A la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México la llaman "El Corazón de México".
Es una zona de 532.000 habitantes repartidos en 42 colonias, que se dispara a 5 millones por la población flotante: la que va y viene todos los días para trabajar, estudiar, realizar trámites, pasear y divertirse. Especialmente en 6 de sus colonias: Centro, Cuauhtémoc, Juárez, Roma (Norte y Sur), Hipódromo Condesa y Condesa, donde se concentra la mayor parte de los 10.000 extranjeros que viven en esta demarcación, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración y del Inegi.
Estas colonias son sus arterias más importantes, digamos. Por ellas fluye el turismo, la más intensa actividad económica y financiera de la ciudad y las manifestaciones políticas que todos los días recorren el Paseo de la Reforma con rumbo al Zócalo.
Es decir: todos los días pasa algo en la delegación Cuauhtémoc.
Tal vez por eso el asesinato de un joven de 16 años en un bar de la colonia Condesa aparezca sólo como un homicidio más, entre los tres o cuatro que ocurren todos los días en la Cuidad de México.
Pero los habitantes de la Condesa piensan distinto. Ese crimen, que ocurrió hace apenas una semana, devuelve la atención a la página donde se quedó en septiembre pasado que ocurrió el temblor y que dice: por aquí ronda la delincuencia de alto impacto que usa armas, vende drogas, extorsiona negocios, acecha a vecinos y ahuyenta a visitantes y turistas.
El éxodo comenzó en septiembre
El sismo del 19 de septiembre de 2017 desplazó de la atención el tema de la criminalidad en la colonia Condesa.
Suficiente tenían los vecinos en medio de edificios colapsados o rotos desde sus esqueletos por el movimiento de la tierra. A su pesar, muchos huyeron por el miedo de un nuevo sismo en esta que es una de las zonas más caras de la ciudad, donde el metro cuadrado se cotiza en dólares (ronda los 900 dólares) y la plusvalía sube tan rápido como los precios de todas las cosas.
Se fueron sobre todo quienes rentaban departamento, incluidos algunos extranjeros que no habían imaginado una sacudida de 7.1 grados en una ciudad que tiene los pies puestos en el fango de un antiguo lago.
A pesar del éxodo de septiembre, la Condesa todavía es una de las colonias favoritas de los extranjeros que viven en la Ciudad de México, donde es fácil tropezar en un solo paseo con tres o cuatro idiomas y un español de diferentes tonos.
"Todo lo puedes hacer caminando, no necesitas auto, tienes todos los servicios, hay parques, jardines y mucho por hacer todos los días", dice Germán Bueno, un joven español de 27 años que vive en la zona desde hace tres, cuando llegó a trabajar a una empresa de publicidad.
A Germán el temblor lo "pilló" de viaje. Tal vez por eso, admite, no reaccionó como muchos en la colonia, que tomaron sus cosas y se fueron al sur de la ciudad, donde el suelo parece más seguro ante los espasmos de la tierra. Pero sí notó el cambio: edificios completamente desalojados, calles y negocios vacíos. "Era como una película", dice.
Durante meses, las calles de la Condesa aparecían vacías en horas y días en que sus cafés, restaurantes y bares lucían llenos. A los negocios de la zona les ha costado recomponerse, dice Alfredo Cisniega, administrador de un pequeño restaurante de la calle de Huichapan. "La situación ha mejorado, pero todavía estamos lejos de llegar a las ventas que teníamos el año pasado, antes del temblor".
La normalidad poco a poco ha vuelto. La gente ha regresado a comer, cenar, tomar un trago y divertirse en la zona. Por eso, a dueños y empleados de negocios les preocupa la inseguridad: que en los periódicos aparezcan noticias de balaceras, muertos, ajustes entre narcomenudistas, asaltos armados.
La gente ya no se siente segura
Algunos dicen que la inseguridad no es para tanto. Otros afirman que hace tiempo que caminan con las alertas encendidas y la desconfianza pegada.
Es el caso de Luis García, quien trabaja en la zona desde hace 15 años y hoy es bar tender en un lugar conocido como Tenesse. "Antes era muy tranquilo andar aquí a cualquier hora de la noche y el día", dice. "Pero ahora en la madrugada hay que andar muy alerta por lo que ha pasado (se refiere a los asaltos armados y los asesinatos)".
A él nunca le ha pasado nada, pero considera que sí hace falta reforzar la seguridad en la colonia. "Que nos pusieran atención a todos los que trabajamos y vivimos aquí", dice.
Entre los extranjeros también hay matices. Germán dice que toma ciertas precauciones. "Soy más cuidadoso, pero vengo de Madrid, así que la inseguridad no es tema que detenga".
Pero entre las familias estadunidenses que viven en la zona la versión es otra. "Hay calles que evitamos porque sabemos que allí puede haber problemas, los vecinos nos lo advierten", afirma Reth, un joven de 36 años de Texas, quien vive en México con su esposa y tres hijas, desde hace dos años.
Como sea, aquí la gente ya no se siente segura como antes. La colonia ha ido acumulando historias de crimen y narco local que le han opacada la belleza. Lo notan sobre todo los que la conocieron joven y deslumbrante, y han notado el paso de los años, de la gente y, sobre todo, de negocios de dudosa reputación.
"Pensé que con el temblor iban a revisar todo, al menos ese consuelo me quedaba, pero ahora me doy cuenta que todo seguirá igual", lamenta Rebeca, una mujer que ronda los 65 años y vive en la Condesa "desde que me casé", hace más de 40 años.
Prefiere no dar su apellido, por seguridad: "Vivo sola con una hija". Pero hasta su departamento ubicado en un edificio de los años 60 le llegan las noticias de la venta de droga, las balaceras, "los muertitos de la noche", como les llama ella.
"Esas cosas son normales", considera Ebiere Okah, una joven de Nigeria que se hospeda temporalmente en la Condesa. "En mi país son muy comunes ese tipo de casos, entonces no me parece alarmante".
¿La Marina aquí? Tal vez…
La madrugada del sábado 14 de abril, un joven de 16 años salió del bar Dembow Condesa, subió a su auto marca Audi y le dispararon desde afuera de la ventanilla del conductor, al parecer por indicaciones de un grupo de hombre con quienes discutió en el lugar. Hubo cinco detenidos.
Hay versiones que atribuyen el homicidio a la venta de droga en el lugar y la rivalidad entre narcomenudistas que operan para grupos como La Unión de Tepito. La investigación todavía no concluye, pero la sospecha sobre ese bar ronda desde 2013.
Entonces el Dembow Condesa se llamaba Black –es una maniobra recurrente de dueños de bares recurrir a prestanombres para simular un cambio de dueño y limpiar el historial del lugar, dicen autoridades de la delegación– , y afuera un hombre de 35 años fue ejecutado de dos balazos en la cabeza por un asunto de drogas también vinculado con La Unión de Tepito, de acuerdo con la confesión de Brayan Enrique Torres Razo, el único detenido por ese crimen.
Desde entonces se repiten los hechos violentos relacionados con drogas o grupos de narcomenudistas en el llamado corredor de las colonias Roma-Condesa, donde incluso operó durante varios años un inmueble que fue centro de distribución.
Estaba ubicado en el número 12 de la calle de Benjamín Hill, en una concurrida zona nocturna de taquerías. Era un edificio que una noche de 2011 tomaron por la fuerza supuesto grupos populares que demandan vivienda en la Ciudad de México. Sacaron por la fuerza a los inquilinos de los 16 departamentos y se hicieron dueños del inmueble y de la zona a fuerza de violencia. Toda la historia la investigó el periodista Héctor de Mauleón para el diario El Universal en 2016. Como consecuencia los invasores fueron desalojados, el inmueble demolido, el periodista amenazado y revelada la trama de drogas en la colonia Condesa.
La procuraduría capitalina informó entonces que había otros 17 inmuebles, desde donde se distribuía droga, pero no hubo más noticias al respecto. "La droga aquí sólo es noticia cuando viene acompañada de balazos", dice un joven que trabaja de valet parking en la calle de Tamaulipas, en la zona donde ocurrió el más reciente homicidio.
Otra vez, como ocurre siempre que matan a alguien en la zona, saltó el nombre de la Unión de Tepito y de manera más reciente su escisión: un grupo identificado como La U. Cualquier de estos tuvo que ver también en el asesinato de un reconocido DJ que desapareció al salir del bar Janis, también ubicado en la zona.
Se llamaba Luis Zamora y en la escena de los DJ lo conocían como Mr. Zamora. Su cuerpo apareció atado de las manos con sus agujetas y con dos disparos en la cabeza, tirado en una banqueta del sur de la ciudad.
La preocupación de las autoridades ha llegado a tal punto que hoy corre la versión de que las autoridades de la Cuauhtémoc han pedido el apoyo de la Marina Armada de México para vigilar las calles de las colonias Centro y Morelos (donde se encuentran los barrios de La Lagunilla y Tepito, principales puntos de distribución de droga en la delegación), y cerrarle el paso al narcomenudeo en el corredor Roma-Condesa.
Vecinos y comerciantes lo dudan: "Me moriré yo antes que barran con las drogas", dice Rebeca.
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