¿Odio, celos o abandono?: Un experto analizó el caso del niño que asesinó a su hermanito en Nativitas

El crimen que consternó a la CDMX está lleno de interrogantes

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El homicidio ocurrió en la
El homicidio ocurrió en la colonia Nativitas, delegación Benito Juárez (Foto: Especial)

La noche del martes ocurrió un asesinato que estremeció a la capital mexicana. En una casa vieja de la colonia Nativitas, en la alcaldía Benito Juárez, un niño de 12 años aprovechó que todos estaban dormidos para asesinar a su medio hermano. La noticia dejó helado a más de uno cuando la policía reveló el estado del cuerpo: 10 puñaladas y una cortada de 15 centímetros en el cuello.

El único adulto que se encontraba en el domicilio era María de Lourdes (42), una señora que había sido contratada para el cuidado de los 5 niños que habitaban el lugar. En ese momento la mamá estaba en Puebla, a hora y media de la Ciudad de México, y su pareja, el reconocido pintor mexicano, Daniel Lezama, en una casa donde sólo dormían él y su esposa.

Extraoficialmente se habló de que en la familia había un hogar para las figuras paternas y otro para los niños. La razón, explicada durante la interpelación en el Ministerio Público, sería porque el artista mexicano necesitaba un espacio de paz y tranquilidad para producir sus pinturas. En una época donde ya no se acostumbra tener tantos hijos, algunos psicólogos no pudieron ignorar la condición sui géneris del entorno familiar.

Trascendió que el menor asesinado era el único hijo del reconocido artista visual. El resto de los niños ya habían nacido cuando el señor embarazó a su esposa por primera vez.

Sin ningún perfil psicológico, ni mayor información al respecto, los noticieros decidieron cerrar el caso basándose en la confesión del presunto asesino durante el interrogatorio: habría matado a su medio hermano por "celos".

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El presunto homicida utilizó un arma punzocortante para asesinar a su medio hermano (Foto: Especial)

Actualmente el niño se encuentra bajo resguardo del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en donde continúa con un tratamiento psicológico para el problema de violencia que aparentemente padecía. Ernestina Godoy Ramos, procuradora de Ciudad de México, explicó que las investigaciones podrían ser giradas hacia las figuras paternas, en caso de que hayan incurrido en alguna omisión.

Pero, ¿qué tuvo que pasar para que ocurriera una tragedia de tales proporciones? Con tan poca información es difícil (por no decir imposible) saberlo a ciencia cierta.

Posibles causas y señales de alarma

Un académico de la facultad de psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) habló con Infobae sobre el déficit de control de impulsos.

En algunos casos la incapacidad para que un niño pueda frenar los ímpetus violentos tiene que ver con una serie de emociones negativas que fueron desarrollándose, de manera paulatina, a lo largo del tiempo.

Esta imposibilidad puede tener como trasfondo sensaciones de desplazamiento, envidia, celos, agresividad, agresiones (no forzosamente físicas) que, en un momento dado, pudieron haber derivado en odio.

Según el experto, la diferencia entre el "enojo" y el "odio" es que el primero puede durar cierto tiempo, pero el segundo puede permanecer muchos años.

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Los niños utilizan más las emociones que el pensamiento, aseguró experto. (Foto: Pixabay)

"Las emociones se dan entre los niños más que el pensamiento. Desde la psicología, el pensamiento más la emoción da como resultado un sentimiento. Y el pensamiento se va adquiriendo conforme va creciendo la persona. Los niños, podemos ver muy claramente, reaccionan muy rápido: se alegran, se enojan, pero también les dura muy poco. Desde un enfoque cerebral, se podría hablar de una duración entre 15 y 20 minutos, pero el sentimiento (donde ya interviene el pensamiento) puede durar muchas décadas, incluso años", detalló.

Muchas veces cuando el odio va dirigido hacía una persona adulta, a la que un niño no puede herir directamente, se buscan otros "objetos" para desahogar la rabia acumulada.

"En muchos ocasiones el niño afectado podría tener un odio contra la figura paterna, algunas veces originado por un sentido de desplazamiento, que al no poder desahogar directamente con una persona, provoca que se busquen otros objetos. No es difícil suponer cuando hubo una percepción de maltrato por parte de uno de los padres. El niño busca el desquite. Como no le puede hacer nada al adulto, se lo hago a lo que él más aprecie".

De acuerdo con expertos, los indicadores para detectar un niño con proclividad al desfogue físico de ira pueden reconocerse a través de ciertas conductas. Generalmente se va dando una situación creciente y en la que ocurren repetidos episodios de agresión o violencia. En muchos casos son infantes agresores, peleoneros, que hacen bullying a sus hermanos o compañeros.

"Los papás tienen que poner mucha atención. Eventos como el caso de Nativitas también pueden ocurrir con hermanos que tienen mismo padre y madre".

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