Un artista callejero brasileño creó un mural con cenizas y barro para frenar la deforestación

En una de las paredes del centro de São Paulo, se erige un mural que llama la atención por su tamaño y por el profundo mensaje que transmite. Creado por el artista brasileño Mundano, este mural es más que una pieza de arte callejero; es una denuncia visual contra la deforestación y la devastación climática que afecta a Brasil, especialmente en la Amazonía. El artista integró cenizas de los incendios forestales y barro de las inundaciones en su obra, convirtiendo estos desechos en un símbolo tangible de la destrucción que enfrentan los ecosistemas brasileños.

La imagen central del mural es la de Alessandra Korap, una reconocida líder indígena de la tribu Munduruku, quien es una figura clave en la lucha por la protección de la Amazonía. Korap sostiene un cartel con el mensaje “Stop the Destruction”, un claro llamado a detener la deforestación y a proteger los territorios ancestrales de las comunidades indígenas. Esta activista ganó el prestigioso Premio Goldman de Medioambiente en 2023, tras liderar con éxito una campaña que frenó las actividades de compañías mineras en tierras indígenas.

Mundano hizo de esta obra un mensaje explícito de protesta contra la deforestación y contra el papel de las grandes empresas agrícolas. La obra está dirigida particularmente hacia Cargill, una multinacional estadounidense de granos que fue acusada de contribuir a la expansión de la agricultura intensiva en la Amazonía, principalmente para el cultivo de soja y la cría de ganado. En el mural, Mundano incluyó temporalmente los nombres de los miembros de la familia Cargill, apuntando directamente a los dueños de la compañía, como responsables del deterioro ambiental. La compañía se comprometió a eliminar la deforestación de su cadena de suministro para 2025 en Brasil, pero el artista y los activistas cuestionan la seriedad de estas promesas, que consideran incumplidas hasta ahora.

El mural, de 48 metros de alto y 30 metros de ancho, domina la vista desde las calles cercanas y forma parte del vibrante paisaje urbano de São Paulo, una ciudad reconocida por su rica tradición en arte callejero y grafitis. Pero lo que lo hace realmente especial es el uso de materiales naturales en su creación. Mundano no se limitó a la pintura tradicional, sino que incorporó cenizas de incendios que asolaron la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal, así como barro recogido de las inundaciones que devastaron el sur de Brasil en mayo de 2024. Estas texturas y colores, creados con materiales provenientes de áreas directamente afectadas por la crisis climática, añaden una dimensión física y simbólica a la obra, fusionando la destrucción con la creación artística. Además, el artista utilizó urucum, un fruto rojo que las tribus amazónicas emplean como pintura corporal, como parte de los pigmentos, conectando aún más el arte con las tradiciones indígenas.

La pieza, financiada por la organización ambiental Stand.earth, representa una colaboración entre el arte y el activismo medioambiental. Mundano, quien se autodefine como un “artivista”, utiliza su arte para crear conciencia y para exigir responsabilidad por parte de las grandes corporaciones que, según él, promueven un modelo económico basado en la destrucción de los ecosistemas. Este mural es una herramienta de protesta visual que busca movilizar tanto a los espectadores como a los responsables de la devastación ambiental. La organización detrás del proyecto planea enviar copias del mural a los domicilios de los miembros de la familia Cargill, para que “vean con sus propios ojos las cenizas de la destrucción”, según afirmó un portavoz de la ONG.

El contexto de esta obra se inscribe en una realidad innegable: Brasil sufrió recientemente una serie de desastres naturales exacerbados por el cambio climático, que afectaron a su biodiversidad y a su población. En los últimos meses, incendios provocados por la actividad humana devastaron grandes extensiones de la Amazonía, el Pantanal y el Cerrado. Estos incendios cubrieron de humo vastas áreas del país, afectando la calidad del aire en ciudades enteras. La situación es especialmente grave debido a la peor sequía registrada en la historia reciente del país, que llevó a niveles de agua alarmantemente bajos en ríos claves como el Río Negro, cuyo caudal es esencial para las comunidades locales y la fauna.