En esta pieza aparecen símbolos del viaje por el inframundo de los siete dioses guerreros de la cosmogonía mexica. Estos guerreros eran estrellas encarnadas que realizaban un viaje cíclico del que dio cuenta esta pieza de 500 años: un disco formado por más de 15 mil diminutas teselas de turquesa, la mayoría de las cuales mide menos de 1mm por 1 mm.
"En la cosmovisión nahua, la turquesa se asociaba con el fuego, el tiempo, el poder real y la sucesión política", explicó el arqueólogo Emiliano Melgar, uno de los curadores de la muestra temporal Piedras de fuego y agua, en el Museo del Templo Mayor (MTM), en donde puede apreciarse el tesoro mexica.
Según explicó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de un comunicado, la pieza pudo recuperar el esplendor que tuvo hace cinco siglos gracias a un proceso de restauración que se prolongó durante nueve meses.
En el disco aparecen representados Huitzilopochtli, Tlahuizcalpantecuhtli, Mixcóatl y el dios del maíz, pues la turquesa era insignia de esas deidades.
El disco, de 28 centímetros de diámetro, fue encontrado en 1994 debajo de la Casa de las Ajaracas y la Ofrenda 99, en donde se halló, está fechada entre los años 1502 y 1520.
Se trata de la primera vez que este tesoro prehispánico puede apreciarse en una exposición en México, pues ya había sido expuesto en la muestra Golden kingdoms, presentada en los museos J. Paul Getty y Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos.
Fue gracias al apoyo financiero del Instituto de Investigación Getty que se pudo realizar la restauración, a cargo de Alejandra Candela.
La restauradora definió las piezas como "la cabeza de un alfiler", pues cada tesela mide menos de 1mm por 1mm, por lo que la restauración bajo el microscopio.
Para poder restaurar la pieza se realizó primero un dibujo en Photoshop de las más de 15 mil teselas y se imprimió en acetatos. El mosaico fue dividido en ocho áreas: el centro y las secciones donde aparecen los dioses guerreros.
Después se fue desmontando cada tesela para retirar su antiguo adhesivo y se aplicó una solución especial que permitió restablecer la estructura interna del mineral. Ya consolidadas, se colocaron con un adhesivo suave y, a modo de espejo, sobre los acetatos. Se realizó además un soporte en madera para dar estabilidad a la pieza.
Se cree que el disco fue realizado por los maestros artesanos del totocalli, uno de los salones del palacio de Moctezuma II y que el azul de las turquesas fuera más intenso en su origen, pero por el paso del tiempo perdió intensidad.
Piedras de fuego y agua. Turquesas y jades entre los nahuas permanecerá hasta el domingo 24 de marzo en el Museo del Templo Mayor.