En las paradisíacas islas del Caribe, donde las playas de arena blanca y aguas cristalinas son el principal atractivo, una amenaza silenciosa acecha a cuatro especies de reptiles que habitan exclusivamente en esta región. Los eslizones, pequeños lagartos con piel de bronce y movimientos serpenteantes, enfrentan un futuro incierto. La expansión urbana, el cambio climático y la introducción de depredadores no nativos redució drásticamente sus poblaciones, llevándolos al borde de la extinción.
En un esfuerzo por revertir esta situación, el gobierno de Estados Unidos propuso incluir a estas especies bajo la protección de la Ley de Especies en Peligro de Extinción (ESA, por sus siglas en inglés). Esta decisión busca frenar las pérdidas y garantizar la supervivencia de los eslizones, que además de ser esenciales para el equilibrio ecológico de las islas, tienen características biológicas fascinantes que los hacen únicos entre los reptiles.
Especies al borde de la desaparición
Cuatro especies de eslizones fueron destacadas en esta propuesta. El eslizón de Puerto Rico, el menor de las Islas Vírgenes y el bronce de las Islas Vírgenes serían catalogados como “en peligro”, mientras que el eslizón de Culebra recibiría la categoría de “amenazado”.
Según el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, estas especies están sufriendo principalmente por la acción de depredadores introducidos, como gatos, mangostas y ratas, y por la destrucción de sus hábitats debido al desarrollo urbano y agrícola.
El hábitat crítico: un refugio necesario
Para garantizar su supervivencia, se sugerico designar más de 60.700 hectáreas como “hábitat crítico” para estas especies. En Puerto Rico, las áreas incluyen la isla de Culebra y sus cayos, así como la isla de Desecheo. En las Islas Vírgenes, los hábitats seleccionados abarcan Hans Lollik, Water Island, Buck Island y Turtledove Cay.
Esta designación tiene como objetivo preservar las condiciones físicas y biológicas necesarias para la vida y reproducción de los eslizones. Sin embargo, esta medida no otorga al gobierno acceso a tierras privadas ni impide todas las actividades humanas en estas áreas. Solo regula aquellas que puedan afectar negativamente el hábitat.
Amenazas interconectadas: depredadores y cambio climático
Los eslizones enfrentan múltiples desafíos. Los depredadores no nativos, como mangostas y gatos, reducido drásticamente sus poblaciones. Además, la urbanización destruyó o fragmentado sus hábitats.
El cambio climático sumó una nueva dimensión al problema: el aumento del nivel del mar y las marejadas ciclónicas, exacerbadas por huracanes más intensos como María, Irma y Beryl, desbastó las ya limitadas áreas donde habitan estas especies.
Un trágico historial de extinción
La lentitud en la implementación de protecciones legales también cobró un precio alto. Tres especies de eslizones del Caribe ya fueron declaradas extintas debido a la falta de medidas oportunas. Este retraso subraya la importancia de actuar con rapidez para evitar que se repita la tragedia.
Según el Centro para la Diversidad Biológica, al menos 50 especies desaparecieron mientras esperaban decisiones similares de protección.
Lecciones de restauración: un rayo de esperanza
Un ejemplo exitoso de conservación es el caso del lagarto terrestre de Sombrero en Anguila. Gracias a la eliminación de especies invasoras y esfuerzos de restauración del hábitat, su población creció un 1.500% en apenas seis años. Este logro demuestra que con medidas adecuadas, es posible revertir el declive de especies amenazadas.
El papel único de los eslizones en los ecosistemas
Además de su importancia como parte de la biodiversidad del Caribe, los eslizones destacan por sus características reproductivas únicas entre los reptiles: poseen sistemas similares al de los mamíferos, incluyendo una placenta y la capacidad de dar a luz crías vivas.
Esta peculiaridad los convierte en un objeto de estudio valioso para la ciencia y resalta la necesidad de protegerlos como un recurso biológico irreemplazable.