México tiene 120 millones de habitantes y sólo 3% dona sangre. Esto coloca al país en el último lugar de la donación altruista en América, de acuerdo con el último reporte de la Organización Panamericana de la Salud.
Este solo dato explica en parte la historia de éxito de Blooders.org, la única plataforma en su tipo en el mundo, que en 2013 lanzaron los hermanos César y Javier Esquivel en Monterrey, Nuevo León, para promover la donación altruista.
Ingenieros los dos, emprendedores y apasionados de las start-ups, los hermanos combinaron sus conocimientos y experiencias profesionales al diseñar Blooders.org como un sitio web y una aplicación que conecta a pacientes, donantes y hospitales que ofrecen o requieren sangre.
Para donar sólo hay que elegir el hospital afiliado, llenar un formulario y agendar una cita a través de su sitio web o de su app. A su vez, cualquier persona puede solicitar sangre en la comunidad de donantes, a través de una campaña gratuita que se sube a su sitio y puede compartir en redes sociales para expandir su alcance.
Los hermanos Esquivel pensaron Blooders.org "como el Facebook de la donación de sangre", dice César, quien recientemente fue elegido como el innovador social del año y uno de los 10 jóvenes mexicanos más innovadores por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés).
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) también reconoció a Blooders.org como una de las 14 organizaciones más innovadoras en el tema de salud, al ofrecer una opción que facilita la donación altruista de sangre.
Para recibir el reconocimiento viajaron a Buenos Aires, donde atrajeron la atención de muchas organizaciones de otros países del continente que ahora "nos buscan para ver cómo podemos colaborar", dice César.
La apuesta por una start-up social
Ingeniero biomédico por la Universidad de Monterrey, con maestría en administración de hospitales y servicios de salud, César se topó con el viacrucis de los enfermos y sus familiares que buscan donantes cuando un proveedor de la consultora biomédica donde trabajaba le pidió ayuda para su esposa que padecía leucemia. Necesitaba nada más que sangre, pero ya todos sus familiares se habían sometido a transfusiones. César pasó por alto la solicitud y tres meses después supo de la muerte de la mujer.
El episodio lo empujó a buscar una solución al problema de la donación de sangre en México. Pensó que la única forma de conseguir sangre de manera urgente en los hospitales y reducir los tiempos de espera para recibir una donación sería mediante una red de donantes y una base de datos eficiente para saber la ubicación y la caducidad del plasma.
César aprovechó su maestría para diseñar el proyecto y su hermano Javier aportó su conocimiento como ingeniero en tecnologías computacionales y emprendedor, pues a sus entonces 23 años ya había fundado Twitt2go, una app para pedir comida a través de Twitter, que le valió el apoyo del programa de aceleramiento de Naranya Labs. Esto significó un capital semilla de 20.000 dólares en efectivo y 20.000 dólares en especie, así como la asesoría de mentores nacionales e internacionales.
Para 2014 Blooders.org ya había ganado el concurso de Making more Health, de Ashoka, y Javier fue seleccionado para el programa de jóvenes emprendedores en Silicon Valley. Pero el modelo de negocios por el que han apostado nació apenas el año pasado. Hasta entonces, César financió toda la operación de la plataforma, que nació con una inversión inicial de 30.000 dólares.
"Ahora somos un híbrido entre una organización civil y una empresa", explica Javier. La plataforma para donar sangre es gratuita, aunque su operación genera costos que cubren, por ejemplo, con el apoyo de Microsoft y los premios que han ganado.
Como empresa, buscan inversión privada para crecer. "Le apostamos a un modelo de ingresos, diferente al de una asociación civil tradicional, que se enfoca mucho en el levantamiento de fondos y en vez de resolver el problema están buscando cómo solventar la organización", dice.
Blooders en cambio quiere pulir su modelo de negocio para poder garantizar su operación como una start-up social, como la llaman los hermanos Esquivel. "Siendo sinceros, no hemos llegado a nuestro punto de equilibrio, pero esa es nuestra apuesta para poder resolver un problema tan complicado, tan grande, y que no se muera como organización, como muchas han muerto", dice César.
Su modelo de negocios no es fácil, pero tienen ejemplos. Entre ellos Sala Uno, una empresa social ubicada en la Ciudad de México, especializada en la cirugía de cataratas a precios accesibles y con un modelo financiero que genera valor, afirma César.
También mencionan a Charity water, una organización no gubernamental dedicada al saneamiento para comunidades sin acceso a agua potable, que tiene un modelo sustentado en la tecnología y financiado por donadores privados.
El hecho es que "hay empresas que tienen mayor rentabilidad que otras que no tienen un componente social", afirma Javier. "El problema es que en México creemos que para ayudar a la gente tenemos que hacerlo gratis o de manera filantrópica mediante la recaudación de fondos".
De México para AL
Sobre Blooders.org, Fernando Amestoy, director del Polo Tecnológico de Pando, de Uruguay y miembro del jurado de Innovadores menores de 35 México 2016, escribió en MIT Review: "El proyecto es disruptivo y altamente innovador", porque "mediante un desarrollo informático de poca complejidad", ha conseguido ofrecer "una solución a un problema real, común a varios países latinoamericanos".
El problema es muy grave en todos los países de Latinoamérica con excepción de Nicaragua, donde tienen 100% cubierta la demanda con donaciones altruistas, afirma César. "Es decir, no donan porque alguien lo necesita, sino por su obligación moral o social y lo hacen regularmente". En el resto del continente, en cambio, "no hemos sido capacesde generar una cultura de la donación".
En la ruta hacia esa meta se interponen mitos, prejuicios, engorrosos procedimientos y, sobre todo, falta de información. De eso se dieron cuenta César y Javier después de pensar su plataforma como "el Facebook" de la donación, en la que todo el mundo se registraría.
No sucedió así y a partir de allí cambió la historia, dice César. "Nos dimos cuenta de que teníamos que generar una cultura de largo plazo, trabajando desde las escuelas, comunicar la causa, llegar a más personas, demostrar que donar sangre no es complicado: son siete o diez minutos conectados para la transfusión".
El problema es que en México al menos la donación puede llevar hasta 4 horas, tanto en hospitales públicos como privado. "Tenemos procesos de atención muy ineficientes", dice César. Y eso desalienta.
"En 2016 solamente hubo 80 mil procesos de donación de sangre altruista", dice César. Eso no quiere decir que 80 mil personas donaron, sino que una misma puede donar dos o tres veces, explica.
En el resto de Latinoamérica la situación no es mejor, y por eso el modelo de comunidad de donadores que impulsa Blooders.org ha llamado la atención en países como Argentina y Colombia y República Dominicana.
Aunque no descartan algún tipo de colaboración, por ahora su prioridad es México. "Hay tanta necesidad que movernos a otro país nos distraería mucho y creemos que aquí nos falta apuntalar el proyecto y cuando ya se encuentre un poquito más maduro poder ir a otros países", dice César.
Por lo pronto, Blooders.org cerró el año pasado con 3.500 procesos de donación altruista, más los que no pudieron registrar durante la emergencia del sismo del 19 de septiembre pasado. Tiene ya convenios con 60 empresas y su meta es ampliar este número así como los hospitales que reciben a los blooders para que siempre haya uno cerca de ellos.
"Donar sangre no duele, lo que duele es necesitarla y no tenerla", dice César como frase final. "Siempre me gusta cerrar con ella.
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