La increíble historia del mexicano que fue confinado a Siberia dos décadas... ¡por un grafiti!

El error de Evelio Vadillo Martínez fue presuntamente realizar una acción que hoy en día hasta se considera arte: pintar un grafiti que decía "¡Viva Trotsky!"… en la ¡Rusia soviética!

Su historia ha sido poco investigada. Algunos periodistas y estudiantes han tratado de indagar sobre los vacíos en la historia de este personaje, pero los resultados son pocos. Uno de los trabajos más completos que se conocen hasta ahora en el país es la tesis de licenciatura Un comunista mexicano en el Gulag. El caso de Evelio Vadillo Martínez, escrita en 2013 por Enrique Gómez García, estudiante de Comunicación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Documentos del Archivo General de la Nación y de la Embajada de México en la por entonces Unión Soviética citados por el suplemento cultural Confabulario, permiten conocer que los gobiernos de los dos países libraron una larga batalla diplomática para lograr el regreso de Vadillo a tierra azteca.

Según el trabajo de Gómez García, el mexicano llegó a la Unión Soviética huyendo de su tierra natal donde había participado en la toma de una estación de radio de la capital para hablar ante los micrófonos sobre los beneficios del comunismo.

En 1935, ante la persecución que se desató en contra de Vadillo y otros participantes en el acto, el Partido Comunista Mexicano (PCM) le consiguió un pasaporte con un nombre falso y un viaje a la Rusia de Joseph Stalin, donde nada mas permanecería un año estudiando economía, política y sociedad en un centro de formación de cuadros.

"Y por disciplina de partido, mas a pesar de no hacerlo de buena gana, llevaba la ilusión de conocer la vida del pueblo y del trabajador ruso y de mirar con sus propios ojos las maravillas que se decía había realizado el gobierno de Stalin. Pero sufrió su primera decepción secreta: ni él ni los demás alumnos tenían contacto alguno con la vida rusa común y corriente, sino que vivían como en un claustro, aislados, como los internos de los viejos seminarios católicos, o más aún quizá. Formaba parte de una casta separada, privilegiada sin duda, pero evidentemente controlada y vigilada también", escribió en 1990 en la revista Nexos, Rodrigo García Treviño, uno de sus compañeros de partido.

Al terminarse el año, el régimen de Stalin no autorizó la salida de Vadillo del país, ya que en los baños de la escuela apareció en español la frase "¡Viva Trotsky!". León Trotsky había sido expulsado de la Unión Soviética en 1929 y había integrado a nivel internacional un movimiento en contra del dictador ruso.

El camarada Evelio

Antes de partir hacia su destino, Vadillo estudiaba Leyes en la Universidad Nacional de México. Se afilió al PCM en 1928, donde llegó a ser integrante del Comité Central.

Su ideología le valió entradas y salidas en diferentes cárceles, una de ellas las temidas Islas Marías, un penal mexicano en el Pacífico donde durante muchos años cumplieron condena los reos más peligrosos del país.

El autor mexicano Rubén Salazar Guillén, también simpatizante del comunismo, señaló que en un principio Evelio había realizado pintas en contra de Stalin. Según Confabulario García Treviño habría acusado al dirigente del PCM en México, Hernán Laborde de ser la persona detrás de la traición a Vadillo, quien se había convertido en un "militante incómodo".

Hombres del Comisariado del Pueblo lo arrestaron en noviembre de 1936, fue condenado a cinco años de prisión bajo el cargo de trotskista, durante ese tiempo pasó por las cárceles de Lubianca, la Prisión Central de Bultilkaia y Dimitrova.

En 1941 fue enviado a la ciudad de Suchinsky, en Siberia. Donde presuntamente estaba libre, pero vigilado por el sistema que lo tenía confinado a empleos como aguador en las cooperativas agrícolas y zapatero; después fue enviado a un campo de trabajos forzados.

El largo intento por regresar

Ni su esposa, que se quedó en México, ni sus amigos supieron nada de él después de su detención, pero en noviembre de 1947, se escapó hacia Moscú durante su traslado a Artiomovsky, en Ucrania.

A la embajada mexicana en Moscú llegó un hombre sucio hablando perfecto ruso, pero como no lo dejaron entrar gritó en español que necesitaba ver al embajador. Buscaba ayuda para regresar a su país.

Después de meses de una lucha diplomática, Rusia le impuso como condición de que retornara a Suchinsky, en Siberia, para cumplir con los requisitos policiacos que había pasado por alto pues como su pasaporte era falso, no podía acreditar su estancia legal.

Después de dos meses, fue autorizado para quedarse Alma Ata, donde se le dejó recibir ayuda de la embajada.

Seis meses más tarde, dos hombres que estaban junto a él en un restaurante aparentemente iniciaron una pelea en la que destrozaron platos y dañaron muebles, el mexicano fue detenido nuevamente acusado de formar parte del disturbio, con lo que quedaron suspendidos sus contactos con la embajada al ser sentenciado a dos años más de prisión en la ciudad de Krasnoyarsky, en Siberia central. En 1950 fue trasladado a Moscú y finalmente, en 1955 pudo regresar a México.

"Yo soy un hombre que estuvo en Rusia veinte años contra mi voluntad. Fui miembro del Comité Central del Partido Comunista en México. Dirigí organizaciones obreras e internacionales en mi país. Fui enviado a las Islas Marías, sufrí persecuciones, y como pago a mis servicios al proletariado nacional y de todo el mundo recibí el mayor castigo de mi vida, viviendo veinte largos años en un país extraño, donde todo era injusto y hostil, aislado de mi Patria y de los míos. Fui marxista-leninista-stalinista de buena fe, estuve contra México y los mexicanos y mi tragedia me ha hecho amar a mi México, donde al fin me encuentro de nuevo, considerándome el más feliz de los mortales", habría dicho en su primera y única conferencia de prensa al regresar a su país, según publicó Treviño.

Después de su triste aventura, Vadillo murió en un café de la Ciudad de México, el 7 de abril de 1958, presuntamente envenenado con cianuro.

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