Don Juan Martínez de Gualupita Yancuictlalpan, el impensado nombre detrás de una de las últimas fotos de Marilyn Monroe

La actriz lució en una sesión de 1962 un suéter fabricado a mano en ese pueblito mexicano. 55 años después, Infobae estuvo allí y habló con su creador

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Así se teje en el taller de los Martínez en Gualupita Yancuictlalpan

Gualupita Yancuictlalpan es un poblado del municipio de Santiago Tianguistenco en el Estado de México. En el pasado, la mayoría de sus habitantes se dedicaban al tejido a mano de suéteres y la fabricación de otras prendas de lana, pero con la industrialización la tradición que pasó de generación en generación se perdió.

Lo que no se ha perdido es el pequeño taller de la familia Martínez que tiene una historia poco conocida: aquí se tejió a mano, en un pequeño bastidor de madera, un suéter de lana que la actriz Marilyn Monroe usó en una de sus últimas sesiones de fotos, en 1962.

En esa sesión, el máximo símbolo sexual de todos los tiempos camina por la arena de la Bahía de Santa Mónica con un suéter de lana que resalta al ser la prenda que cubre su cuerpo.

Otro pueblo de México, Chiconcuac, famoso también por sus suéteres y abrigos, se ha querido atribuir la autoría de la prenda, pero "ellos no fabrican suéteres a mano", asegura Juan Martínez, el creador del modelo que hoy en día se sigue fabricando en el taller familiar, ubicado en el centro del pueblo.

Marilyn Monroe, en una de sus últimas sesiones fotográficas en 1962, con el suéter confeccionado en el taller de los Martínez
Marilyn Monroe, en una de sus últimas sesiones fotográficas en 1962, con el suéter confeccionado en el taller de los Martínez

"La historia se conoce poco. Hay gente de aquí del pueblo que tampoco la conoce porque pues a mí tampoco me ha interesado mucho contarla, pero sí hay gente que llega preguntando por el lugar donde puede comprar el suéter de Marilyn y como yo nunca lo saco al mercado, aquí se vende en mi taller, pues lo vienen a buscar hasta acá", afirma.

Don Juan empezó a tejer con bastidor en 1952, cuando tenía 10 años. En esa época, casi el 80% de la población se dedicaba a esta actividad. La historia de cómo el suéter llegó a las manos de la actriz tiene distintas versiones.

La historia que cuenta Don Juan a Infobae empieza a principios de los años sesenta, cuando una estudiante norteamericana llamada Kattie Pro llegó a la Ciudad de México –apenas a unos kilómetros del pueblo- como parte de un intercambio académico.

Don Juan, Marilyn y su suéter
Don Juan, Marilyn y su suéter

Kattie se dedicó a recorrer distintos poblados cercanos a la capital del país y fue así como llegó a Gualupita, donde conoció a Juan y a su familia. Vio los suéteres que fabricaban compró uno y antes de regresar a su país adquirió varios para venderlos en su tienda de ropa en Seattle.

A partir de entonces Kattie regresaba dos veces al año para hacerse de nueva mercancía. En un de esos viajes llegó con un póster y les dio la noticia de que uno de sus suéteres había sido usado por la actriz para una sesión de fotos. En la pared de la casa-taller de la familia aún cuelga la réplica de una de las imágenes de la sesión que ya tiene 55 años.

¿Cómo llegó la prenda hasta la actriz?

Cuando se le pregunta a Don Juan como llegó su creación hasta las manos de la actriz, recuerda que Kattie comercializaba las prendas bajo la marca Sashi, por lo cual se sabe que la prenda salió de sus talleres.

Kattie le aseguró que un día llegó a su tienda gente que trabajaba para la actriz buscando algunos suéteres que pudieran gustarle y que fue la misma Marilyn quien lo eligió de entre distintas opciones que le llevaron.

"Pero eso es lo que me dijo ella. Yo nunca supe exactamente que pasó", afirma sobre la prenda en color marfil con adornos en negro, gris y rojo, que aún se fabrica a mano.

Otras versiones aseguran que fue Kattie quien se lo llevó personalmente a Monroe.

"Cuando me platicó Kattie me dio mucho gusto. Nunca lo hubiera imaginado. Yo tenía 20 años", dice Juan, quien recordó que entonces la lana para el tejido la lavaban en un río cercano.

Juan Martínez, con una réplica del suéter que usó Marilyn
Juan Martínez, con una réplica del suéter que usó Marilyn

Las fotografías de Marilyn marcaron la diferencia en su negocio pues después de que se publicaron llegaron nuevos comprados norteamericanos que empezaron a vender la prenda en Portland, Oregon, y Santa Mónica, en California, donde los comercializaban bajo distintas marcas.

A partir de entonces llegó para la familia una etapa de bonanza en la que tuvieron que emplear a gran parte del pueblo para poder satisfacer los pedidos de entre 150 y 200 suéteres al mes.

Suéteres con otros diseños se hicieron famosos al aparecer en revistas y catálogos de moda que los ponían a la altura de los que se fabricaban en otros países como Dinamarca.

Sin embargo, en 1982, cuando México atravesó por una de las peores crisis económicas de su historia, en la que el peso se devaluó de 27 a casi 38 pesos por dólar, el negocio se tuvo que hacer más chico y en el pueblo los artesanos textiles empezaron a dedicarse a otras labores.

Una de las principales demandas de los clientes extranjeros de Juan era que los suéteres no picaran, algo que no podía garantizarles con la lana mexicana, por lo que tuvo que recurrir a importaciones de materia prima de países como Nueva Zelanda, Con la devaluación ya era imposible cubrir los costos de producción. Pero el icónico suéter nunca ha dejado de fabricarse, algunos son tejidos aún a mano por el mismo Juan Martínez.

"Hace 15 días vino una muchacha a buscar el suéter y me acuerdo que hasta se lo llevó puesto", recuerda Juan, quien actualmente sigue exportando a pequeña escala gracias a un cliente que tiene en Francia.

Hace mas de medio siglo la prenda tenía un precio de 160 pesos (USD 29), ahora se puede adquirir por 1.000 (USD 54). Si se compara con los precios de la ropa de diseñador, la actriz inmortalizó una prenda que puede estar al alcance del bolsillo de cualquiera.

Juan y Kattie se dejaron de ver hace muchos años. Recuerda que la última vez que se encontraron fue en la Ciudad de México y después ya no volvió a saber nada de la otra parte de la historia: la persona que vendió su suéter a la bomba sexual de Hollywood y lo hizo inmortal.

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