El mundo está sumido a una extrema ola de calor. Al lógico aumento de temperatura en el verano boreal, se sumó el dato de que gran parte de América del Sur, tuvo invierno que casi fue como un verano. Y esto no solamente afecta al cuerpo, sino también a la mente.
El mes de julio de 2023 batió todos los récords en la historia de la meteorología. Se confirmó que la temperatura media global durante julio pasado fue la más alta registrada para cualquier mes en la Tierra, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S) de la Unión Europea.
Si bien las condiciones de calor y humedad extremos pueden causar gran incomodidad física, ciertas investigaciones se han concentrado en los efectos que, además, pueden tener en nuestro bienestar mental fuertemente asociados entre las temperaturas ascendentes y varios tipos de problemas de salud mental, el aumento de los suicidios, de los delitos violentos y las agresiones, las visitas a la sala de emergencias, las hospitalizaciones por trastornos mentales y las muertes, especialmente entre las personas con esquizofrenia, demencia, psicosis y uso de sustancias.
Por cada grado Celsius (o 1,8 grados Fahrenheit) que aumenta la temperatura, los científicos han estimado que existe un aumento de casi el 5 por ciento en el riesgo de muerte entre los pacientes con psicosis, demencia o consumo de sustancias. Los investigadores informaron un aumento del 0,7 por ciento en los suicidios relacionados con el aumento de las temperaturas, y un aumento del 4 al 6 por ciento en la violencia interpersonal, incluidos los homicidios.
“En todo el espectro de la salud mental observamos que el calor extremo es dañino para el bienestar mental”, señaló Nick Obradovich, sociólogo computacional del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y coautor de un estudio cuyo objetivo fue analizar los riesgos del cambio climático para la salud mental.
Esta conexión no se limita a periodos de alzas en la temperatura pues también se observa en personas que viven en regiones con clima caliente constante (aunque, por supuesto, las tendencias en la salud mental también pueden depender de muchos factores distintos de la temperatura).
Los científicos todavía no descubren a qué se debe este fenómeno, y ni siquiera saben si el calor por sí mismo puede causar cambios en el cerebro que produzcan estos efectos. De cualquier manera, a decir de los expertos, es claro que el calor agobiante tiene alguna relación con una peor salud mental.
Lo que han revelado las investigaciones
Las pruebas parecen indicar que las “temperaturas extremas pueden influir en varios aspectos, desde tu humor cotidiano hasta la probabilidad de experimentar una crisis grave de salud mental”, aseveró Obradovich. Un estudio publicado en la revista científica JAMA Psychiatry el año pasado, examinó el historial médico de más de 2,2 millones de adultos que visitaron la sala de emergencias en 2775 condados de Estados Unidos entre 2010 y 2019.
Los autores descubrieron que hubo alrededor de un 8% más de visitas al departamento de emergencias por problemas de salud mental en los días más calurosos del verano que en los días más templados. Las visitas a la sala de emergencias por problemas como autolesiones, uso de sustancias, ansiedad, trastornos del estado de ánimo y esquizofrenia, aumentaron en la misma proporción que la temperatura. Esta tendencia es “bastante uniforme para varones y mujeres, para adultos de todas las edades y para residentes de todo Estados Unidos”, afirmó Amruta Nori-Sarma, científica especializada en salud ambiental que trabaja en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston y es coautora del estudio.
Otras investigaciones han revelado que es posible que un alza en la temperatura dispare recaídas temporales en personas con trastorno bipolar y que mayores exposiciones a la luz solar quizá eleven el riesgo de episodios maniacos. Las temperaturas altas también se han relacionado con la muerte de personas con esquizofrenia y otros padecimientos de salud mental.
El calor no solo alimenta sentimientos como la irritabilidad y la ira, sino que también parece exacerbar las enfermedades mentales, como la ansiedad, la esquizofrenia y la depresión. Los adultos mayores , los adolescentes y las personas con enfermedades mentales preexistentes son particularmente vulnerables, al igual que las personas que no cuentan con vivienda o son de nivel socioeconómico más bajo .
Anteriores datos recopilados a través de encuestas con más de 1,9 millones de estadounidenses entre 2008 y 2013 revelaron que en los días que las temperaturas superaron los 21 grados Celsius, una mayor proporción de los encuestados sentían afectados sus niveles de alegría y felicidad, además de experimentar más estrés, enojo y fatiga, que en los días que las temperaturas oscilaban entre 10 y 15 grados Celsius. Estas asociaciones eran especialmente notorias cuando las temperaturas superaban los 32 grados Celsius, destacaron los autores.
Además, un estudio histórico publicado en JAMA el año pasado analizó datos de más de dos millones de personas con seguro privado y encontró que las visitas a los departamentos de emergencias de Estados Unidos por enfermedades mentales fueron significativamente más altas durante los cinco o seis días más calurosos del verano, en comparación con los días más frescos de la misma temporada.
¿Qué le pasa al cuerpo?
“Cuando no estamos cómodos, nuestro desempeño no es el mejor”, explicó Munro Cullum, neuropsicólogo clínico del Centro Médico del Sudoeste en la Universidad de Texas, en Dallas. La incomodidad que causa el calor, así como la energía que el cuerpo gasta para mantenerse fresco, pueden producir una baja general en la resiliencia. Esto hace más difícil soportar la agitación, la irritación y el dolor, dijo.
Encima, nuestro cuerpo está acostumbrado a cierto nivel básico de estrés, comentó Martin Paulus, director científico y presidente del Laureate Institute for Brain Research en Tulsa, Oklahoma, quien colaboró con Obradovich en el estudio de 2018.
Cuando el cuerpo intenta regular su temperatura durante una ola de calor, explicó, está sujeto a mayor presión, lo que causa más estrés e inflamación. Quienes ya de por sí sufren padecimientos de salud mental pueden ser especialmente vulnerables al estrés adicional generado por el calor, que podría provocar síntomas desmesurados, señaló.
“En cuanto a lo que ocurre dentro del cerebro cuando hay episodios de calor extremo, es difícil estudiarlo”, comentó Paulus. En el laboratorio, es posible hacer experimentos para saber qué mecanismos aplican el cerebro y el resto del cuerpo para soportar unos cuantos minutos, o incluso algunas horas, de temperaturas altas, pero no es posible hacer un estudio de días, semanas o meses, y justo esas exposiciones prolongadas son las importantes para comprender los efectos que puede tener en nosotros el cambio climático a largo plazo.
Sin embargo, el hecho de que esta relación entre el calor y la salud mental sea tan constante en personas de todo el mundo sugiere que el calor le hace algo al cerebro, según aclaró Nori-Sarma. Algunos investigadores han planteado la hipótesis de que el calor quizá produzca un desequilibrio en las señales del cerebro o cierta inflamación.
Otra teoría destacada sostiene que las interrupciones en el sueño a causa del calor podrían agravar algunos síntomas de salud mental. “Las noches calurosas afectan significativamente el sueño. Y sabemos, gracias a un amplio acervo de artículos sobre psicología y psiquiatría, que la falta de sueño, las dificultades con el sueño y el insomnio, con el paso del tiempo, tienen una relación muy estrecha con peores condiciones de salud mental. Es posible que la explicación del efecto del calor en la salud mental sea una combinación de estas distintas teorías”, aseveró Obradovich.
Otros posibles elementos en juego
“Tampoco podemos olvidar la ansiedad debida al clima. Los incendios y las olas de calor, entre otros sucesos relacionados con el clima, son cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático. A medida que se agrave el calentamiento global, la ansiedad ecológica podría exacerbar otros síntomas de estrés, ansiedad y depresión, o incluso síntomas de estrés postraumático relacionados con desastres”, advirtió Paulus.
Además, algunas personas son más vulnerables al calor que otras. En el estudio de 2018, el equipo de Obradovich y Paulus descubrió que quienes tenían ingresos bajos experimentaban peores efectos en la salud mental por el calor que las personas de mayores ingresos, y las mujeres experimentaban peores efectos que los varones. Con estos datos combinados, descubrieron que el efecto del calor en la salud mental de las mujeres con ingresos bajos podía cuantificarse como el doble del sufrido por los varones de ingresos altos.
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