Para la revista inglesa The Economist no ha pasado desapercibido el cambio en la relación entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el magnate de las telecomunicaciones en el país, Carlos Slim.
En su más reciente edición, la prestigiosa revista de negocios dedicó un artículo titulado "Doing business under AMLO" (Haciendo negocios con AMLO), en el que advierte que la relación entre ambos personajes "se enfrió", pese a la mancuerna que hicieron en el pasado para rescatar el Centro Histórico de la Ciudad de México, durante el gobierno de López Obrador en la capital del país (2000-2006).
Ahora, en cambio, el presidente "abraza" como favorito a Ricardo Salinas Pliego, presidente de Grupo de Salinas que integra firmas como Elektra, Banco Azteca y TV Azteca.
El semanario inglés advierte que la distancia entre Slim y López Obrador de algún modo es resultado de controvertidas decisiones de gobierno que han afectado al empresario. Entre ellas, la cancelación del aeropuerto en Texcoco y de contratos energéticos con la Comisión Federal de Electricidad, en los que había inversiones de las empresas del magnate.
Pero también refleja, según The Economist, la agenda de negocios de López Obrador como presidente, "que en el mejor de los casos puede describirse como laberíntica".
Advierte que "donde una vez el poder económico del señor Slim asfixió a México, el poder político del señor López Obrador lo hace ahora".
The Economist narra en su artículo el cambio que la "pareja poco probable" de Slim-López Obrador logró en la zona centro de la capital del país, donde llevaron a cabo un ambicioso plan de inversión que renovó la infraestructura urbana y la histórica arquitectura de lugar.
Al empresario más rico de México lo llama "brusco magnate" y a López Obrador lo califica como "izquierdista mesiánico", y de ellos dice que en estos días "apenas hablan", pero "sus caminos se han cruzado lo suficiente como para revelar mucho sobre el enfoque de negocios" del presidente mexicano.
La publicación destaca la elevada popularidad de López Obrador como presidente y algunos indicadores económicos de su gobierno. La confianza del consumidor ha aumentado, los mercados financieros se han asentado desde fines del año pasado, cuando tomó la decisión de cancelar un aeropuerto de 13.000 millones de dólares "e hizo que el peso se desmayara".
Además, anota la publicación de negocios, "los inversores extranjeros se están quedando (en México), aunque están cuidando de su efectivo". Pero advierte que, para entender lo que México se juega con López Obrador, hay que considerar "la concentración económica casi endémica de México".
Según el autor del artículo, hace 30 años México era el país de una sola empresa importante –Pemex– o monopólicas –como la misma petrolera y Telmex cuando era estatal–, y de varias compañías privadas que "florecieron" por sus "estrechos lazos con el partido gobernante (el PRI)".
Luego, en la década de los 90, "las cosas se pusieron tecnicolor", anota el texto. "El Tratado de Libre Comercio de América del Norte produjo una inundación de bienes de consumo. Se privatizaron muchas empresas estatales; la más lucrativa, Telmex, se vendió a Slim. Sin embargo, el poder económico permaneció concentrado en unas pocas manos, especialmente en telecomunicaciones, televisión y banca".
Según The Economist, los órganos reguladores fueron los que frenaron al expansivo Carlos Slim. Pero cuando López Obrador se convirtió en jefe de gobierno de la Ciudad de México, en 2000, los dos hicieron causa común en el centro de la ciudad.
"Su plan para embellecer el corazón de la Ciudad de México involucró a Slim, quien aportó la mayor parte del dinero a cambio de poder comprar muchos de los edificios que se beneficiarían de la renovación".
Esa alianza, de acuerdo con la revista, "mostró el gusto del señor López Obrador por cerrar tratos con empresarios que podrían ayudarlo políticamente".
Al cabo del gobierno de López Obrador en la Ciudad de México, "su relación se volvió fría, especialmente después de la cancelación del aeropuerto, del cual Slim fue un gran patrocinador".
Sin embargo, apunta, López Obrador "tiene otros multimillonarios, como Ricardo Salinas Pliego, cuyo imperio abarca la televisión, la banca y el comercio minorista", y "es un rival de muchos años del señor Slim".
La revista dice que recientemente el presidente mexicano "ha profundizado la sensación de inquietud en el sector privado", al cancelar subastas para contratos privados de petróleo que formaron parte de la reforma de la energía, "y puso todo su peso detrás de Pemex, que todavía es propiedad del estado".
Recuerda además que el 11 de febrero López Obrador anunció que su gobierno revisaría los contratos de gas natural problemáticos. "Contratos de ductos que las firmas, incluido el Grupo Carso, de Slim, habían firmado con la empresa eléctrica estatal (CFE)".
Para The Economist, "quizás lo más insidioso es que está atacando a los dos reguladores de energía", dice.
"Por el momento, el resto del sector privado mantiene la cabeza baja y trata de verse bien ante los ojos del presidente con obras de caridad en favor de los pobres. Pero donde una vez el poder económico del señor Slim asfixió a México, el poder político del señor López Obrador lo hace ahora. Eso es igual de preocupante para el libre mercado", concluye.
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