En diversas comunidades costeras del mundo, la presencia masiva de cruceros desató un debate acalorado. Aunque la industria se presenta como una fuente de beneficios económicos para los puertos que reciben a miles de pasajeros, los residentes locales denuncian los efectos negativos de esta actividad: desde la saturación de los espacios públicos hasta daños ambientales y una economía desigual.
Este fenómeno en crecimiento fue difundido por el medio The Washington Post, que destacó la participación de movimientos ciudadanos en lugares de Estados Unidos como Yorktown (Virginia) y Bar Harbor (Maine), que buscan limitar el impacto de estas gigantescas embarcaciones en sus comunidades y ecosistemas.
En ese sentido, el arribo de turistas provenientes de cruceros tiene efectos profundos en la dinámica de los pequeños puertos. Uno de los problemas más destacados es la presión que ejercen sobre los espacios públicos. En localidades como Bar Harbor, los residentes comparan los días de llegada de ese tipo de barcos con la saturación del Times Square, lo que genera caos en las calles.
Es por ello que Charles Sidman, propietario de una galería de arte situada en el lugar, describió cómo estas oleadas de turistas dificultan la movilidad cotidiana, y en diálogo con TW Post, señaló: “No podemos venir al pueblo durante los días de cruceros. Es insoportable”.
La contaminación ambiental es otro aspecto preocupante. Las emisiones de los cruceros afectan la calidad del aire y el agua, mientras que tecnologías como los scrubbers (que depuran el aire contaminado) trasladan los desechos a los océanos. En 2021, un informe del Consejo Internacional de Transporte Limpio indicó que incluso estos sistemas agravan el impacto ambiental.
De igual manera, la vida cotidiana de los residentes se ve profundamente alterada. En destinos como Alaska, donde los habitantes enfrentan inviernos largos y oscuros, los meses de verano son esenciales para el descanso y la conexión con su entorno. Sin embargo, la masificación turística ligada a los cruceros transformó este periodo en un tiempo de estrés. “Empezó a sentirse opresivo. Al final de la temporada, estábamos agotados”. señaló Sherry Corrington, propietaria de una empresa turística en Skagway.
Problemática en ciudades emblemáticas
El impacto de los cruceros no se limita a pequeñas localidades; ciudades históricas y turísticas de renombre mundial como Venecia y Ámsterdam debieron adoptar medidas drásticas para proteger su patrimonio y calidad de vida.
En Venecia, las autoridades prohibieron la entrada de cruceros al centro histórico, alegando que el constante tránsito de estas embarcaciones generaba erosión en los canales y comprometía la estabilidad de los edificios, además de alterar la experiencia de los residentes y visitantes.
Por su parte, Ámsterdam implementó restricciones similares, alejando los cruceros de su distrito central. Estas decisiones buscan reducir el tráfico masivo de turistas en áreas donde la infraestructura no está diseñada para soportar tal densidad de personas, preservando el carácter cultural de estos destinos.
Iniciativas para controlar el impacto
Ante los efectos adversos del turismo masivo de cruceros, diversas comunidades decidieron optar por estrategias capaces de tratar los efectos. Estas iniciativas incluyen desde regulaciones ambientales hasta restricciones en el tamaño y número de barcos que pueden arribar en sus costas. En el caso de Juneau (Alaska), las autoridades locales alcanzaron un acuerdo con la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA por sus siglas en inglés) para limitar voluntariamente el número de pasajeros en ciertos días, una medida que entrará en vigor recién en 2026.
En otras localidades, las acciones resultaron más contundentes. En Bar Harbor, los residentes votaron a favor de reducir el número máximo de pasajeros diarios a un total de 1.000 turistas, un límite drástico en comparación con las cifras previamente experimentadas. Pese a que esta decisión tuvo repercusiones económicas para algunos negocios locales, el concejal de la localidad, Gary Friedmann, destacó que estos ajustes son necesarios para abordar los problemas de saturación.
El movimiento global contra el turismo masivo también encontró apoyo en redes internacionales como el Global Cruise Activist Network. Este colectivo fundado en 2020, reúne a activistas de diversas partes del mundo para coordinar esfuerzos y compartir estrategias.
Marcie Keever, directora del programa de océanos y embarcaciones de Friends of the Earth, subrayó la importancia de estas iniciativas, señalando que los residentes “están utilizando protestas, votaciones y colaboración transfronteriza” para enfrentar a la poderosa industria de cruceros.
Estas acciones reflejan un esfuerzo creciente por parte de las comunidades para recuperar el control sobre sus espacios y garantizar un equilibrio entre el turismo y la sostenibilidad.