Cuesta creer que la científica, primatóloga y conservacionista Jane Goodall tenga 90 años, cuando se pasa 300 días al año viajando por distintos países, llevando su mensaje de protección a la naturaleza.
“Me dicen que soy una inspiración. Mucha gente me lo dice. Y sigo trabajando y difundiendo esta pasión que tengo por los animales porque la gente dice que les ha dado esperanza. A su vez ellos me dan fuerza para continuar mi viaje”, aseguró Goodall en una entrevista a Infobae, en la Fundación Temaikèn, después de una intensa semana que la tuvo dando varias charlas en Buenos Aires y hasta de viaje por el Parque Nacional Iguazú, en Misiones.
Goodall camina hacia la entrevista con un ritmo que da envidia a los periodistas allí presentes, mucho más jóvenes que ella. Se la observa ágil, como cuando estaba en la selva rodeada de chimpancés. Con determinación, responde segura y consciente de la importancia de seguir difundiendo su mensaje conservacionista. Por momento aniñada, cuando se la fotografía con su mono peluche llamado Señor H, que lleva a todos lados desde hace 30 años.
Además de sus ojos llenos de sabiduría, su figura diminuta pero potente y su pelo plateado, lo primero que se le observa es un colgante con la figura del continente africano. “Mi corazón está en África desde que era una niña. Leía libros sobre el doctor Dolittle, que puede hablar con animales. Y también leí Tarzán y me fasciné con su historia. Estaba enamorada de él. Pero era un amor no correspondido. Él quería a Jane, pero a otra Jane (se ríe). África capturó mi corazón y mi imaginación. Entonces, cuando me decidí a viajar allí, mucha gente me decía que no era un lugar para una chica. Que iba a tener problemas. Que no iba a ser seguro y mil excusas más. Pero mi madre me alentó a viajar. A cumplir mi sueño. Iba por seis meses y todavía siento que no me fui”, recordó Goodall a Infobae con sus ojos llenos de lágrimas.
“El mejor consejo lo recibí de mi madre. Me dijo que si realmente quería ir debía esforzarme mucho, trabajar duro y aprovechar cada una de las oportunidades. Pero lo más importante que me dijo es que nunca me rinda. Como ya saben, tuve la oportunidad de ir a África y tuve la gran suerte de estudiar no cualquier animal, sino el chimpancé”, sostuvo Jane.
“En aquella época, cuando yo era más chica, se hablaba de que los humanos estaban separados completamente del reino animal, que estábamos por las alturas y completamente diferenciados de los animales. Pero fueron los chimpancés los que nos ayudaron a comprender que en realidad somos parte de la naturaleza y somos parte del reino animal”, completó la etóloga y primatóloga mundialmente reconocida, que desde 2009 ha visitado más de media docena de veces la Argentina y también había recibido a Infobae.
“Hoy vemos una África distinta. Cada vez hay menos hábitats naturales, la población humana está excluida y los lugares de conservación están amenazados o abandonados. Va a ser duro restaurarlos pero tengo todavía un duro trabajo para salvarlos. Hoy las personas realizan corredores que conectan parches aislados de hábitats donde la vida silvestre puede moverse nuevamente. Los animales necesitan recuperar su territorio”, precisó enfática Goodall, una de las creadoras de la Primatología moderna y Mensajera de la Paz de Naciones Unidas desde 2002.
En esa pérdida permanente de los hábitats naturales que han sufrido distintas especies, Goodall se detuvo en una de las mayores amenazas que hoy vive el ser humano y que tiene que ver con las distintas enfermedades virales como el coronavirus, la gripe aviar y ahora la viruela del mono, que han traspasado la frontera salvaje y ha llegado a las personas.
“Hemos tenido varias enfermedades de animales que contagian humanos. Hemos tenido una gran pandemia en los últimos años. Y lo peor es que esperaremos más enfermedades en los siguientes. Esto —dijo— es debido a que los animales ya no tienen el espacio y los hábitats que antes tenían. La deforestación, el avance de ciudades o de la expansión de la agricultura que ha socavado el territorio de miles de especies que de pronto se ven conviviendo con el hombre. Y así llegan también los contagios. Porque esas enfermedades que portan los animales, deben quedarse allí. En su mundo, que rara vez les produce daño”.
Infobae le muestra una fotografía a Jane de ella misma muy joven junto a un chimpancé. Y le pide que cuente lo primero que recuerda. “Si pudiera volver en el tiempo volvería a cuando tenía libertad para pasar horas, semanas y meses en el bosque africano. Fue en 1960 y yo tenía 26 años. A mi lado estaba el chimpancé David Greybeard (Barba Gris). Fue el primer chimpancé que perdió su miedo conmigo. Un mono sabio y líder de su grupo. Usaba tallos de hierba para crear herramientas y agarrar termitas bajo tierra para comer. National Geographic me permitió continuar con el estudio de estos animales. Esos fueron los mejores días de mi vida. Recuerdo que viajé a África para conocer la vida salvaje de estos animales tan cercanos a los seres humanos”, contó con añoranza.
Y agregó una lección clave para la vida de la humanidad: “Con el tiempo hemos aprendido que los chimpancés son parte de la naturaleza y cómo se da esa fuerte conexión espiritual con el mundo natural en el bosque. Todavía podemos aprender de esas cosas hoy en día. Así que no podemos ignorar el mensaje que nos da la naturaleza en forma continua. Nos rodea, nos alimenta, nos protege. Debemos devolver todo lo que nos da. Somos animales también. Las plantas airean agua o nos cuidan. Todos somos personas interconectadas, los animales son y somos también el medio ambiente. Cuando la naturaleza sufre, nosotros sufrimos y cuando la naturaleza florece, todos prosperamos”.
Dando muestras de una energía y voluntad incansables, la científica británica llegó a la Argentina en los últimos días, como parte de su gira por varios países de Latinoamérica, en una escala de su infatigable labor divulgadora en defensa de la biodiversidad y de los derechos de los animales. Al arribar al país, en primer lugar, hizo una recorrida el lunes pasado por Misiones, un territorio que nunca había visitado antes, donde brindó una charla y recorrió las pasarelas del Parque Nacional Iguazú para admirar su inmenso e impactante paisaje de selva y cataratas.
Ayer, ya en Buenos Aires, se entrevistó con el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Macri, durante el Festival Inspira, Conecta, Actúa (FICA) en el Centro de Convenciones porteño, y este viernes, visitó el Bioparque Temaikèn, en Escobar, donde se reunió con unos 700 alumnos de varias escuelas del AMBA y docentes que habitan el Delta del Paraná, al tiempo que encabezó una charla que llamó “Esperanza en Acción. Protegemos juntos la naturaleza”.
Goodall llamó la atención de los más jóvenes durante su charla, con el mensaje de usar menos la tecnología y estar más en contacto con la naturaleza y protegerla. “El otro día estaba caminando por una larga calle pavimentada, llena de personas a mi alrededor que iban y venían de distintas tiendas comerciales. Y de pronto, en el suelo veo una hermosa flor que se hizo camino entre el cemento. Me detuve a observarla cómo crecía. Y noté que nadie le prestaba atención”, recordó.
Y dejó un mensaje final para los jóvenes: “Creo en la posibilidad de un mundo donde podamos vivir en armonía con la naturaleza. Pero sólo si todos nos comprometemos a cuidarla. Todos debemos hacer nuestra parte para que cuando miremos atrás digamos: lo hicimos bien”.
Quién es Jane Goodall
Su profunda fascinación por los animales y por la investigación la acompaña desde niña. Esa pasión la llevó a observar la fauna de su entorno y a sumergirse en libros de zoología y comportamiento animal. Goodall nació en Londres, el 3 de abril de 1934.
En sus inicios no tuvo una educación científica académica formal, trabajó como secretaria hasta conseguir lo impensable en esa época para una mujer: ahorrar suficiente dinero para embarcarse rumbo a Kenia en 1957, en lo que marcaría el comienzo de una trayectoria que hizo historia.
Al poco tiempo de su llegada a África, Jane Goodall conoció al doctor Louis Leakey, un reconocido antropólogo y paleontólogo que vio en ella las cualidades esenciales para llevar a cabo un ambicioso estudio sobre los chimpancés en el Parque Nacional Gombe, ubicado en las orillas del Lago Tangánica, en Tanzania.
Así, con el apoyo incondicional de su madre, —como mencionó en su diálogo con Infobae— quien la acompañó en sus primeros pasos, Jane abrió un campamento que pronto se convirtió en el epicentro de revolucionarios descubrimientos. Fue 1960, con 26 años, que hizo ese mítico viaje a Tanzania y comenzó sus observaciones en Gombe. Allí se convirtió en el primer ser humano en observar la vida social y el uso de herramientas por parte de los chimpancés y recogió evidencias sobre cómo estos seres maravillosos experimentaban emociones complejas.
Sus hallazgos desafiaron las ideas predominantes en la época sobre el supuesto abismo que separa a los humanos de otros animales y cambiaron para siempre el estudio de los primates. Estos logros la impulsaron a obtener su doctorado en Etología por la Universidad de Cambridge, en 1966. Goodall ya era vista como una pionera de la Primatología moderna.
En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, que promueve la investigación y la educación ambiental en todo el mundo. Esa organización continúa actualmente las investigaciones de campo en Gombe y se basa en el enfoque innovador sobre la conservación de la científica, que reconoce el papel central que las personas desempeñan en el bienestar de los animales y el medio ambiente. La primera sede de esta fundación en América Latina fue establecida en 2011 en Argentina.
Por su militancia ambiental fue nombrada Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas, rol que cumple desde 2002. Ese reconocimiento le fue otorgado por su programa Roots & Shoots, una iniciativa creada en 1991 que promueve la educación ambiental y humanitaria a través de diversos proyectos en todo el mundo. Goodall busca inspirar a las nuevas generaciones a mirar de manera diferente el entorno natural y a los seres que lo habitan.
Jane Goodall visitó por primera vez el Parque Nacional Iguazú
En su primera visita a Misiones, un área de extraordinaria biodiversidad, Goodall visitó el Parque Nacional Iguazú, donde se encuentran las Cataratas, declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, en 1984. Durante su recorrido, fue nombrada Guardaparque honoraria y recibió un sombrero de los cuidadores del parque como obsequio por su labor en conservación de manos del vicepresidente de Parques Nacionales, Marcelo Forgione.
Goodall admiró y destacó la biodiversidad de la zona y advirtió sobre los peligros que enfrenta a pesar de su estatus de protección. También, junto a su equipo, grabó imágenes de las Cataratas para un proyecto audiovisual de su Fundación para difundir la tarea de conservación de la biodiversidad en las áreas protegidas de todo el planeta.
Durante su estancia en Misiones, además, brindó una charla que llamó “Razones de Esperanza” que organizaron de manera conjunta el Instituto Jane Goodall Argentina, el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio), la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) y Fundación Temaikén, con el Centro de Supervivencia de Especies de Argentina (CSS-UICN), y el Ministerio de Ecología provincial.
“Sé que este es uno de los lugares de mayor biodiversidad del mundo. Tienen tantos tipos diferentes de animales y pájaros. Sin embargo, sé que este hermoso bosque está en peligro. Aunque está protegido, el tráfico ilegal de animales y la caza furtiva amenazan su biodiversidad”, dijo, y llamó a educar a las comunidades locales sobre formas sostenibles de vivir: “Debemos encontrar maneras de ayudar a las personas a vivir sin destruir su entorno. Sin esto, no podemos salvar chimpancés, bosques ni ninguna otra cosa”.