La historiadora Silvia Zuragazo explicó la importancia del lugar.
Hace 511 años que en este lugar se realizó la última gran ceremonia en la que los mexicas encendieron el llamado fuego nuevo para cerrar un ciclo en el que podía terminar tanto la vida como el mundo, pero podía empezar una nuevo ciclo.
Se trata del Templo del Fuego Nuevo, en lo alto del Cerro de la Estrella, en Ciudad de México, al que todavía asisten personas a recordar las ceremonias que realizaban sus antepasados, y cada año se realiza también una de las representaciones de la Pasión de Cristo más importantes de América Latina.
Anteriormente, desde este lugar se encendía la antorcha de los juegos Panamericanos y Centroamericanos y desde aquí viajaba al país sede.
"Aquí se realizaba la ceremonia más importante de Mesoamérica. Este cerro (de 2.460 metros al nivelo del mar, era el más cercano a Tecnochtitlan (capital del antiguo Imperio Mexica y ahora Ciudad de México) y desde aquí se podía ver todo el Valle des cualquier lugar", explicó a Infobae la historiadora Silvia Zuragazo.
Cada 52 años, durante la constelación de las Pleyades –también llamada Tianquiztli–, los antiguos mexicanos celebraban el fuego nuevo que se trataba de un ritual metafórico de cierre e inicio de ciclo.
Para estar seguros de que la vida continuara otros 52 años, se encendía el fuego nuevo en el Cerro de la Estrella mientras se tocaban instrumentos típicos como el caracol. Este templo estaba compuesto por una pirámide, una plaza y una terraza con un centro ceremonial, como documentó el investigador Miguel Pérez Negrete en 2002.
Cada hogar celebraba la llegada del fuego nuevo encendiendo fogatas, en ocasiones se sacrificaban algunas aves, como las codornices, se quemaba copal y se arrojaba el humo a los cuatro puntos cardinales.
Una joya histórica
El templo es considerado de valor histórico por sus antecedentes y porque a nivel de Mesoamérica se sigue conservando la tradición de viajar todos los meses de febrero hacia ese lugar para realizar la ceremonia del fuego nuevo.
"Todavía viene gente como Los Dakota (sioux), gente de Guatemala y Perú a realizar sus ceremonias", agregó la historiadora.
Los mexicas fueron un pueblo de filiación nahua (originarios de México, El Salvador, Nicaragua y Honduras) que fundó México-Tenochtitlan y hacia el siglo XV se convirtió en el centro de uno de los estados más extensos que se conoció en Mesoamérica.
Se cree que el último fuego nuevo que celebraron fue en el año 1507, y que la llegada de los conquistadores españoles, en 1519, interrumpió el ciclo que debía celebrarse en 1559.
De hecho se cree que este fuego fue el más espectacular que se celebró en el México prehispánico. Dado que el calendario mexica había llegado a su fin, era necesario realizar un ritual tan llamativo que permitiera al mundo continuar existiendo por otros 52 años.
"Sientes que algo especial se respira aquí. Todavía se siente que es un lugar sagrado y desde aquí se puede ver toda la ciudad", comentó Zentli, una asidua visitante al lugar, mientras toca un instrumento prehispánico.
El fuego nuevo mexica era considerado el renacimiento de la esperanza de vivir otro ciclo, como si el fuego tuviera la capacidad de resurgir de las cenizas y crear un sitio cada vez más empoderante, fuerte e inmortal.
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