Si de transportar drogas se trata, los grupos criminales no tienen límites en el despliegue de su imaginación. Sus métodos y medios de tráfico incluyen paquetes y latas de comida, bebidas que pasan por refrescos, frutas, verduras, salsas y hasta perros de raza.
Nada los detiene en su empeño por cruzar la frontera o llegar incluso a Europa, donde ya hay evidencia de operaciones de grupos criminales mexicanos.
La fe también es un buen vehículo para la droga. Recientemente, en la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California, las autoridades decomisaron 60 pastillas de éxtasis escondidas entre las hojas cortadas de un libro de religión. Pero antes, en agosto, también habían localizado droga sintética en cuadros de madera con imágenes religiosas, que pretendían subir a un camión de pasajeros en la terminal de autobuses de Morelia, en Michoacán, de acuerdo con el comunicado de la Policía Federal.
En ese mismo estado, en octubre pasado, las autoridades también decomisaron 3 kilos de metanfetaminas en una lata de chingos zamoranos, un tradicional dulce de leche de la región, que iba con rumbo a Minnesota, en Estados Unidos.
Nada mejor que los partes policíacos para dar cuenta de la inventiva de los narcotraficantes mexicanos, en sus intentos de trasiego de drogas desde distintos puntos del país.
Entre frutas y verduras
En julio de 2015, por ejemplo, en el puerto de Manzanillo, estado de Colima, las autoridades fiscales detectaron cocaína diluida en pulpa de mora, un hallazgo que en ese momento consideraron "sin precedentes en México".
La droga iba oculta en un cargamento de 120 barriles con 24.000 kilos de pulpa congelada que provenían de Colombia, de acuerdo con el comunicado del Servicio de Administración Tributaria, responsable de las aduanas en México.
Las autoridades sólo pudieron percatarse de su contenido cuando la pulpa se derritió, pudieron tomar muestras del líquido y encontrar que 16 tambos (barriles metálicos) contenían además pasta de cocaína.
El cargamento iba a nombre de una empresa de prestación de servicios de agricultura y horticultura, registrada en Zamora, estado de Michoacán, pero las autoridades encontraron que su domicilio fiscal era sólo una obra negra.
Un año después, en noviembre de 2016, la Procuraduría General de la República (PGR) informó sobre el decomiso en Guadalajara, capital de Jalisco, de 100 kilos de marihuana ocultos en piñas, lechugas y falsos aguacates.
La policía encontró el cargamento al revisar una bodega donde había un camión cargado con cajas de madera que contenían aguacates, piñas y lechugas, listos para ser trasladados hacia Estados Unidos.
Al examinar las frutas y los vegetales descubrieron que en el centro de algunas piñas y lechugas había paquetes de marihuana y que los aguacates en realidad eran sintéticos y también contenían la hierba.
En julio de ese mismo año, la Marina informó también del aseguramiento de cocaína mezclada con salsa picante, que encontraron en 2177 contenedores de 60 kilos de peso cada uno en Manzanillo, Colima.
La droga diluida, que iba mezclada con chiles y otras especias, llegó a México procedente del puerto de Guayaquil, en Ecuador, y tenía como destino la ciudad costera de Mazatlán, en Sinaloa, de acuerdo con el comunicado de las autoridades.
Los animales también han servido de "mulas" del narcotráfico mexicano. En 2013 la policía italiana detuvo en la ciudad de Milán a 75 personas, entre ellos mexicanos, que traficaban cocaína pura en perros grandes de razas finas trasladados a Europa.
Las autoridades de aquel país informaron de al menos 48 casos de animales que llevaban en sus entrañas hasta 1,25 kilogramos de droga y después eran sacrificados para extraer los paquetes.
Consecuencias fatales
La lista de productos que el narco mexicano utiliza para el trasiego de droga incluye hasta el nopal, el vegetal que es un símbolo nacional mexicano. Así ocurrió en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde en junio pasado elementos de la Policía Federal aseguraron tres botes de nopales con droga, que provenían de Guadalajara, Jalisco, y pretendían ser enviados a Holanda.
Eran metanfetaminas disfrazas de nopales, disimuladas en un líquido aceitoso que parecía baba de esta planta tradicional mexicana. Llamaron la atención de la policía porque su color era más oscuro, tenía un olor químico intenso y al tocarlos se desintegraban, según reportó el comunicado.
Estos métodos de traslado, que parecen divertidos, también han tenido consecuencias mortales. En Mexicali, Baja California, en septiembre pasado un hombre de 33 años murió al beber un refresco que contenía metanfetaminas disueltas.
La necropsia arrojó como causa de su deceso la congestión generalizada de órganos vitales y edema pulmonar, de acuerdo con la información de las autoridades.
En agosto pasado, en la Central de Autobuses Norte de la Ciudad de México, la Policía Federal también halló 1.2 kilos de cocaína diluida en 15 tubos de crema para manos, que estaban dentro una caja de cartón y habían llegado a la capital proveniente de Monterrey, capital de Nuevo León.
En Culiacán, Sinaloa, también en la terminal de autobuses, hallaron 200 kilos de cristal oculto en sacos de sal.
La Policía Federal reconoce que estos decomisos se han logrado sobre todo por la labor de los binomios entrenados para la detección de droga. De acuerdo con sus cifras, entre 1 de diciembre de 2012 y el 30 de junio de 2017, las autoridades han logrado 2.011 aseguramientos por la labor canina.
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