La tan temida meta límite de temperaturas que los científicos dicen que no debe cruzarse, finalmente fue superada. La marca térmica promedio global, el viernes pasado, fue más de dos grados Celsius más alta que los niveles preindustriales. Un hecho que se advierte por primera vez desde que se tiene registro.
Así lo confirmó el lunes 20 de noviembre, el monitor climático europeo Copernicus. Y agregó que probablemente se continuará con la racha de calentamiento sin precedentes. Además, se espera que meses de temperaturas elevadas extraordinarias hagan de 2023 el año más caluroso de la historia, con sequías, incendios forestales masivos y tormentas feroces que asolarán amplias zonas del planeta.
Concretamente, las temperaturas globales el 17 de noviembre estaban 2,07 °C por encima de la media preindustrial, según el Servicio de Cambio Climático de la Unión Europea (C3S). “Este fue el primer día en que la temperatura global estuvo más de 2 °C por encima de los niveles de 1850-1900″, dijo Samantha Burgess, subdirectora de C3S en X, antes conocido como Twitter.
Esa cifra límite fue consensuada en el Acuerdo de París de 2015 que consagró el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media mundial “muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales” y aspirar a un nivel más seguro de 1,5 °C, para evitar impactos climáticos importantes, como olas de calor, súper huracanes y derretimiento de los casquetes polares.
Igualmente, si determinados días superan los 2 °C, eso no significa que se haya superado el umbral de París; el acuerdo se refiere más bien a un promedio medido durante décadas. Los expertos en clima, que definieron el calentamiento como “el aumento del promedio global de 30 años” en relación con el promedio de 1850 a 1900.
Visto a través de la lente del progreso tecnológico y médico en curso, es fácil sentirse optimista acerca de la prosperidad futura de la humanidad. Pero si profundizamos un poco más, pronto queda claro que nuestro éxito como especie no está garantizado
Una nueva investigación dirigida por un equipo de la Universidad de Estocolmo en Suecia describe 14 “trampas evolutivas” diferentes en las que la población global podría quedar atrapada y, en última instancia, conducir a la propia desaparición como especie de la faz de la Tierra.
Según el equipo científico que elaboró este estudio, parte del problema es el progreso que ha tenido el ser humano en su desarrollo y el dominio y éxito que derivan en consecuencias peligrosas. Y aseguran que se está atravesando lo que se conoce como una policrisis, donde múltiples amenazas —desde el cambio climático hasta pandemias globales— están creando las condiciones para poner fin a la era del Antropoceno más temprano que tarde.
“Los humanos son increíblemente creativos como especie. Somos capaces de innovar y adaptarnos a muchas circunstancias y podemos cooperar a escalas sorprendentemente grandes. Pero estas capacidades resultan tener consecuencias no intencionadas “, afirmó el antropólogo Peter Søgaard Jørgensen de la Universidad de Estocolmo.
De los 14 posibles callejones sin salida evolutivos para la humanidad, 5 están etiquetados como globales:
1-Simplificación: los sistemas se vuelven demasiado especializados para adaptarse, como los monocultivos
2-Crecimiento obsesivo: una búsqueda incesante de crecimiento que daña el bienestar)
3- Exceso o un uso superior a lo que la Tierra puede proporcionar
4- División de las sociedades y generación de más conflictos internacionales
5- Contagios de enfermedades infecciosas
Otros cinco se describen como trampas tecnológicas y son:
6- Bloqueo de la infraestructura, tal como ocurre con los combustibles fósiles que su generación no facilita la transición o el crecimiento de otras formas de energía limpia
7- Contaminación química
8- Tecnología existencial de avanzada, como las armas nucleares
9- Autonomía tecnológica, que incluye a la tan novedosa y también temida por muchos Inteligencia Artificial
10- Desinformación
Los investigadores denominan a las 4 restantes trampas estructurales más vinculadas a la economía y la digitalización
11- Cortoplacismo de las cosas y la inmediatez de todo
12- El consumo excesivo que ejercen las personas y que el mundo no está preparado para un comportamiento así.
13- La desconexión con la biosfera y el errático comportamiento humano para cuidar el único planeta donde sabe que es posible la vida
14- La pérdida de capital social local, donde un mundo cada vez más digital corta la interacción social y potencialmente contribuye a una mayor división
Los expertos calculan que 12 de estos 14 problemas se encuentran en estado avanzado. Sólo la autonomía tecnológica y la pérdida de capital social local aún no se han convertido en inconvenientes preocupantes. Lo que es aún más alarmante es que estos callejones sin salida tienden a reforzarse entre sí, lo que significa que es probable que quedemos atrapados en más de uno.
“Las trampas evolutivas son un concepto muy conocido en el mundo animal. Al igual que muchos insectos se sienten atraídos por la luz, un reflejo evolutivo que puede causar su muerte en el mundo moderno, la humanidad corre el riesgo de responder a nuevos fenómenos de manera dañina”, afirma Søgaard Jørgensen.
Si bien se trata de un panorama bastante sombrío, los investigadores no se dan por vencidos todavía. Lo que se necesita ahora, dice el equipo, es una transformación activa: no sólo aceptar que debemos seguir la corriente, sino esfuerzos deliberados en la otra dirección.
“Puede que seamos miopes y destructivos como especie, pero también somos creativos, innovadores y colaborativos”, señalaron los investigadores. Eso significa que hay esperanzas de que nuestro destino aún no esté escrito.
“Una cosa muy sencilla que todo el mundo puede hacer es involucrarse más en la naturaleza y la sociedad y, al mismo tiempo, aprender sobre las consecuencias globales positivas y negativas de nuestras propias acciones locales”, afirma Jørgensen. “No hay nada mejor que exponerse a lo que necesita protección”, concluye.