Randy Heiss paseaba por la explanada de tierra en su rancho de Arizona cuando advirtió un objeto de color rojo entre las ramas de la maleza. Pensó que se trataba de restos de residuos, así que se acercó al lugar para agarrar la pieza y tirarla a la basura. Lo que vio a continuación le conmovió.
Acompañado por su perro Feliz, descubrió sobre la hierba los restos destrozados de un globo. Sujeto a una especie de cuerda había un trozo de papel en el que se leía, escrito con letra de niño, el nombre de "Dayami". Sorprendido, le dio la vuelta al mensaje donde aparecía, bien enumerada, una lista en español.
"Mi español no es muy bueno, pero me di cuenta de que se trataba de una carta de Navidad" dijo el estadounidense en una entrevista para el Washington Post.
Se conmovió. Entendió que se trataba de una misiva enviada a Santa Claus, por una pequeña, probablemente mexicana. Él mismo confesó haberlo hecho muchas veces durante su infancia. Ataba la lista de regalos a un globo y la echaba a volar esperando que llegase al Polo Norte.
Supo que las corrientes de aire habían transportado la esfera de helio justamente hasta su casa, un rancho de la Patagonia, en Arizona, muy cercano a la frontera de México con Estados Unidos.
Nunca nadie había respondido las cartas de Navidad que Haiss enviaba volando cuando era un niño. Por eso decidió que la pequeña "Dayami" debía recibir una respuesta. Su esposa, con un nivel fluido en español, se encargó de traducirle la lista de regalos.
Entre otros juguetes, la niña pedía la casa de Enchantimals y ropa para estas muñecas, "eslaim" con lo que hacía referencia al slime, una sustancia de consistencia babosa y pinturas. Junto a sus deseos, la menor escribió un mensaje a Papá Noel: "Tráeme lo que tú puedas".
Sin embargo, la tarea que se propuso el estadounidense de convertirse en Santa por estas Navidades no era tan sencilla. La carta no mencionaba ninguna dirección, y tampoco arrojaba indicios sobre la localización de la menor.
Decidió seguir entonces la única certeza que tenía: la nota había cruzado la frontera. Aproximadamente a 3 kilómetros de su finca se encuentra la ciudad mexicana de Nogales, con una población que ronda los 250 mil habitantes.
"Basándome en el viento predominante, estaba bastante seguro que era el lugar del que venía la carta" agregó Heiss en la entrevista para el Washington Post.
Esperando que alguien pudiera darle más pistas sobre la niña, Heiss compartió en su cuenta de Facebook imágenes de la carta y el globo. Tenía la esperanza de que alguno de sus conocidos en Nogales pudiera facilitarle algún otro dato.
Pasaron algunos días y no tenía nuevas noticias. Le preocupaba no encontrar a la pequeña antes de Navidad. Dispuesto a dar con ella, envió un mensaje a la emisora de radio de Facebook XENY, una estación ubicada en la localidad mexicana.
La esposa de Heiss narró en directo al programa la historia de la carta que había aterrizado en la finca. Desde el perfil de Facebook de la emisora también se hicieron eco de la noticia.
El jueves en la mañana, el improvisado Santa estadounidense recibió una llamada de la cadena XENY que alegró su día. Se confirmaban sus sospechas: la pequeña Dayami residía junto a su familia en Nogales, y tenía ocho años. La habían localizado.
"En lugar de ir a trabajar a mi oficina en Bisbee, fui al Walmart junto a mi mujer" dijo Heiss a The Washington Post.
Compraron todos los regalos de la lista, a excepción de la casa de las Enchantimals y la muñeca, que estaban agotadas. Cruzaron la frontera con México, y tras un viaje de 45 minutos llegaron a las oficinas de la emisora en Nogales, donde se encontrarían con los padres de Dayami y con su hermana pequeña, de 4 años.
"Sus ojos estaban completamente abiertos" dijo Heiss sobre la reacción de las hermanas al verles. "Como si pensaran, oh realmente funcionó" agregó el estadounidense.
Los padres de las niñas explicaron que llevaban años enviando sus cartas a Santa en globos. El matrimonio estadounidense le aseguró a ambas que venían de parte de Papá Noel, pues eran sus "ayudantes".
Emocionado por el encuentro, Heiss, de 60 años, explicó que había sido "sanador" para él y su esposa. Hace nueve años perdieron a su único hijo, un hecho que les dejó destrozados. Ver la ilusión de las niñas les alivió en parte el dolor y les hizo sentirse reconfortados.
"Fue precioso, una experiencia preciosa" dijo Heiss.
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