Los Zetas llegaron a ser considerados como el grupo criminal más violento en México. Sin embargo, en los últimos 5 años al menos 33 de sus principales líderes han sido detenidos o abatidos por las autoridades en distintos operativos.
De acuerdo con información de la Procuraduría General de la República (PGR), luego de la detención en 2015 de Óscar Omar Treviño Morales, el Z-42, esta organización criminal comenzó a disminuir su poderío hasta tener control únicamente en el estado de Tamaulipas.
Anteriormente Los Zetas operaron en al menos 22 de las 32 entidades mexicanas, llegando a tener más presencia en el país que el Cártel de Sinaloa, liderado por Joaquín "El Chapo" Guzmán.
Durante su época de mayor prosperidad, los Zetas expandieron sus actividades ilegales más allá del tráfico de drogas, pues también cometieron extorsiones, robos, asesinatos, secuestros masivos, tráfico de personas y robo de combustible.
Este último delito es un fenómeno extremadamente preocupante ya que las pérdidas por dicha actividad son incalculables. De acuerdo con cifras de Petróleos Mexicanos, durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto las tomas clandestinas establecieron un nuevo récord, que se traduce en un incremento de más del 260 por ciento y una cantidad siete veces mayor a la reportada durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa.
Infobae México habló con Guadalupe Correa-Cabrera, profesora universitaria en Estados Unidos y experta en temas de crimen organizado, para conocer más acerca de "Los Zetas" y sus negocios con los hidrocarburos.
¿Cómo fue que los Zetas se adueñaron del tráfico de combustible?
Aunque para muchos conocedores en temas de narcotráfico el inicio del "huachicol" (forma como también se le conoce al robo de combustible) está íntimamente ligado con el Cártel de los Zetas, es necesario hablar sobre los antecedentes de esta actividad que durante algún tiempo no tenía nada que ver con el crimen organizado.
En alguna época el robo de combustibles estaba a cargo de los llamados "caciques", quienes normalmente operaban en regiones del país que estaban alejadas de las principales carreteras y en donde ir a una gasolinera implicaba realizar un viaje de más de 4 horas. Estos señores arreglaron esos inconvenientes mediante acuerdos que tenían con algún líder de Petróleos Mexicanos para vender combustible a la población.
"Esto pasaba antes de que el Cártel de los Zetas y el Golfo llegaran al noreste mexicano y se hiciera más visible esta actividad", dijo Correa-Cabrera, quien también es experta en temas de crimen organizado, particularmente "Los Zetas". "Era una práctica por conveniencia que terminaba beneficiando a todas las partes", agregó.
Sin embargo, en la primera década del presente siglo las cosas empezaron a cambiar. Una investigación de la periodista Ana Lilia Pérez, autora del libro El Cartel Negro, dio cuenta del momento en el que comenzaron a presentarse anomalías en la venta ilegal de combustible. Una investigación del Departamento de Justicia de EEUU había detectado procedimientos llamativamente inusuales y que evidenciaban una organización más metódica detrás del robo de hidrocarburos. Se trataba de "Los Zetas", quienes habían decidido incursionar en un nueva modalidad de negocio ilícito.
"Ana Lilia Pérez habla sobre La Compañía, que es cuando Los Zetas y el Cártel del Golfo robaban combustible más condensado y lo mandaban hacia Estados Unidos. Al final los que compraban este producto eran empresas como Shell y otras transnacionales importantes", explicó Correa.
Esta revelación se hizo después de que Lilia Pérez recuperó los documentos de una demanda de Petróleos Mexicanos (Pemex), en la que la paraestatal demandó a empresas petroleras estadounidenses que se encargaban de comprar el gas condensado para industrializarlo y refinarlo.
"Todo este se derivó de una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos. No fueron autoridades mexicanas las que empezaron a ver que esto estaba sucediendo de una manera más organizada", puntualizó Guadalupe Correa.
En aquel entonces, la organización criminal se encontraba en una transición que marcó un parteaguas en su historia, pues fue cuando empezó a independizarse del Cártel del Golfo, después de que las autoridades detuvieran a Osiel Cárdenas Guillén, líder que fue extraditado a los Estados Unidos en el 2007.
"Es cuando se empieza a reconfigurar la delincuencia organizada y adquieren mucha mayor fuerza los robos a combustibles, entre otros delitos que antes no formaban parte de la organización", señaló la experta.
Tres años después, en el 2010, los Zetas le declararon la guerra al Cártel del Golfo. Para entonces, la organización se dedicaba exclusivamente a robar combustible en algunas zonas del noreste mexicano y el Golfo de México.
"Todavía hoy por hoy algunas células del Cártel del Golfo y los Zetas -como el Cártel del Noreste y Zetas Vieja Escuela– se dedican al robo de combustible. Sólo que ahora estamos hablando propiamente de células, ya no de cárteles", subrayó Guadalupe Correa.
"Hay que tomar en cuenta que esto no se puede hacer sin algún involucramiento o complicidad de autoridades. De hecho, la infraestructura estratégica en México es resguardada por las fuerzas armadas. Ellos deben saber lo que ha estado ocurriendo a lo largo de estos años, pero hasta la fecha no hay una investigación que nos demuestre alguna complicidad", finalizó.
Según diversas investigaciones periodísticas, durante el período de Jesús Reyes Heroles como director general de Pemex -entre los años 2006 y 2009- el robo de hidrocarburos se convirtió en un negocio de gran importancia para grupos criminales transnacionales como los Zetas y/o el Cartel del Golfo. Y fue también en este periodo que la corrupción de Pemex alcanzó niveles nunca antes vistos.
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