
Xilitla es un pequeño pueblo enclavado en la frondosa región de la huasteca, de lado de San Luis Potosí. Es un pequeñito pueblo, de unos 6.000 habitantes, que a su vez es cabecera del municipio del mismo nombre, donde viven unas 50.000 personas, la mayoría pobres.
Pero tan humilde su condición como grande su fama. Porque este pueblo, que nadie identificaría en un mapa, es el ombligo del surrealismo en México.
Allí, además de una casa que en su momento perteneció a la pintora Leonora Carrington y un museo con obra suya que lleva su nombre, hay un onírico jardín construido por el aventurero y excéntrico poeta escocés Edward James.

Un día de 1944 James viajó a México y conoció a Leonora Carrington en Cuernavaca, Morelos. Allí la pintora le describió la verde exuberancia de un lugar conocido como Las Pozas y ubicado en Xilitla, un sitio selvático, húmedo y casi inaccesible en entonces y lo convenció de viajar con ella.
James encontró en aquel lugar apartado de todo el sitio perfecto para una de sus pasiones: las orquídeas. Y todo, dicen, porque un día, bañándose en río, una nube de mariposas lo envolvió.
El episodio, que nadie sabe cierto o falso, fue interpretado por James como un hecho mágico. Una señal que lo invitaba a quedarse en aquel lugar, y que cumplió al comprar el terreno que convirtió en su jardín privado.

Tuvo que adquirirlo a través de un prestanombres, Plutarco Gastélum, quien entonces era el heredero de Leonora. Juntos, James y Gastélum, diseñaron el edén que había soñado el artista escocés, a quien Salvador Dalí llamaba "el más loco de todos los surrealistas juntos".
Durante varios años allí florecieron las orquídeas de James. Hasta que en 1962 una fuerte helada las destruyó todas. James entonces decidió cambiar las orquídeas por esculturas y construyó, a partir de sus propios diseños, una serie de estructuras de concreto inspiradas por la flora y fauna del lugar.

Así emergió el Jardín Escultórico Surrealista de Edward James, que su autor describió como "una casa que vuela y en la noche canta", con escaleras que suben a ninguna parte y puertas que nada dividen.
Ante su originalidad quedaron sorprendidos los ojos de la misma Carrington, Remedios Varo, Dalí y Giorgio de Chiricos, entre otros. No sorprende entonces que también los ojos de muchos fotógrafos de fama se posaran en tan singular lugar.
Así fue como Tim Walker, un muy prestigiado fotógrafo de modas, llegó al jardín de James con la actriz Tilda Swinton para llevar a cabo a una serie de imágenes que publicó en su momento en la revista W Magazine.

El ensayo tuvo como propósito recrear el universo de Leonora Carrington en el jardín de James, el mejor escenario natural surrealista para convertir a Swinton en una etérea criatura como salida de los lienzos de la pintora.
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