Un programa gubernamental que tuvo sus inicios en los años setenta para liberar carpa y tilapia en canales de Xochimilco —una de las 16 delegaciones municipales de la Ciudad de México— acabó con especies nativas que tenían millones de años habitando estos cursos de agua. Fue así que el ajolote mexicano —un anfibio comestible endémico del sistema lacustre del Valle de México— casi llegó a extinguirse.
En el año 2005 empezaron los esfuerzos para tratar de rescatar esta especie de características únicas, entre ellas la capacidad de regenerarse —lo que la hace atractiva para la ciencia— y su exclusivo sabor, que en la venta ilegal en algunos mercados puede alcanzar un precio de hasta 500 pesos (unos USD 25) por un ejemplar de un peso de 150 gramos.
La carpa y la tilapia son dos especies depredadoras a las que se quiso convertir en una fuente de alimentación para los mexicanos. Se llegó a poblar con estos pescados los 180 kilómetros de los canales de Xochimilco, que se hicieron famosos en los años 40 por la filmación de la película María Candelaria, ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes.
Pero por la contaminación del agua debido a las descargas residuales de la ciudad y la basura dejada por visitantes, los peces llegaron a registrar bajos niveles de plomo, mercurio y cadmio, por lo que sólo eran útiles para la preparación de harinas.
Millones de ejemplares, que se alimentan de huevecillos de ajolote, cavaron cuevas en la tierra de rodea los canales, lo que debilitó las chinampas —pequeñas extensiones de tierra de cultivo rodeadas por los canales— y acabaron con especies nativas como el ajolote, el charal —un pequeños pez comestible— y el acocil —una especie de langosta que mide entre 3 y 6 cm de longitud que vive bajo las piedras en numerosos ríos y lagunas—.
La presencia de estos peces también debilitó las raíces de los árboles que se encontraban cerca de los largos, además de que, por ser depredadores, también acabaron con las fuentes de alimentación de los ajolotes.
A lo largo de más de una década, habitantes de la zona han logrado sacar de los canales millones de tilapias y carpas para poder recuperar las especies nativas, principalmente el ajolote, que puede representar una fuente de ingresos para la economía de la zona.
"Todos estos años hemos venido limpiando también los canales de basura y reproduciendo ajolotes en cautiverio en un centro de conservación muy poco equipado que tenemos con tinas y peceras. No podíamos hacerlo en las chinampas porque la tilapia se los comía y también por toda la basura que había", explicó Dionosio Eslava Sandoval, del colectivo Umbral Axochiatl, durante un recorrido que hizo Infobae por la zona.
La importancia del ajolote
En las labores de limpieza de los canales y recuperación de la zona participan un aproximado de 80 campesinos, quienes verán que sus esfuerzos de años valieron la pena cuando en 2018 se realice la primera liberación masiva de ajolotes en las chinampas.
"Queremos recuperar nuestra zona, nuestra agricultura tradicional. El ajolote es una parte muy importante porque de ahí vamos a obtener el dinero para hacerlo. Hemos platicado con muchos chefs de muchos restaurantes para ver si podemos tener con ellos un mercado seguro y todos nos han dicho que están muy interesados en tener al ajolote en sus menús, en recuperarlo para la preparación de platillos tradicionales", explicó el líder de los productores.
Hace más de una década, ecologistas hicieron estudios en el lago de Xochimilco y la población de ajolotes era casi nula; los pocos que localizaron aparecieron mordidos o mutilados por los peces.
Los campesinos empezaron a recorrer los canales y lograron recolectar algunos, que fueron curados de sus heridas y colocados en peceras para ser introducidos en un programa de reproducción.
La palabra ajolote proviene del Xolotl, que era el nombre del dios azteca de la muerte, la resurrección y el juego.
Es uno de los parientes cercanos de la llamada salamandra tigre y puede alcanzar los 15 años de edad, hasta 30 centímetros de longitud y en el caso de las hembras, producir millones de huevecillos. Su color suele ser negro o marrón aunque también existen variedades albinas y blancas.
Una de las particularidades de este anfibio es que conserva su estado natural y no muta en salamandra, situación que la ciencia no ha logrado descifrar, de ahí también lo valioso de su ADN.
Son capaces de identificar campos eléctricos y capturar a sus presas gracias a ello y a su facilidad de detectar las señales químicas.
Es carnívoro y se alimenta de animales más pequeños que él, como peces, gusanos y otros insectos que habitan los lagos. Básicamente, come cualquier cosa que pueda atrapar, lo que incluye moluscos y otros anfibios.
En 2012 la mencionada organización logró liberar a los primeros ajolotes en zanjas lacustres que están libres de depredadores. El próximo año tiene previsto realizar una liberación masiva de ajolotes para, después de que se reproduzcan en grandes cantidades, empezar con la venta al público.