Polémica en Chiapas: empleados de gobierno "fumigaron" a integrantes de la caravana migrante

Algunos migrantes pensaron que se trataba de gas lacrimógeno. Entre los afectados, había niños

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El gas que echaron a los migrantes es ligeramente tóxico y no puede entrar en contacto con la piel (Video: @PdPagina)

Sin previo aviso, brigadistas llegaron a fumigar las banquetas donde llegaron a descansar integrantes de la Caravana Migrante en su paso por la población de Huixtla, en el estado de Chiapas, en México.

Los migrantes, que tienen como objetivo llegar a Estados Unidos, descansaban por la noche en las calles cuando los fumigadores empezaron a arrojar gas con la explicación de que era para "evitar contagios de dengue y enfermedades transmitidas por moscos", según documentaron en video periodistas de Chiapas Paralelo y Pie de Página.

Los hechos se registraron después de un emotivo encuentro entre los integrantes de la carava con madres de migrantes desaparecidos.

Los migrantes acusaron que no les avisaron de la “limpieza”
Los migrantes acusaron que no les avisaron de la “limpieza”

"Fue justo después del encuentro con madres, pero fue algo indignante como tal. Se movieron de ahí de ese lugar y ya van rumbo a un lugar que se llama Mapaztepec", dijo a Infobae Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano, quien acompaña a las madres.

"Es muy ofensivo porque pasa por las orillas justo donde está la gente", comentó uno de los migrantes en el video.

Los trabajadores rociaron el gas sobre mujeres, niños y ancianos que van en la caravana, por lo que los migrantes mostraron su molestia, pues no hubo ninguna precaución, como pedir a las madres con niños que se apartaran. Hasta ahora se desconocen sus componentes, aunque se considera ligeramente tóxico y no puede entrar en contacto con la piel de las personas.

"Hay un niño ahogándose, que no puede ni respirar", dijo otro. Integrante de la caravana.

La caravana partió de San Pedro Sula en Honduras el 13 de agosto, integrada por miles de personas que huyen de la pobreza y de la violencia en sus países natales, a su paso por Centroamérica se fueron uniendo ciudadanos de El Salvador y Guatemala para sumar un estimado de 7.000 personas.

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