En cada movilización de los jóvenes en todo el mundo que se manifiestan contra el cambio climático y contra los responsables que contaminan nuestro medio ambiente, se observa el gran poder que tienen las nuevas generaciones para poner en agenda un problema que afecta a toda la población del planeta.
Pero muchos de esos jóvenes que alzan las voces y las banderas para protestar, son los mismos que sienten ansiedad y depresión por que sienten que la generación de mayor edad ha fracasado y son ellos quienes pagarán íntegramente las consecuencias del cambio climático, a costa de su propio futuro.
Las nuevas generaciones se sienten víctimas del cambio climático, lo que evidencia actualmente en ellos una crisis de salud mental. El número de estudiantes que reportaron sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza se incrementó en un 40%, según un reciente informe de EEUU.
El doctor Christopher Lemon, de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins señaló que los fenómenos climáticos extremos pueden tener efectos similares en la salud mental a los de la pandemia de COVID.
“Lamentablemente el cambio climático va a empeorar muchas de estas situaciones de salud mental. Y eso no es solo para aquellos que tienen un diagnóstico previo respecto a ansiedad y depresión, sino también para aquellas personas que anteriormente no las tenían”, dijo el médico en diálogo con HealthDay TV.
Los efectos de la crisis ambiental, como incendios más devastadores, olas de colar, sequía y mala calidad del aire, están alimentando una “ansiedad climática” entre los jóvenes. Así lo indicó un informe de las autoridades sanitarias del estado de Oregon que fueron publicados en un reporte que destaca los sentimientos de angustia, ira y frustración entre los jóvenes ante la inacción percibida de los adultos y gobiernos.
En una conferencia de prensa organizada por la Autoridad de Salud de Oregon (OHA, por sus siglas en inglés), tres jóvenes hablaron sobre cómo el cambio climático ha afectado a su salud mental. Mira Saturen, una estudiante de secundaria, expresó el terror que sintió cuando el incendio de Almeda arrasó una zona próxima a su localidad natal, Ashland, en el suroeste de Oregon en septiembre de 2020. Las llamas destruyeron más de 2.500 viviendas.
“Fueron un par de días horribles y estresantes a medida que se iban conociendo detalles del incendio”, afirmó Saturen, del 16 años. Sus temores se vieron agravados porque el hecho de que su padre trabaja en el departamento de bomberos. “Estuvo luchando contra el fuego durante más de 36 horas, lo que me dio mucho miedo”.
El informe destaca que las comunidades marginadas tienen una mayor tendencia a sufrir los efectos adversos del cambio climático sobre la salud, y destaca que “la investigación emergente muestra cargas desproporcionadamente similares en términos de salud mental”. Maia Wiki, otra estudiante de secundaria de Ashland, hizo hincapié sobre esto. “Para mí, es importante mencionar que soy indígena”, afirmó. La madre de esta joven de 16 años es yurok, una comunidad indígena del norte de California, junto a la costa del Pacífico y el río Klamath.
“En la generación de mi madre, cuando estaba creciendo, iba a las ceremonias tradicionales y comía salmón ahumado que se pescaba de forma tradicional por nuestro pueblo en nuestro río, en el que hemos pescado desde tiempos inmemoriales. En mi vida, pocas veces he comido ese pescado, he visto ese salmón ahumado en nuestras ceremonias. Esta es una encarnación espiritual, emocional y física de cómo me estresa esto y cómo me impacta”, agregó Wiki.
El cambio climático y la pandemia del coronavirus han exacerbado una crisis de salud mental ya alarmante entre los más jóvenes. El número de estudiantes de secundaria que reportan sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza se incrementó en un 40% entre 2009 y 2019, de acuerdo con un aviso de cirujano general de diciembre.
Citando encuestas nacionales, el mismo documento señaló que la tasa de suicidio entre los jóvenes de 10 a 24 años, aumentó en un 57% entre 2007 y 2018.
La autora principal del estudio, Julie Early Sifuentes, del Programa de Clima y Salud de la OHA, explicó que espera que su trabajo “genere conversaciones en familias, escuelas y en comunidades y que sirva de base para tomar decisiones en la elaboración de políticas”.
Otro estudio británico
Una encuesta de la Universidad de Bath, en el Reino Unido mostró indicios de la ecoansiedad. De los casi 5.000 encuestados, el 19% de los estudiantes y el 25% del personal declararon estar “extremadamente preocupados” por el cambio climático, mientras que el 36% y el 33% afirmaron estar “muy preocupados”. La preocupación por el clima fue mayor en comparación con los resultados de la encuesta que habían realizado año anterior.
La encuesta fue completada por 4.764 encuestados, lo que representa el 41% del personal de la Universidad y el 14% de los estudiantes. La consulta fue encargada por el equipo de Acción por el Clima, y la metodología y los resultados fueron analizados por los investigadores Lorraine Whitmarsh, Paul Haggar y Kaloyan Mitev.
De acuerdo con Stephanie Collier, directora de educación en la división de psiquiatría geriátrica del Hospital McLean y docente de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos, “la eco-ansiedad no es una enfermedad mental. Se trata más bien de una ansiedad arraigada en la incertidumbre sobre el futuro y que nos alerta de los peligros de un clima cambiante”.
“Es normal experimentar preocupación y miedo” por las consecuencias del cambio climático, según Collier. Además, la ansiedad por el clima suele estar acompañada de sentimientos de pena, ira, culpa y vergüenza, que a su vez pueden afectar al estado de ánimo, el comportamiento y el pensamiento.
Según una encuesta de la Asociación Estadounidense de Psicología, más de dos tercios de los norteamericanos experimentan algún tipo de ansiedad climática. Según un estudio publicado por The Lancet, el 84% de los niños y jóvenes de 16 a 25 años están, al menos, moderadamente preocupados por el cambio climático, y el 59% están muy o extremadamente preocupados.
Que niños y jóvenes se sientan preocupados tiene su justificación. “Tiene sentido, ya que los niños y los adultos jóvenes sufrirán de forma desproporcionada las consecuencias de los cambios ambientales”, aclaró Collier.
Un informe de UNICEF calculó que 1.000 millones de niños correrán un “riesgo extremadamente alto” como consecuencia del cambio climático. Los niños y los adultos jóvenes también son especialmente vulnerables a los efectos del estrés crónico, y la ansiedad climática puede aumentar su riesgo de desarrollar depresión, ansiedad y trastornos por consumo de sustancias.