En 2019, en el sureste de Zimbabue, un proyecto de cultivo de gusanos surgió como una alternativa para una sequía que había arrasado con las cosechas de maíz en la región de Nyangambe. Pero la propuesta no fue recibida como un rayo de esperanza, sino con una dosis de escepticismo y escozor. Muchos agricultores, ya exhaustos por la falta de alimentos y recursos, se enfrentaban a la idea de criar insectos como fuente de nutrición.
En una reunión clave donde se presentó la propuesta, Mari Choumumba, una agricultora local, compartió lo que todos pensaban: “Estábamos alarmados”, contó a Associated Press. Y no es para menos. En un lugar donde la tradición agrícola ha dominado por generaciones, la propuesta parecía más una amenaza que una solución. “¡¿Qué?! Son moscas, las moscas traen el cólera”, llegaron a exclamar algunos, convencidos de que el riesgo de enfermedades era mucho mayor que la necesidad de adaptarse a nuevas formas de producción.
Pero, como suele suceder, lo que comenzó como una idea completamente impopular terminó desafiando las expectativas. Según los voceros de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), en la actualidad, los agricultores de Nyangambe no solo han reducido sus costos de producción en un 40%, sino que han encontrado una nueva fuente de vida en la larva de la mosca soldado negra, una especie nativa de América del Sur. Mientras que antes hasta el 80% de sus ingresos se destinaban a alimentar a las aves, ahora tienen un recurso mucho más accesible y sostenible, de acuerdo a Francis Makura, un especialista de USAID. Este proceso, que en su momento fue considerado absurdo, ha demostrado ser una de las mejores decisiones que podían haber tomado para superar la crisis.
El proceso involucra la crianza de larvas que se alimentan de desechos orgánicos en descomposición, convirtiéndose en una rica fuente de proteínas para el ganado. Robert Musundire, profesor especializado en entomología de la Universidad Tecnológica de Chinhoyi, explicó a Africanews la importancia de esta fuente proteica: “Es incluso mejor que la proteína cruda que obtenemos de la soja”. La iniciativa ha resultado ser un salvavidas económico y ambiental, dado que Zimbabue produce aproximadamente 1,6 millones de toneladas de residuos al año, de las que el 90% pueden ser reaprovechadas.
Con los cambios climáticos y la persistente sequía, la mosca soldado negra se ha convertido en una aliada frente a problemas globales. En Uganda, por ejemplo, estos gusanos fueron clave para enfrentar una crisis de fertilizantes derivada de la guerra en Ucrania. En Nigeria y Kenia, su cría ha tenido éxito comercial. Esta metodología de “sistema circular”, como describió Musundire, ofrece un ciclo de vida eficiente donde las larvas consumen residuos y dan como resultado una proteína de composición entre el 55% y 60%, ideal para el ganado.
A pesar del inicial rechazo, ahora se estima que alrededor del 50% de los agricultores en Zimbabue utilizan estas técnicas de cultivo, según estima Musundire. Este cambio se debe en parte a la educación sobre los beneficios del proyecto, como la falta de transmisión de enfermedades por parte de estas moscas, que no son como las domésticas.
Aunque algunos todavía bromean o ignoran el uso de gusanos como alimento y compost, el impacto ha sido considerablemente positivo para las agricultoras como Mari Choumumba. Gracias al proyecto, puede recolectar hasta 15 kilogramos de gusanos cada 21 días, que se transforman en 375 kilogramos de pienso para pollos. Estos alimentos innovadores combinan larvas con plantas resistentes a la sequía como el mijo, el caupí y el girasol, junto con un poco de sal.
La sostenibilidad del proyecto va más allá de la producción agrícola. Musundire, a través de una parcela educativa cerca de la universidad, recoge más de 35 toneladas métricas al mes de residuos alimentarios de diferentes fuentes, desde mercados hasta cervecerías. Estas acciones han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero, de acuerdo con la Agencia de Gestión Ambiental de Zimbabue.
Finalmente, más que una cuestión de supervivencia, para muchos este cambio ha significado una oportunidad económica, mientras que las iniciativas ambientales reducen el impacto de residuos en el país. De esta forma, el proyecto de gusanos se consolidó como una solución viable ante los retos agrícolas y ambientales de Zimbabue.