En total, 20.7 millones de niñas, niños y adolescentes que viven en hogares experimentan algún tipo de pobreza advirtió el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
En el estudio que recién publicó llamado "Los derechos de la infancia y la adolescencia en México", la Unicef detalló que en 2016, 52.3 por ciento de los niños y niñas entre cero y 11 años vivían en situación de pobreza, de estos 9.7 por ciento en pobreza extrema, mientras que 48.8 por ciento de los adolescentes (12 a 17 años) estaban en la misma situación, de los cuales 7.8 en pobreza extrema.
El panorama es más complejo para la niñez indígena, con porcentajes de pobreza cercanos al 80 por ciento (78.6 para las niñas y niños y 78.2 para las y los adolescentes).
El lugar de residencia y el tamaño de la localidad también son determinantes de relieve en el ámbito de la pobreza infantil en México: generalmente, los estados del sur-sureste del país, con una fuerte presencia de población indígena, presentan la mayor incidencia de pobreza tanto para la población en general como para la población menor de 18 años, en fuerte contraste con los estados del norte. Así, en 2014, en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Puebla más de 70% de la población de cero a 17 años estaba en pobreza, mientras que esta proporción fue de 25% en Nuevo León.
"Esto evidencia las desventajas que enfrenta la población indígena para el ejercicio de sus derechos", mencionó el informe de la Unicef. "La pobreza en la niñez genera daños irreversibles, lo cual confiere a su atención y reducción un sentido de urgencia: la probabilidad de que se vuelva permanente es más alta que en el caso de los adultos, al igual que la posibilidad de que se reproduzca intergeneracionalmente".
El informe precisó que"uno de cada dos niños o adolescentes (en 2014) carecía de las condiciones mínimas para ejercer al menos uno de sus derechos sociales, y sus hogares carecían de los recursos indispensables para satisfacer sus necesidades básicas".
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Adicionalmente, en 2014 la carencia de acceso a la alimentación resulta particularmente preocupante, ya que 27.6 por ciento de las personas menores de 18 años reportaron experiencias de hambre o insuficiencia en la cantidad o calidad de alimentos consumidos, frente a 23.4 por ciento en el caso de la población en general.
Vivir en una zona rural también incide en el acceso, permanencia y conclusión educativa, destacó la Unicef. Mientras que 96.2 por ciento de los niños, niñas y adolescentes de seis a 14 años asiste a la escuela, en el caso de los indígenas –quienes se concentran mayormente en las áreas rurales– el porcentaje es de 92.7 por ciento.
Esta diferencia, mayor aún en el pasado, afecta también en los años de escolaridad. Por ejemplo, refirió el informe de la Unicef, "si el promedio nacional es de 9.1 años de escolaridad, la población hablante de alguna lengua indígena no logra alcanzar los seis años de educación primaria, lo cual representa un promedio de 5.7 años, y además con un año de desventaja para las mujeres (6.2 años para los hombres, 5.1 años para las mujeres).
También señaló que el analfabetismo evidencia la misma inequidad: mientras que el promedio nacional de analfabetismo en mayores de 15 años es de 5.5 por ciento (4.4 por ciento hombres, 6.5 por ciento mujeres), la población indígena mayor de 15 años presenta un nivel de analfabetismo cuatro veces mayor (23 por ciento), con una fuerte brecha de género (16 por ciento hombres, 29 por ciento mujeres).
A pesar de su elevado desarrollo industrial, de ser la decimoquinta economía del mundo y de estar clasificado por el Banco Mundial como un país de ingreso mediano alto, México presenta una proporción importante de habitantes que aún viven en condiciones de pobreza.
En efecto, en México por lo común las personas más pobres están empleadas en trabajos precarios, inestables y entre los peor remunerados; esto, a su vez, se refleja en la proporción de trabajadores que se encuentran en la informalidad: casi seis de cada diez personas ocupadas (57.8%) se desempeñan en empleos informales, según los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2015. En otras palabras, una proporción importante de trabajadores no accede a buenos empleos y a beneficios como la seguridad social y la posibilidad de cotizar una pensión para el retiro.
En cuanto al trabajo infantil, a pesar de los esfuerzos realizados por México para erradicarlo, se estima que en 2017 había en México casi 2.5 millones de niños, niñas y adolescentes trabajando, de los cuales casi la mitad no percibía ingresos.
Las empresas privadas y las paraestatales podrían solicitar a sus proveedores el compromiso de asegurar que no emplean a niños, niñas y adolescentes en sus procesos de producción. Igualmente, las entidades y organismos de financiamiento podrían negar apoyo a las empresas o proyectos que no garanticen que están libres de trabajo infantil.
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