Rodrigo Alberto Latorre se ha tenido que adaptar a los antojos de su ídolo de la infancia
(Culiacán | Enviada especial) Hace una semana, Rodrigo Alberto Latorre, un argentino que reside en esta ciudad hace más de una década, estaba al igual que muchos incrédulo ante la noticia de que su ídolo de la infancia, Diego Armando Maradona, llegaría a dirigir al equipo local de fútbol.
La contratación del astro por parte del Dorados de Sinaloa, de la Liga de Ascenso, se hizo realidad. Latorre no lo sabía, pero su destino y el de Maradona estaban a punto de cruzarse, no sólo por vivir en la misma ciudad sino por algo que nunca imaginó: ser el elegido para cocinar los platos típicos argentinos a la parrilla que el técnico cena todos los días.
Hace tres años, este profesor de Educación Física, junto con otros dos amigos, también argentinos, decidió emprender la aventura de mostrarle a Culiacán la tradición argentina de los asados de fin de semana. Más que montar un negocio, la idea era fomentar la convivencia entre amigos y reunirlos en torno a la parrilla y pasar un buen momento. Así nació Los Argentinos parrilla-bar, un local en la plaza comercial 2255, a unos minutos del estadio de Dorados.
El local se montó con toda la informalidad del mundo: mesas de madera sin manteles, una parrilla sobre ladrillos, escudos de los distintos equipos del fútbol argentino como los de Boca y River, un pizarrón donde se explica qué significan algunas palabras usadas en su país de origen y al fondo, una camiseta de la selección albiceleste y el número 10 de Maradona.
"No queríamos perder nuestra costumbre argentina de hacer asados los domingos, siempre le gustaba a uno o a otro. Se dio, terminamos abriendo el restaurante. No somos restauranteros, nos gusta nuestra costumbre, yo soy del Norte, del Chaco, de Villa Ängela, un pueblo de 50.000 habitantes donde nos juntamos a jugar fútbol y hay asado. Para nosotros el asado es como una unión, una amistad. Siempre que hay una reunión en Argentina es por medio de un asado", señaló a Infobae.
El risotto del 10
A partir del domingo 9 de septiembre, su negocio tiene un significado diferente: mientras Rodrigo estaba en una reunión en casa de unos amigos, pasó lo que nunca se hubiera imaginado: recibió una llamada de una persona del club Dorados, que le preguntaba si podía prepararle a Maradona, que había llegado a la ciudad un día antes, una serie de platos argentinos para la cena, además de que tenía antojo de algo en particular que no tenía idea de cómo cocinar: el 10 quería carne magra, cocida 3/4 y risotto de champiñón y cuatro quesos. Todo, dentro de una hora.
"Rissoto yo no hago, eso es más italiano, a mí pídeme parrilla, es algo que traemos de la cuna de la vida. Empezamos a buscarlo en distintos restaurantes, un domingo a las 19.30 de la tarde y no conseguíamos. La carne me iba a ponerla a hacer yo porque ya sabía que la iba a querer a fuego súper lento, pero el risotto ¿de dónde lo sacaba? Y me dice una amiga 'yo lo sé hacer, pero ¿y si no le gusta?'. Y bueno, eso es diferente a no llevarle, ya si no le gusta pues otro día lo pueden pedir en otro lugar", recordó.
Mientras Rodrigo corrió a preparar la carne en su local, un grupo de amigos se fue al supermercado a comprar las cosas que faltaban, mientras otro se quedó cocinando el risotto.
Aún no salía de su sorpresa cuando al entregar la cena, en el piso número 7 del hotel Lucerna, donde vive el astro por el momento, fue recibido por un grupo de personas, entre ellos el mismo Maradona.
"El primer día pasé a dejarles la comida y lo conocí y… no te puedo expresar… fue magnífico, fue más de lo que soñaba, es tu ídolo, te guías por lo que dice la gente, pero llegar ahí y verlo con Luis Islas y ya les platiqué y empezamos a hacer cánticos argentinos, el estilo cancha lo transmitieron al comedor mientras dejaba la comida".
El 10 no lo supo, pero ese día cenó un risotto que ahora es ya una toda anécdota, porque al día siguiente volvió a pedir el platillo y la amiga de Rodrigo, de nombre Adriana, nuevamente dejó todo para volver a preparar el platillo para el técnico, que ese día probó dos tipos diferentes del platillo.
Y al tercer día… volvió a pedir risotto, pero el que le habían llevado la primera vez: "Y pues otra vez, ya mejor le tuvo que enseñar a hacerlo a mi esposa".
Hasta ahora, ese el aprieto más grande en el que el 10 ha puesto a su parrillero en Culiacán. "El primer día que fui les dije: el risotto no lo hago yo, lo hizo una amiga, pero ahí está, y tres días seguidos risotto, y eso fue la risa de todos, ¡tres días seguidos risotto!".
"En la vida me imaginé, después de más de 30 años que ha sido tu ídolo, nunca pensé que lo iba a conocer tan lejos de tu país, tan lejos de todo", relata Rodrigo quien no puede ocultar su emoción cuando se le pregunta si alguna vez pensó que sería "El Parrillero" de Maradona en México.
Todos los días le piden básicamente lo que tiene en su menú que además de cortes incluye choripanes, molleja, chorizos…
La parada obligada
Siempre que llega un jugador argentino a Dorados, el negocio de Rodrigo y sus socios es una parada obligada, hasta ahora Maradona no ha pisado el establecimiento, pero su parrillero asegura que si eso pasa alguna vez "ahora sí me muero".
Aunque no es chef sino rehabilitador físico, asegura que la parrilla es algo que trae de cuna, por eso ve al restaurante como el bar de su casa y a Culiacán como una ciudad que le ha dado muchas cosas.
"Mi cuñado jugaba en el club Dorados, por eso es que tenemos tanta afinidad con el equipo", explicó. Hace 11 años llegó a una empresa llamada Agroindustrias del Norte para armar un proyecto por seis meses, luego empezaron los planes de la clínica de rehabilitación física y se quedó convencido por lo que nadie habla de Culiacán, una ciudad tradicionalmente ligada al narcotráfico.
"Lo que nadie habla de Culiacán es la gente: es maravillosa. Te puedo asegurar que tengo muchísimos amigos en los cuales encontré un grupo. La ciudad es maravillosa, tienes a 24 kilómetros Imala, un pueblito en la sierra, muy tranquilo al que nos vamos en bicicleta. Si quieres ir a la playa tienes Altata y todo eso lo haces en bicicleta. En el lugar donde yo nací tenía que planear un año para ir a la playa y acá te vas en bicicleta, tienes amigos, la gente se pelea por ayudarte y eso es lo que nos hizo quedarnos, tengo ya dos hijo culichis (como se le dice coloquialmente a los nacidos aquí)".
Sin embargo, esa inquietud de convivir en torno al asado siempre estuvo ahí, por eso, el local está montando al estilo de los barrios porteños, sin lujos, pero con una comida de buena calidad.
La parrilla cierra los lunes pero, esta semana, Rodrigo la abrió especialmente para cocinar la cena de Maradona, también tiene que pedir para él carne de un grosor especial.
Pero eso no fue lo único que Diego cambió. Aunque el lugar conserva lo tradicional de la comida argentina, tuvo que adaptarse también a lo que pedían los locales, quienes a menudo solicitaban que los alimentos enchilarán un poco.
"Fuimos doblando un poco las manos y empezamos a hacer una salsa picante, a las empanadas de carne les tuvimos que sacar el huevo con mucha pena porque acá lo comen solo como desayuno, pero vino el Diego y vino a cambiarlo todo de nuevo", aseguró.
Cuando se le pregunta la razón por la cual Maradona lo cambió todo, responde que no sólo porque prácticamente lo ha convertido en su parrillero oficial sino también porque un día que pidió una pasta a la bolognesa la encontró picante, "automáticamente tuvimos que hacer que mi esposa preparara la salsa como nos gusta a nosotros, ahora nos pidieron una milanesa a la napolitana y fui a buscar una carne especial porque yo sé como nos gusta, me tengo que ir anticipando porque como argentino ya sé como me va a pedir las cosas. Tiene que ser un corte más ancho, cómo hacer la salsa, el puré…"
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