Las sexoservidoras de la Merced, posiblemente uno de los barrios con mayor aforo de prostitución en la Ciudad de México, ahora podrán disponer de otra fuente de ingresos alternativa y alejada del ambiente de marginación, exclusión y violencia al que estaban habituadas.
Gracias a una iniciativa impulsada por estudiantes y egresadas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la cuarta más importante a nivel latinoamérica, las trabajadoras sexuales del emblemático barrio acabaron de fundar su propia empresa; una línea de cosméticos que están hechos a base de productos naturales.
"Lady Meche" es el nombre de la firma y este miércoles sacaron a la venta su primer producto comercial; un bálsamo labial cuya presentación hace recordar la estética art noveau que predominaba en las calles del barrio a principio del siglo XX, una de sus épocas más elegantes en las que también llegó a ser el centro del comercio de la ciudad y casa de diversos artistas.
Actualmente, la zona de "La Merced" se encuentra atestada de comercios informales, inmuebles a punto de caerse y hoteles de bajo presupuesto.
El cosmético fue nombrado "Alva Malva" y su costo en el mercado es de 150 pesos (USD 7.40), aunque por el momento sólo podrá conseguirse en universidades públicas y privadas, en bazares y a través de páginas de internet. Este humectante para los labios está hecho a mano y se utilizaron productos de la comunidad rural del Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca.
Según las trabajadoras sociales que crearon este proyecto, en él participan cerca de 30 mujeres dedicadas al sexoservicio. Todas tienen entre 35 y 60 años de edad y la mayoría son madres solteras que nacieron en zonas pobres del país.
Debido a que en el mercado de trata se le da preferencia a las jóvenes que tienen menos de 25 años, este grupo de mujeres ya no tenía las mismas oportunidades ni los mismos ingresos para mantener a sus familias.
María Elena García Mendoza, una de las gestoras del proyecto, aclaró que en su organización las trabajadoras sexuales fueron invitadas a formar parte de esta iniciativa, independientemente de si decidieron seguir ejerciendo la prostitución o no: "nosotros no buscamos terminar con la trata. Lo que hacemos es darles la libertad de decidir sobre su vida y les ofrecemos una oportunidad de ser emprendedoras", detalló.
A pesar del proxenetismo que rige la labor de la mayoría de las mujeres que trabajan en La Merced, normalmente a base de exclavitud y tratos violentos, las investigadoras del plan aseguraron que todas las participantes "son libres" y que ya no tienen ningún mediador que les controle su trabajo.
Esta idea de intervención social costó cuatro años de investigaciones académicas y más de 14 meses de escuchar historias de las sexoservidoras. El emprendimiento fue premiado en distintas universidades del país.
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