Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, el primero de la izquierda.
Ganó. Tres campañas y 12 años después de su primera candidatura, Andrés Manuel López Obrador asumirá el gobierno el próximo 1 de diciembre, y será el primer Presidente de izquierda en México.
Muchos, sin embargo, dudan que represente a la izquierda. Entre ellos, su ex asesor Macario Schettino, académico, y Marco Rascón, quien fue parte de los fundadores del PRD desde las corrientes de izquierda –y no de los ex priistas–, y que en estas elecciones contendió como candidato al gobierno de la Ciudad de México.
"El no es de izquierda en absoluto, es un representante del viejo PRI, del nacionalismo revolucionario", dice Schettino y Rascón, por su lado, rubrica que es una combinación entre Echeverría (ex presidente mexicano a quien consideraron un populista) y Daniel Ortega (presidente de Nicaragua) por sus referencias espirituales.
Dos veces derrotado en las urnas de una elección local y dos veces más en la contienda presidencial, López Obrador ha logrado exorcizar el fantasma que lo acompañó 30 años: la sospecha de un fraude en su contra.
Sus seguidores cumplieron la consigna que estalló en julio de 2006. Aquella que prometía "llevar al 'Peje' a la silla" (presidencial), en la elección presidencial más cerrada en la historia reciente de México, que lo dejó a 0,63% de distancia del triunfo.
Tan competida fue la elección de que el entonces Instituto Federal Electoral se negó a declarar la ventaja para alguno de los candidatos y cada uno se proclamó ganador por su cuenta. A las 11:19 de la noche de ese 1 de julio, López Obrador dijo: "Quiero informar al pueblo de México que, de acuerdo con nuestros datos, ganamos la Presidencia de la República". No fue así.
Después de aquella elección, nadie hubiera apostado por su triunfo hoy. Incluso muchos retiraron las apuestas a su favor luego del conflicto poselectoral que dejó un país dividido, la avenida Reforma bloqueada durante 43 días, un "gobierno legítimo" proclamado por él mismo y su imagen más que afectadas tras sus arrebatos.
AMLO, como lo llaman, se había negado a participar en el primer debate, le había soltado al entonces presidente Vicente Fox un "cállate, chachalaca" durante la campaña y mandó al diablo" a las instituciones en un mitin poselectoral.
Después de esa campaña, a él y su partido –entonces el PRD– los llamaron violentos, rijosos, y los votos a favor de los candidatos perredistas cayeron en la siguiente elección intermedia de 2009: de 18,2% a 12,9%.
Para la campaña de 2012, López Obrador y su partido se recompusieron como pudieron. Cada vez más alejados entre ellos: él con nuevos aliados, casi todos ex funcionarios de su gobierno en la Ciudad de México. Entre ellos estaba Marcelo Ebrard, quien había declinado a su favor en la campaña de 2000 para jefe de Gobierno, formó parte de su gabinete, lo relevó en el cargo al ganar la elección de 2006 en la capital y hasta le "disputó" la candidatura presidencial del PRD por el método de encuesta.
A esta elección federal, AMLO vino de abajo y remontó en las encuestas hasta rondar el 34% de la intención de voto, pero 4 puntos debajo del entonces candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, quien ganó la elección.
La noche del 1 de julio de 2012, en el hotel Hilton de la Ciudad de México, López Obrador fue más cauteloso ante los resultados preliminares que le daban el triunfo a Peña Nieto: "La postura que asumo es esperar hasta que tengamos las actas y todos los resultados".
Pero reclamó falta de equidad en el proceso, "dinero a raudales" para favorecer al candidato del PRI y una riada de irregularidades durante la campaña y la jornada electoral.
López Obrador había perdido de nuevo y las alertas de conflicto poselectoral se encendieron de nuevo.
Pero AMLO ya no tenía el mismo apoyo de su partido, sus simpatizantes eran menos y en el país había otras preocupaciones. Una en particular: los saldos de la guerra contra el narcotráfico que había emprendido Felipe Calderón como presidente, al inicio de su gobierno.
Así, hubo quienes pusieron punto final a la historia electoral de López Obrador. Terco, obstinado y necio como se mira él mismo, regresó y ahora habrá que escribir su siguiente capítulo.
Por lo pronto Tatiana Clouthier, quien fue su coordinadora de campaña, adelanta que "Andres Manuel se irá de la presidencia como llegó: vestido con su pantalón caqui y su camisa blanca".
La infancia tropical y beisbolera
Hacia atrás es difícil encontrar un detalle de la vida de López Obrador que los mexicanos ignoren, de tanto que se ha escrito sobre él: al menos 16 libros, 13 más escritos por él y dos documentales. Pero hagamos un repaso.
Nació el 13 de noviembre de 1953 en el municipio de Mascupana, Tabasco. Hijo de Andrés López Ramón y Manuela Obrador González, tuvo seis hermanos –uno, José Ramón, murió a los 14 años por un accidente con una pistola– y una infancia de campo y afición profunda por el béisbol, que heredó de su abuelo materno, don José Obrador.
Su madre, Manuela, fue la figura más importante de sus primeros años, y la muerte de su hermano el hecho más relevante, coinciden sus biografías. La muerte de José Ramón llevó a su familia a cambiar su residencia de Tabasco a Agua Dulce, Veracruz, donde sus padres abrieron dos negocios. Uno, en el que vendían artículos de novia y primera comunión, se llamaba "Amor y paz", como su lema en esta campaña que ha concluido con su victoria.
En aquellos años, Andrés Manuel era un muchachito que transitó la adolescencia entre la escuela y los domingos de monaguillo en la Iglesia. Después, en la preparatoria, habrá que imaginarlo con el cabello largo, después comerciante de ropa y medicinas en los pueblos de Tabasco y al volante de un Renault amarillo y luego de un Volkswagen que compró con su propio dinero, relata la periodista Blanca Gómez en su libro "¿Y quién es? Historia de un hombre enigmático".
Fue en esa época que apareció en su vida una "poderosa influencia en su vida": su profesor Rodolfo Lara Lagunes, también activista social, quien le reveló la estatura en la historia de México de Benito Juárez, el presidente liberal del siglo XIX que separó la Iglesia del Estado.
Lara Lagunes despertó en AMLO "su conciencia social" y "lo sumergió en los ideales de Juárez, cuya austeridad republicana se convirtió en la contraseña del mesías político en ciernes", escribió George Grayson, autor del libro "El mesías mexicano. Biografía crítica de Andrés Manuel López Obrador".
A la Ciudad de México llegó en 1973 para estudiar su licenciatura en ciencias políticas en la UNAM. De esta se tituló muy tarde, recién en 1987.
Tal vez lo más relevante de su juventud fue su relación con el poeta y político tabasqueño Carlos Pellicer, a quien acompañó en su candidatura rumbo al Senado en 1976.
Estrechamente vinculado a los grupos indígenas de Tabasco, Pellicer se hacía llamar "el apóstol de los chontales" y de él se cuenta que vendió sus pinturas del artista mexicano José María Velasco para financiar a favor de los indígenas una fábrica de escobas, un taller que producía tambores y la producción de jitomates, frijoles, maíz y yuca.
López Obrador sentía por él una enorme admiración que revive todavía hoy en sus discursos. Fue él quien le reveló la cara indígena del país: la de la pobreza, la explotación y la discriminación contra los indígenas, escribió Greyson.
Ademas, su relación con Pellicer le abrió las puertas de la política en Tabasco, a donde regresó al concluir la universidad. Allí pasó de maestro universitario a funcionario público del gobierno estatal, en un puesto menor: como director de un centro que atendía a las comunidades indígenas.
Las raíces nacionalistas
Al comenzar la década de los 80, López Obrador se casó con su primera esposa, Rocío Beltrán, en Tabasco. Allí ocupó por primera vez un puesto en la estructura del PRI, como director del centro de estudios políticos, económicos y sociales de ese partido.
Afiliado al ala más nacionalista del PRI, inclinada a la izquierda, después ocupó la presidencia de ese partido en Tabasco y durante 24 horas fue oficial mayor del gobierno local. "Renuncié porque consideré que me alejaba de mis propósitos fundamentales y afectaba mis principios como hombre público", dijo en su momento en una entrevista que consigna la periodista Blanca Gómez".
Alejado del PRI de Tabasco, viajó a la Ciudad de México con su esposa y su primer hijo, José Ramón. Aquí escribió dos libros sobre la historia de su estado, trabajó en el Instituto Nacional de Consumidor y se hundió en los libros de historia de México y en las biografías de los héroes mexicanos de la Independencia y la Revolución, de Juárez y el general Lázaro Cárdenas, el presidente que expropió el petróleo y a quien AMLO reconoce como el mejor de México.
La influencia de Juárez y Cárdenas es explícita en su manera de ver el servicio público: "Hay que ser como Lázaro Cárdenas en lo social y como Benito Juárez en lo político", le dijo al escritor Enrique Krauze, que toma la cita de una conversación que tuvo con López Obrador cuando este fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México y la anota en su texto "El mesías tropical", publicado en la revista Letras Libres el 30 de junio de 2006.
En el río revuelto electoral de 1988, López Obrador buscó la candidatura al gobierno de Tabasco por el PRI, pero se la negaron. Para entonces, ese partido ya estaba fracturado desde dentro con la salida de la Corriente Democrática que encabezaba Cuauhtémoc Cárdenas. A esta se unió López Obrador para contender por la gubernatura de su estado.
Marco Rascón, fundador del PRD desde los partidos de izquierda, afirma que Andrés Manuel no dejó el PRI por una convicción ideológica sino por sus propios intereses cuando lo rechazaron como candidato al gobierno.
"Fue por un conflicto en la estructura del PRI", dice. Sin embargo, Greyson afirma que también había en él descontento por la ruta neoliberal que había tomado ese partido desde la presidencia de Miguel de la Madrid (1982-1988).
"El Peje estaba convencido de que los tecnócratas habían traicionado el compromiso del PRI con el nacionalismo revolucionario", escribió en su libro.
AMLO perdió la elección en Tabasco, pero su derrota fue el resorte que impulsó al líder social y al político de izquierda, al convertirse en presidente estatal del recién fundado PRD, en 1989.
"Fue la única dirigencia regional de carácter carismático, que sustituyó la falta de estructuras orgánicas del partido", dijo en su momento Porfirio Muñoz Ledo, ex priista y ex perredista, quien formó parte de los fundadores del PRD y fue su presidente.
En los años siguientes, AMLO será nuevamente candidato a gobernador en Tabasco, encabezará dos éxodos por la democracia y al frente de un movimiento social enfrentará a Pemex para defender los derechos de trabajadores y exigir indemnizaciones para comunidades afectadas por la actividad petrolero.
Sus experiencias como candidato de oposición lo enfrentan con "una sierra circular de robo de votos, intimidaciones y calumnias por parte del partido oficial", afirma Greyson.
Luego de los "éxodos" y de su movimiento contra Pemex –que incluyó el cierre de carreteras y el bloque de pozos–, AMLO rompió la frontera regional para asumir la presidencia nacional del PRD y alcanzar una proyección nacional.
Rascón destaca de la figura de López Obrador las constantes referencias bíblicas en su biografía. "El éxodo, Moisés que va a rescatar a su pueblo", dice.
Esta es la imagen de "mesías" que tanto explotaron sus detractores durante sus campañas por la Presidencia. El "mesías tropical" del que escribió Krauze en la elección de 2006.
"El 'inconsciente colectivo' de muchos mexicanos está arrastrando a López Obrador al desequilibrio, exigiéndole cumplir expectativas mesiánicas. (…) Y de llegar al poder, el 'hombre maná', que se ha propuesto purificar, de una vez por todas, la existencia de México, descubrirá tarde o temprano que los países no se purifican: en todo caso se mejoran", escribió Krauze en su artículo de 2006.
La crisis económica, alimento de su oposición
La proyección de López Obrador en la política mexicana creció cada vez más a partir de su cargo como presidente del PRD nacional, pero siempre atrás de Cárdenas.
El "ingeniero", como todos lo llaman respetuosamente, seguía siendo la figura número uno del PRD y de la izquierda en México, y será él quien protagonice su primera gran victoria en las urnas, como primer jefe de Gobierno de la capital.
Al abandonar Cárdenas el cargo para contender por la presidencia en 2000, nadie imaginó que su sucesor sería López Obrador.
Los capitalinos apenas lo conocían y por arriba de él había perredistas mejor identificados. Entre los jaloneos que siempre han marcado la vida institucional del PRD, AMLO resultó candidato.
Para apoyarlo, el PRD puso en marcha una estrategia que le dio buenos resultados: la promoción del voto mediante las llamadas "Brigadas del Sol".
AMLO en ese momento tenía otro radio de acción: su pelea con la política económica neoliberal del gobierno mexicano.
Desde entonces, su antagonista será Carlos Salinas de Gortari, el presidente que se presentó en su momento como el gran reformador y que entregó el país con una sublevación armada en Chiapas –del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)– y la peor crisis económica de todas las que había atravesado México hasta entonces.
"Llegaría a considerar a Salinas la encarnación satánica del neoliberalismo, que tenía que exorcizarse para liberar a la gran mayoría de los mexicanos", escribió Greyson.
De su férrea oposición a la política económica, que ha tenido como principal argumento la defensa de los más desprotegidos (su lema de campaña en la Ciudad de México fue: "Por el bien de todos, primero los pobres") nació su base social, y esta creció en la medida que se agravó la crisis económica y aumentó el desánimo social. Con esta combinación, AMLO sumó fuerza opositora y fidelidad popular.
Tatiana Clouthier, su coordinadora de campaña, describe una escena que para ella dibuja el aprecio popular por López Obrador. "Me impresiona mucho la cantidad de cosas que la gente le regala y que él lee cada uno de los mensajes que la gente le entrega en la mano". Son peticiones que él anota y guarda y trata de dar respuesta, afirma.
A su favor además jugó el desprestigio de la clase política mexicana sumida en la corrupción, así como las debilidades del sistema y el Estado que dieron como resultado la impunidad, consideró Greyson en su momento.
Algunos lo han considerado "un político de caos". También la contraparte de una elite que se negó a emprender cambios profundos sobre todo para acortar distancias sociales.
Andrés Manuel se fortaleció de las debilidades del sistema y de las instituciones, me dijo George Grayson en alguna conversación.
Alcalde de la capital
Pese a todas las oposiciones, dentro y fuera del PRD, López Obrador resultó candidato al gobierno de la Ciudad de México. Y ganó.
Su presencia en el escenario nacional cobró entonces una relevancia que nadie previó, pero que, visto a la distancia, ya delineaba su figura como candidato y un plan de gobierno que iba más allá de lo local.
En su jura, frente al entonces presidente Vicente Fox, López Obrador soltó frases que lo definirán:
"No aceptamos el truco de llamar populismo o paternalismo a lo poco que se destina a los pobres, y calificar de fomento o rescate a lo mucho que se entrega a los privilegiados".
"No es el pragmatismo el que nos mueve, mucho menos la ambición de poder absoluto o de dinero. Por eso, con mucha firmeza defenderemos, junto con muchos otros, un proyecto de nación distinto y contrapuesto al que se ha venido imponiendo".
"No aceptamos que el gobierno siga siendo un comité al servicio de una élite. No aceptamos la fórmula de privatización de ganancias y socialización de pérdidas".
Era diciembre del año 2000. Y a partir de ese momento, AMLO comenzó a ganar cada vez más espacio en los medios, con sus conferencias de prensa "mañaneras", sus reuniones de seguridad a primera hora, su "austeridad republicana" y sus polémicas políticas y acciones de gobierno.
Becas, apoyos económicos, servicio médico y medicinas gratuitas para los más desfavorecidos, construcción de preparatorios y universidades públicas que todavía hoy se conocen como "peje-prepas" y "peje-universidades". Y el programa social que fue la joya de su corona: la pensión universal para personas adultas mayores, que les garantizó un ingreso básico, independientemente de su condición social.
Por otro lado, emprendió un programa de remozamiento que le cambió el rostro a la Ciudad de México y que, al mismo tiempo, favoreció a grupos económicos, principalmente desarrolladores inmobiliarios y constructores. Entre ellos, Grupo Rioboó, que se hizo cargo de la construcción del Segundo Piso de Periférico, la obra pública más ambiciosa de su sexenio.
Sin embargo, su alianza más controversial fue con el magnate mexicano Carlos Slim, el hombre más rico de México. Con él como artífice, llevó a cabo la recuperación del Centro Histórico, aunque ello significó dejar en manos del magnate muchos de los inmuebles que hoy administra a través de una empresa inmobiliaria de su propiedad.
En su etapa como jefe de Gobierno, además, sus detractores comenzaron a advertir de manera más insistente un rasgo de su personalidad: su autoritarismo.
Macario Schettino, quien fue asesor económico de López Obrador como presidente del PRD, advierte: "A él le cuesta mucho trabajo aceptar que otras personas piensen distinto y, en particular, sus subordinados". Por lo tanto, prevé que como presidente "será lo que es: un autoritario".
Advierte además que el sistema político mexicano no será suficiente contrapeso para AMLO. "La democracia mexicana tiene muy poco tiempo de existir, no tenemos muchas instituciones democráticas que lo puedan detener", dice. Y con mayoría de su partido Morena en las cámaras de Diputados y Senadores, afirma, será todavía más difícil.
Su coordinadora de campaña, Tatiana Clouthier, apenas da importancia a esas afirmaciones. "Me ha tocado verlo en las sesiones del equipo de gabinete, dialogando, discutiendo, tomando acuerdos con su equipo y en equipo".
Esa es la opinión de muchos de sus colaboradores que sonríen siempre frente a la afirmación que dibuja a López Obrador como un político autoritario. Si acaso, dicen, es impredecible a veces.
No es fácil trabajar con él y menos entenderlo en algunas ocasiones. Su liderazgo impone mucho trabajo, afirman: esa autodisciplina de la que hablan sus biógrafos, que no concede descanso a su causa.
"Es un hombre extremadamente trabajador que ha sabido poner el interés de los ciudadanos por encima del propio –y esto se refleja en cómo ha gobernado y cómo vive– y es incansable", afirma Clouthier.
Escándalos de corrupción y la teoría del complot
Si su gobierno en la Ciudad de México transcurrió con aciertos, también hubo escándalos que lo mancharon. Entre ellos, el episodio de los videoescándalos que exihibieron a su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce, jugando en Las Vegas, y a su secretario particular, René Bejarano, recibiendo dinero en efectivo que guardaba hasta en las bolsas de su saco.
Detrás de los videos estaba el empresario argentino Carlos Ahumada, que se había convertido en una especie de mecenas del PRD, favorecido con contratos de obra en distintas delegaciones de la Ciudad de México. Los dos cayeron en la cárcel: Bejarano y Ahumada. Y los dos salieron, pero el daño a la administración de López Obrador estaba hecho.
Frente a estos hechos, él argumentó un "complot" de sus enemigos. A la cabeza, por supuesto, estaba el ex presidente Salinas y Diego Fernández de Cevallos, un líder histórico del PAN y su candidato a la Presidencia en 1994, quien no disimulaba su oposición a López Obrador. A ellos, sobre todo, atribuyó los golpes a su administración.
Pero Tatiana Clouthier, a la distancia, valida sus teorías al acompañarlo en los últimos seis meses en su campaña: "Antes pensaba que Andrés Manuel exageraba al hablar de la mafia en el poder, pero hoy creo que se quedó corto".
Del complot tampoco dejo fuera al entonces presidente Vicente Fox, que ya le había propinado un puntapié al cesar al jefe de policía en la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, luego del linchamiento en la delegación Milpa Alta de tres agentes de la Policía Federal Preventiva, ahora extinta.
A pesar de Fox, AMLO colocó a Ebrard después como secretario de Desarrollo Social. Su alianza pactada en la campaña por el Gobierno de la Ciudad de México, cuando Ebrard renunció a su candidatura a favor de López Obrador, se concretó más tarde en relevo: Ebrard sería su sucesor.
De la adversidad, sin embargo, vino la fuerza. En 2005, en el último año de su administración en la capital, la Procuraduría General de la República solicitó a la Cámara de Diputados su desafuero por haber desobedecido una orden judicial que lo obligaba a cancelar la construcción de una calle en un predio en litigio.
El desafuero se consumó el 7 de abril de 2005. Pero las manifestaciones de apoyo a López Obrador y la crisis política que desató esta acción obligaron al gobierno de Fox a desistirse.
Unos años después, al cabo del conflicto electoral de 20o6, el académico y analista político Jaime Sánchez Susarrey dijo de él: Andrés Manuel es un político que se mueve en la sutil frontera de la legalidad y la ilegalidad, la violencia y el movimiento pacífico, y sabe aprovechar y contribuir él mismo a crear las condiciones que le son convenientes.
De aquella etapa Marco Rascón recuerda una anécdota que significó para él la distancia entre Cárdenas y López Obrador.
Andrés Manuel, recuerda, invitó al ingeniero a una de las manifestaciones del desafuero. Cárdenas aceptó y llegó puntual para colocarse en la vanguardia de la marcha de apoyo al entonces jefe de Gobierno. "Sin embargo, Andrés Manuel nunca llegó. Él ya estaba en el Zócalo.
"Es decir, despreció la presencia de Cárdenas", dice. "Nos quedamos un grupo de amigos con él, protegiéndolo además de un grupo que lo va insultando porque presumen que le disputará la candidatura presidencial a Andrés Manuel".
En adelante, la relación entre ambos se quebró, seguramente por muchos motivos más. Y aunque López Obrador ha buscado el apoyo de Cárdenas, este nunca se lo ha expresado públicamente.
Los retos: sus contradicciones y la reconciliación
Al año siguiente, en 2006, López Obrador renunció al gobierno de la Ciudad de México para comenzar su carrera por la presidencia con un intenso recorrido por todo el país.
Una campaña por tierra, que lo levantó en las encuestas hasta un porcentaje de intensión de voto que rondó 40% y fue bajando el transcurso de la campaña, en medio de una campaña "negra" impulsada por empresarios, que lo identificó como "un peligro para México", al compararlo con el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez.
"Con López Obrador en la oposición, la oligarquía podía dormir tranquila porque allí lo conocía y no iba a haber sorpresas". Ahora quién sabe, dice Rascón.
A ojos de sus críticos, sus propuestas no encajan con la imagen internacional de un México moderno. Cuestionan que la suya es una visión económica de los años setenta, estatista, proteccionista, excesiva en el gasto público, dicen. Al estilo de los años de Luis Echeverría (1976-1982), presidente que se distinguió por políticas populistas y un excesivo culto a su persona.
Para sus colaboradores, la realidad ha dado razones suficientes para sostener a López Obrador al frente de una oposición que critica un modelo económico con saldos negativos para la mayoría de los mexicanos.
Sus opositores ahora cuestionan además su alianza con el Partido Encuentro Social, de perfil evangélico. Esto hace cuestionar todavía más su inclinación ideológica hacia la izquierda.
"Ha engañado a muchas personas haciéndolos pensar que es de izquierda por sus eslóganes de 'Primero los pobres' y repartir dinero a ciertos grupos, pero esto lo hace con un interés electoral, para ganar el voto de distintos sectores", dice Schettino.
De hecho, afirma, es un candidato muy conservador en materia social. "Y me parece que los izquierdistas que lo apoyan se están equivocando".
En esta campaña, estas críticas ya no encontraron el eco que esperaban. Pero en la campaña de 2006 sí surtieron efecto. Vino la crisis poselectoral, su autoproclamación como "presidente legítimo" y el abandono de su causa de algunos sectores de la sociedad.
El PRD pagó un alto precio por las decisiones de López Obrador y de ubicarse como segunda fuerza política, cayó otra vez al tercer lugar. Nunca se pudo reponer. Incluso después de la campaña de 2012, en la López Obrador remontó la desventaja hasta el segundo lugar, por abajo del entonces candidato Enrique Peña Nieto.
Vino la ruptura con la formación de su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que comenzó dentro del PRD y se deslindó después para convertirse en partido –su partido, dicen sus críticos– que hoy lo ha llevado a la Presidencia.
Hay que reconocer que López Obrador tienen "una inteligencia política y una sagacidad indudable para decirle a cada quien lo quiere escuchar", dice Rascón. "Pero al ser presidente aflorarán sus contradicciones", pronostica.
Tatiana Clouthier, en cambio, dice que el reto del nuevo gobierno será la reconciliación. "Tendremos que trabajar como sociedad para deshacernos de estigmas, heridas y desconfianza".
Ya lo decían sus adversarios desde 2006: vamos a tener Andrés Manuel López Obrador para rato.