Los mineros que trabajaban en Pasta de Conchos sabían que algo no estaba bien. Habían notado una gran concentración de gas y algunos lo comentaron con sus familiares, pero siguieron laborando como si nada ocurriera. La tragedia no tardó en llegar y lo hizo con una magnitud estremecedora.
El 19 de febrero de 2006, alrededor de las dos de la madrugada, se produjo una explosión en la Mina 8, Unidad Pasta de Conchos, ubicada en Nueva Rosita, Coahuila- al norte de México.
Era apenas el inicio del drama. 65 mineros quedaron atrapados a cientos de metros bajo la tierra. Tras el estallido ocho trabajadores fueron rescatados, pero la mayoría permanecía en espera de ayuda. El Sindicato de Mineros decía que los trabajadores quedaron a 490 metros de profundidad; Grupo México (empresa responsable de la mina donde se extraía carbón) aseguró que estaban a 150 metros. El problema era que el tiempo para encontrarlos era limitado, las reservas de oxígeno eran de apenas seis horas.
Comenzaron las labores de búsqueda, pero resultaron infructuosas. El 25 de febrero Grupo México señaló que no había posibilidad de encontrar a mineros con vida, debido a la alta concentración de gas metano en el lugar y se anunció además que la mina cerraría definitivamente en cuanto fueran recuperados todos los cuerpos.
Fue hasta el 23 de junio cuando se localizó el primer cadáver: Felipe de Jesús Torres Reyna; el 1 de enero de 2007 se encontraron los restos de José Manuel Peña Saucedo. Pero no más. A 13 años de la tragedia los familiares de las víctimas no han podido recuperar los cuerpos de sus seres queridos.
"Hoy en día, las cosas se me olvidan. No recuerdo nada y ahora parece ser que tendré que vivir para siempre con esto y no lo puedo superar. Me duele la cabeza, la columna, las piernas y los oídos. No puedo dormir bien, tengo pesadillas y todo me asusta. Cambió todo para siempre", dijo Israel, un sobreviviente de la explosión, en enero de 2007.
Su testimonio y el de otras personas afectadas por la tragedia fueron reunidos en un informe publicado por la Organización Familia Pasta de Conchos.
"Por una 'cuerda de vida' para los mineros del carbón. Pasta de Conchos: una tragedia que debió evitarse" es el nombre del informe donde -según los testimonios- los mineros trabajaban bajo pobres condiciones de seguridad.
No sabían de la"cuerda de vida" (que va pegada a la pared de la mina y sirve a los mineros a salir del lugar cuando no hay luz), tenían que esperar hasta una hora si se iba la luz y si se apagaban los ventiladores en su intento de salir, debían esperar hasta donde hubieran llegado.
En otro informe, publicado en febrero de 2018, la organización sentenció que la explosión:
"No fue causada por una caprichosa acumulación de gas, fue un siniestro evitable ocasionado por un sistema de ventilación insuficiente y por precarias condiciones de seguridad y mantenimiento en que Grupo México mantenía sus instalaciones".
Grupo México es propiedad de Germán Larrea Mota Velasco, el segundo hombre más rico del país.
A 13 años de la tragedia, las familias siguen esperando los restos de los mineros. En su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que está dispuesto a plantear el rescate de cuerpos.
"No se descarta que mediante una decisión voluntaria, concertada, la empresa lleve a cabo una exploración para sacar los restos de los deudos, de los que quedaron atrapados en la mina, para sacar los restos de los fallecidos, creo que eso ayudaría mucho entre las partes y en el marco de la reconciliación nacional
Para el presidente, lo importante es "curar heridas".
"No me voy a ir hasta que termine el rescate. Ahí están mis amigos y no me
puedo ir sin que los saquemos", decía uno de los trabajadores en diciembre de 2006.