, Washington o Bruselas se congregaron miles de personas para exigir un cambio en el sistema de desarrollo mundial que no perjudique de manera despiadada el medioambiente, el cual se ve diezmado por la sobre explotación de los recursos naturales.
La percepción de los jóvenes participantes es que los gobiernos de los países no hacen los esfuerzos suficientes para frenar los estragos del calentamiento global, que ya se empiezan a reflejar con cambios extremos de temperaturas y una mayor manifestación de fenómenos meteorológicos agresivos como huracanes.
El malestar y la chispa que inició este movimiento se remonta a finales de agosto de 2018, cuando la joven activista sueca Greta Thunberg, de 16 años, cansada de la falta de acción política, se plantó frente al parlamento de su país para pedirle al gobierno que cumpliese con el Acuerdo de París, un tratado internacional por la reducción de emisiones.
Con la fuerza viral de las redes sociales, el movimiento se extendió hasta lo que vemos hoy como un fenómeno que exige medidas, también en México, donde la situación en materia ambiental está llena de incertidumbre.
Tras el fin del mandato de Enrique Peña Nieto (2012-2018), considerado por algunos expertos como el presiente más ambientalista de México, la llegada de Andrés Manuel López Obrador parece desestabilizar esa línea medioambiental.
Lejos de apostar por energías limpias, la construcción de una refinería en el sureño estado de Tabasco y un megaproyecto ferroviario que afectará la selva maya son algunas de las medidas estrellas de un presidente que apuesta fuerte por los combustibles fósiles.
Entretanto, la tasa de crecimiento de emisiones de efecto invernadero del país se reduce año a año, aunque a paso muy lento.
De acuerdo con el último Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero divulgado el pasado año, la tasa de crecimiento tuvo una media de 0,8 % entre 2010 y 2015.
El inventario, realizado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), mostró que, pese a que las emisiones continúan en crecimiento, la tasa de incremento desde 1990 a 2015 era de 1,7 %, por lo que ésta se reduce a paso lento.
Con información de EFEUSA