
Proporcionar alimentos para todos, mejorar las tecnologías de las semillas para resistir mejor las sequías más frecuentes que produce el cambio climático, criar vacas que eructen y emanen menos gases para reducir el metano y no ampliar la frontera agropecuaria para evitar la deforestación, son parte del dilema que se debate en la cumbre de cambio climático en Dubai (COP28).
Según los organizadores, desde el inicio de este evento se han prometido más de 3.000 millones de dólares en financiación climática para la alimentación y la agricultura, cuyo día se celebra hoy aquí. Además, los gobiernos, las organizaciones filantrópicas y el sector privado están impulsando la financiación para combatir el metano en la agricultura, acabar con la deforestación y la innovación climáticamente inteligente.
Los alimentos representan alrededor del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, al tiempo que se ven cada vez más amenazados por el aumento de las temperaturas, el clima impredecible y los cambios en las frecuencias e intensidad de la lluvia.
En ese contexto la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO, en inglés) lanzó una hoja de ruta en la que plantea este debate: “Producir más ahora para satisfacer las necesidades inmediatas, poniendo en peligro la seguridad alimentaria y la nutrición en el futuro, o frenar la producción para reducir las emisiones. Esta disyuntiva ha llevado a la inacción y ha envalentonado a los escépticos de la acción climática.”

El director general de la FAO, Qu Dongyu, destacó que las naciones presentes en esta COP deben garantizar que el fondo para pérdidas y daños, puesto en marcha el primer día de la conferencia, llegue a las comunidades agrícolas que se ocupan en primera línea de la crisis climática.
El desafío es enorme: en las últimas tres décadas se han perdido 3,8 billones de dólares de producción agrícola y ganadera debido a desastres como inundaciones y sequías. Pero más allá de estos sucesos que acaparan titulares, se esconde un lento y peligroso empeoramiento de las condiciones de millones de agricultores en todo el mundo.
En el informe presentado ayer por la FAO se detalla que las pequeñas explotaciones producen un tercio de nuestros alimentos, pero sólo reciben una mínima parte de la financiación para el clima. Según fuentes oficiales, los pequeños agricultores del África subsahariana y el sur de Asia consiguieron 200 millones de dólares en promesas de la Fundación Gates y los Emiratos Árabes Unidos para ayudarles a adaptarse al cambio climático.
Sin embargo, las promesas deben estar acompañadas de financiamiento y acciones reales. Durante años, la financiación ha sido inferior a la que se destina a muchos otros sectores, y el desfase con respecto a las necesidades agroalimentarias es “enorme”, afirmó Barbara Buchner, Directora Gerente Mundial de la Iniciativa de Política Climática.

La cuestión de la agricultura y la ganadería es especialmente sensible para América latina. La mayoría de las economías basan sus exportaciones en estos commodities, pero las afectaciones causadas por el clima son brutales: la última sequía en la Argentina causó pérdidas que fueron equivalentes al 3% del PBI. Durante esta cumbre los países del Mercosur, especialmente Argentina y Paraguay han promocionado la bioeconomía como una de las posibles soluciones.
Sin embargo, el clima puede jugar una mala pasada. Una investigación científica publicada en agosto en la Environmental Research Letters reveló que sólo por el estrés térmico están en riesgo más de 1000 millones de cabezas de ganado.
Ese reporte descubrió que las regiones de Perú son particularmente vulnerables, con un rápido aumento en el riesgo de calor ya en 2030, mientras que el ganado en Brasil, Paraguay, Uruguay y el noreste de Argentina puede experimentar estrés por calor durante más de la mitad del año a finales de siglo.
Aire acondicionado para las vacas
“El aumento de las temperaturas y la humedad obligará a los agricultores a adaptarse, por ejemplo, proporcionando ventilación o incluso aire acondicionado para los animales o cambiando a razas adaptadas al calor. Pero, estas medidas se volverán cada vez más caras con el calentamiento futuro y no serán posibles en todos los lugares, lo que significa que la ganadería ya no podría ser viable en lugares donde actualmente es una ocupación importante, por ejemplo, Brasil, Paraguay, Uruguay y el noreste de Argentina.”, indica el reporte.

La rápida reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como el mantenimiento de la producción de ganado cerca de los niveles actuales, reduciría estos impactos en al menos un 63% en América del Sur en comparación con un futuro con altas emisiones.
Los científicos también reportan que el calor extremo daña al ganado de muchas maneras diferentes, especialmente cuando se combina con una alta humedad: reduce la fertilidad, perjudica el crecimiento de los terneros y puede provocar un aumento de las muertes. En las vacas lecheras, también reduce la producción de leche.
Las negociaciones
En la calurosa Dubai las negociaciones de los diplomáticos siguen contra reloj para poder llegar a presentar un acuerdo, por consenso, el 12 de este mes. Por el momento los avances ocurrieron en el texto sobre las políticas de adaptación al cambio climático.

“El último borrador del Objetivo Mundial de Adaptación sigue careciendo de algunos elementos cruciales, a pesar de algunas mejoras. Las comunidades vulnerables necesitan desesperadamente más financiación para aumentar su resiliencia ante los efectos de la crisis climática. También carece de objetivos globales concretos. El objetivo actual sigue siendo vago y es preocupante que ahora falte el objetivo de proteger el 30% de la tierra para 2030. La naturaleza es un aliado para limitar los impactos de la crisis climática”, Sandeep Chamling Rai, responsable de Política Global de Adaptación al Clima de la ONG WWF.
Mohamed Adow, Director de Power Shift Africa, coincidió en algunas de las observaciones: “Es estupendo que por fin tengamos objetivos de adaptación incluidos. Pero, en general, el texto es débil y no aborda suficientemente la aspiración de establecer las medidas e indicadores de adaptación necesarios y movilizar la financiación”.

El presidente de la COP, el petrolero Sultan Al Jaber, volvió a pedir celeridad y compromiso a los negociadores: “Fracasar no es una opción. Hay que mostrar flexibilidad, actuar con urgencia y encontrar puntos en común”, dijo en conferencia de prensa.
“Lo que buscamos es el bien común. Lo que buscamos es lo que es mejor para todos, en todas partes. Necesitamos encontrar consenso y puntos en común sobre los combustibles fósiles, incluido el carbón”, afirmó.
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