"Dimos una lección a la injusticia y la lección fue que los pueblos no podemos ser derrotados", dijo Enrique Guerrero, preso desde el 2013 y liberado el 29 de diciembre de 2018.
Enrique Guerrero en su apellido lleva su destino. Hace casi un mes salió de prisión, luego de 5 años y 7 meses en los que estuvo recluido en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, por delitos que autoridades judiciales de México, durante el sexenio de Peña Nieto, le fabricaron, asegura el activista.
"Nunca perdí la esperanza, pero fue gracias al esfuerzo colectivo. Fueron años duros, fueron años de seguir luchando, de seguir documentando violaciones derechos humanos, de otros reos por ejemplo, porque era el contexto en el que me encontraba, advertimos muchísimas injusticias", explicó Enrique en charla con Infobae México al cuestionarlo por los años que pasó en prisión.
Salió libre porque la fiscalía se desistió, en diciembre pasado, de las acusaciones que había realizado en su contra por los delitos de delincuencia organizada y secuestro.
A pesar de que la defensa pudo acreditar, desde hace ya varios años, que fue torturado, que fue perseguido, que hubo violaciones a sus derechos humanos, que se fabricaron pruebas, que las declaraciones que lo inculpaban fueron obtenidas bajo tortura y que el Ministerio Público estuvo en contubernio con la Policía Federal. Incluso en el 2015, el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU, emitió una opinión en la que dictaminó que Guerrero, fue perseguido y detenido por su labor como defensor de derechos humanos, en la que demandó al Estado mexicano su inmediata liberación y reparación del daño; el gobierno de Enrique Peña Nieto hizo caso omiso de las recomendaciones y exigencias de los organismos internacionales.
"El gobierno de Peña Nieto que fue un gobierno que violó todos los derechos que se podía violar, que fue insolente ante todos los organismos internacionales, evidentemente nunca cumplió con esta recomendación internacional y de otros organismos como Amnistía Internacional", contó Guerrero.
Guerrero reconoce la voluntad que hubo en el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador para que se revisara su expediente y fuera puesto en libertad, "Pudimos acreditar la versión y ahora lo que se logró es que hubiera la voluntad de revisar el expediente, porque el expediente hablaba por sí solo".
"Nosotros reconocemos el esfuerzo del nuevo gobierno para cumplir esta demanda justa e histórica que es la liberación de los presos políticos, pero también advertimos grandes problemas, por ejemplo muchos de los operadores del viejo régimen siguen en el poder y eso es un gran riesgo tanto para la procuración, como para la implementación de la justicia, y otro gran riesgo es que el Poder Judicial no se ha trasformado, el Poder Judicial corrupto y violador de derechos humanos sigue ahí", denunció Enrique.
Enrique fue detenido en mayo de 2013, año en el que el expresidente Peña Nieto empezaba su administración en medio de una ola de protestas estudiantiles que se oponían a las políticas anunciadas por su gobierno. En este contexto el joven universitario fue detenido, desaparecido por 30 horas, torturado y encarcelado por más de 5 años.
La noche del 17 de mayo de 2013 Enrique Guerrero Aviña, estudiante de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México y activista del "Colectivo Liquidámbar", conducía por las calles del sur de la Ciudad de México, cuando unos agentes de la Policía Federal, vestidos de civil, empezaron a disparar contra él y perseguirlo.
"Yo iba conduciendo un vehículo cuando la Policía Federal me emboscó y empezaron a disparar en mi contra, me logré escapar resguardando mi vida, me dieron alcance kilómetros después y empezaron nuevamente a disparar, me bajé del vehículo porque dejó de funcionar. Corrí hacia una grúa de la policía local a pedir auxilio, llegan policías locales porque ya les habían dado aviso, porque obviamente estaban disparando armas de alto poder en plena Ciudad de México, contra un persona desarmada desde camionetas de civil. Llegan elementos de la policía local y de manera ilegal soy entregado a la Policía Federal que me detiene y desaparece desde esa noche".
Sin orden de aprehensión subieron a Guerrero a una camioneta y lo llevaron a un lugar, que él cree, está cerca de las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de la Delincuencia Organizada (SIEDO), ahí permaneció retenido toda la noche.
Los policías le vendaron los ojos, lo desnudaron de la cintura para abajo, lo golpearon durante horas, lo asfixiaron con una bolsa de plástico y abusaron sexualmente y psicológicamente de él.
"Me tienen incomunicado 30 horas, lo que se ha podido documentar porque yo como torturado pierdo la noción del tiempo, me torturan, creo muy cerca, estoy seguro, del Eje Central y Tlatelolco, muy probablemente en las mismas instalaciones de la Subprocuraduría de Investigación de Delincuencia Organizada".
Lo interrogaron en repetidas ocasiones para que incriminara a miembros de movimientos sociales del país, con los que tenía relación el colectivo "Liquidámbar".
Luego de las 30 horas, en las que no se conocía el paradero de Enrique, fue trasladado a la SIEDO, ahí un agente del Ministerio Público lo amenazó para que confesara haber estado implicado en un secuestro ocurrido tres meses atrás en el estado de Oaxaca. Cuando se negó a confesar, el agente lo presionó para que incluyera en su declaración al menos algo que sugiriera actividades delictivas.
"Soy aprehendido en un acto completamente inconstitucional y de hecho intentan matarme, me disparan, eso se registro tanto pericialmente como por distintas vías, que intentaron matarme con disparos de arma de fuego la Policía Federal, me desaparecen, me torturan, en principio con el objetivo para conseguir información de los movimientos sociales con los cuales teníamos vínculos, y posteriormente el objetivo de la tortura era que yo firmara una declaración que ellos ya habían redactado para autoincriminarme, pero me negué y entonces eso generó que no existiera ninguna confesión de mi parte lo cual obviamente fue un motivo de defensa frente a los tribunales, esto es una práctica muy común en México y está documentado por diferentes organismos".
Guerrero tenía 28 años cuando fue aprehendido, en su expediente dice que él fue detenido porque chocó con una banqueta, "inventaron que yo había chocado con un banqueta y que la día siguiente había ido cobrar a la Subprocuraduría de Delincuencia Organizada los daños, es absurdo que hubiera hecho algo así".
Luego de eso le imputan los delitos de secuestro y delincuencia organizada. "Se supone que yo llego a la Subprocuraduría en flagrante delito en delincuencia organizada, ellos me detienen bajo el argumento de la banqueta, que debió de haber sido decretado de manera inconstitucional por cualquier juez, pero no lo quiso hacer porque había una consigna política", explicó el defensor de derechos humanos.
En el 2013, Enrique era, aún lo es, integrante del colectivo Liquidámbar que se dedica a defender derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, en ese entonces enfocó sus esfuerzos para detener las "Reformas Estructurales" que Peña llevaba a cabo, sobre todo en contra de la educativa.
"En ese momento nos enfocamos a la lucha contra la Reforma Educativa y nos ven como un foco peligroso, me detienen a mí pero también detienen a otros compañeros del movimiento magisterial, y un mecanismo para denostar la lucha contra las reformas ya estaba comandado por medio de propaganda y difusión".
Enrique Guerrero ahora tiene 34 años, perdió casi 6 años de su vida recluido en una prisión siendo inocente. Y aunque exista un mandato de reparación del daño, por parte de organismos internacionales; nada ni nadie podrá regresar el tiempo y devolverle cinco de sus cumpleaños.
Guerrero contó que en estos años "duros" se refugió desde su encierro en los versos de un poeta salvadoreño; "Me refugié en los versos de Roque Dalton que dicen: 'Ante el dolor del mundo mi pequeño dolor, porque había que proteger al movimiento social, había que proteger a lo que amaba, lo que amo'".
Otro de los libros que dice que le ayudó mucho en prisión fue "El castillo" de Franz Kafka, que le regaló el alto comisionado de la ONU en México, Jan Jarab.
"Teníamos razón en seguir pelando por un país más justo y que si bien lo sabíamos, estos golpes creo que te lo enseñan de una manera muy especial muy significativa, no podemos entender un país si no entendemos sus cárceles, si no entendemos sus injusticias que ahí se ven, que ahí se viven, que ahí se padecen", concluyó Guerrero.