En estos poblados, el sonido de los pájaros cambió por el ruido de las armas. Autos quemados y paredes llenas de tiros son ahora los habitantes de al menos una decena de pueblos en el estado de Guerrero, en México, donde sus habitantes decidieron huir para evitar la violencia que había convertido sus vidas en un miedo sin fin.
La violencia generada por la disputa entre grupos locales del crimen organizado por el control de la amapola, expulsó a los habitantes de al menos 10 comunidades de los municipios serranos de Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo, quienes desde el pasado fin de semana comenzaron a abandonar sus casas luego de una serie de enfrentamientos armados y quemas de vehículos.
Según relataron a la cadena Televisa, todo inició el 9 de junio, cuando hombres armados irrumpieron en el pueblo de Corralitos, del municipio de Heliodoro Castillo, para asesinar a tres personas, una de ellas el comisario.
"Llegaron balaceando, matando a diestra y a siniestra", dijo uno de los habitantes.
El 10 de junio, soldados y policías estatales fueron atacados en la zona y posteriormente se dio otro enfrentamiento.
Después de los enfrentamientos se suspendieron los servicios médicos y la electricidad, en distintos pueblos.
La sierra de Guerrero se ha convertido en los últimos meses en un territorio importante para el crimen organizado, porque aquí se ubica el llamado Pentágono de la Amapola donde se produce entre el 40 y 60% de la goma de opio en el país.
En los municipios cercanos a la sierra se da la producción de amapola en aproximadamente 1.280 comunidades.
Los habitantes de Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo atribuyen la violencia a los enfrentamientos entre tres grupos locales: el de Onésimo Marquina, quien el año pasado logro que en la región se paralizaran los servicios públicos; el de Juan Castillo Gómez "El Teniente", quien según la Fiscalía Federal se ha dedicado al acaparamiento de la amapola, y un tercero al que los habitantes identifican como "Señor del Campo".
Corralitos, municipio de Leonardo Bravo, es una de las pueblos donde al menos 40 familias salieron como pudieron luego de que un grupo de sicarios vestidos de militar irrumpió la mañana del sábado pasado.
Testimonios publicados por el diario local El Sur, señalan que un comando de aproximadamente 200 hombres armados atacaron el fin de semana las casas a tiros e incendiaron autos.
"Les han robado sus casas, sus pertenencias, sus tierras, su ganado", dijo otro de los habitantes a la televisora y advirtió que la gente que decide quedarse en sus comunidades es obligada a trabajar para los grupos criminales sembrando amapola en sus tierras.
Alfonso González, comisario de la comunidad Filo de Caballos, una de las afectadas, aseguró que los maestros y los doctores ya abandonaron la zona por miedo a la violencia.
En un informe de 2017 la Comisión Nacional de Derechos Humanos identificó 51 poblados expulsores de desplazados por la violencia en 10 estados del país, pero no precisó cuántos quedaron como pueblos fantasma, totalmente deshabitados.
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