En seis semanas, uno será el presidente del país y marcará un giro histórico en México. El otro es, desde hace más de una década, el hombre más rico del país y el máximo exponente del poder económico en América Latina. Son Andrés Manuel López Obrador y Carlos Slim Helú.
La historia que los une empezó hace 17 años, cuando López Obrador era jefe de gobierno en Ciudad de México (antes Distrito Federal). Los dos tenían la misión de rescatar el centro histórico para evitar su deterioro y convertirlo en una zona libre del comercio callejero y segura para el turismo.
Slim fue nombrado presidente del Consejo Consultivo del Centro Histórico (para invertir capital público y privado), y anunció una inversión en la zona de 1.000 millones de pesos a lo largo de una década. Así, el magnate compró 60 edificios en el primer cuadro de la ciudad, la mayoría para uso habitacional, aplicando su fórmula exitosa de comprar barato para vender caro.
"Yo no conocía a López Obrador. Cuando fue electo (jefe de gobierno), vino con un amigo mutuo y me invitó a invertir en la Avenida Paseo de la Reforma (una de las principales de la metrópoli). No le dije que no. Le propuse invertir en el Centro Histórico", contó el multimillonario en una conferencia de prensa este año.
Después de todo, para el magnate mexicano, el centro capitalino tiene un significado especial. Ahí se encuentra uno de sus primeros negocios, el llamado Sanborns de los Azulejos, en un edificio del siglo 17, sucursal de una cadena de cafeterías y restaurantes, propiedad de la familia.
"Sanborns fue la primera compañía inscrita en la Bolsa de Valores que compró Slim, tenía un prestigio social enorme, hasta la fecha muchas novelas hablan de la Casa de Los Azulejos. Era una empresa donde se estaba perdiendo el control accionario. El director de la empresa la estaba manejando mal", relató a Infobae Luis Enrique Mercado, ex diputado, que conoció a Slim en los años setenta, cuando aún era corredor de bolsa.
La asociación para el rescate del centro histórico desató muchas versiones en el sentido de que entre ambos personajes existía una relación cercana que ayudaría a López Obrador con el empresariado mexicano en su camino hacia la Presidencia de México.
El amor no es eterno
Sin embargo, la amistad entre los dos personajes terminó cuando López Obrador dejó la jefatura de Gobierno, en 2005, para competir por primera vez por la Presidencia de la República (2006). Desde entonces, admitió el mismo empresario, el trato fue muy lejano y se iniciaron los desencuentros que se intensificaron este año por sus diferencias sobre la construcción del aeropuerto capitalino.
Hubo otros eventos, principalmente declaraciones, que dejaron en claro que los dos hombres más poderosos del país no caminan por la misma acera.
En 2006, cuando López Obrador perdió la elección presidencial por una diferencia de 0,56%, convocó a un plantón sobre una de las principales avenidas de la capital que conecta con el centro histórico, Reforma, que durante semanas provocó grandes pérdidas a propietarios de negocios de la zona.
Entonces, el empresario calificó de "locura kafkiana" la protesta del dirigente izquierdista.
"El político y el empresario podrían haberse entendido de ganar el primero las elecciones presidenciales (de 2006). El eje central de AMLO para desatar el crecimiento económico era inversión pública y privada en infraestructura…para ello contaba con la disposición de Slim y su holding IDEAL (su empresa constructora)", señala el libro Los amos de México, que narra las historias de los 30 personajes más importantes del país.
El distanciamiento fue más notorio en 2010 cuando López Obrador publicó su libro La mafia que se adueño de México y el 2012, en el que incluyó a su antiguo aliado en una lista de 30 personajes que a su juicio integraban "la mafia del poder".
Con los años, las acusaciones del ahora presidente electo de México fueron subiendo de tono.
Durante el proceso electoral de 2017, donde se renovaron importantes gubernaturas, como la del Estado de México, López Obrador acusó a UNOTV, empresa de comunicación de Slim, de ser parte una campaña para desprestigiar a su partido político, Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
"En los últimos dos meses, sobre todo durante la campaña del Estado de México y unos días antes de las elecciones, fuimos blanco de ese medio de Carlos Slim", dijo AMLO en junio de 2017.
Para la campaña presidencial de 2018, López Obrador se rodeó de aliados empresariales cercanos y lejanos al magnate, por ejemplo, de su consuegro Miguel Torruco.
Pero el tema de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en el municipio de Texcoco, los mantiene en lados opuestos.
La terminal aérea está proyectada para ser la más grande de América Latina y la tercera a nivel mundial.
Uno de los yernos del magnate se encuentra en el equipo de arquitectos que diseño el proyecto, encabezado por el británico Norman Foster y las empresas de Slim ganaron la licitación para la construcción de la terminal de pasajeros, la torre de control, el centro de control y operación y una de las pistas.
López Obrador someterá la continuación del aeropuerto a una consulta pública ante la serie de inconformidades que ha despertado entre los habitantes de los alrededores y comunidades ecologistas, entre otros, por estarse construyendo en las inmediaciones de un viejo lago, lo que lo hace propenso a inundaciones.
Su postura es que si es tan buen negocio y la obra es tan viable, que Slim la pague con su dinero y él le dará la concesión.
Slim se mantuvo al margen de las campañas políticas presidenciales de este año. Incluso parecía que ambos había limado asperezas durante un evento de ingenieros en el que ambos se dieron un abrazo, pero hasta ahora tampoco ha señalado si construirá la terminal aérea con su dinero.
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