Remo Mazzotta, de 90 años, recibió una visita médica en su casa en Roma, Italia, y le tomaron la presión arterial. No era una visita común: el hombre estaba sintiendo el impacto de la dramática ola de calor que azotó a gran parte del hemisferio norte durante las semanas pasadas.
La ola de calor forma parte de la crisis climática que sufre la humanidad. Por el aumento de las temperaturas promedio durante las últimas décadas, se generan con más frecuencia fenómenos extremos como olas de calor, inundaciones, aludes, e incendios de vegetación.
Es “la mayor crisis sanitaria de nuestro tiempo”, según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Este grupo de expertos alertó que las muertes relacionadas con el calor se pueden triplicar para el año 2050.
El día en que Mazzotta fue atendido por el médico- la temperatura marcó los 41,8 ºC en Roma, superando el récord anterior de 40,7 grados de junio de 2022. Y en otras ciudades del mundo se registraron temperaturas que están al límite con lo que los seres humanos pueden soportar.
En China, un remoto municipio de la región noroccidental de Xinjiang batió un récord de 52,2 grados, en un país que hace solo seis meses enfrentó una ola polar. En los Estados Unidos, se registraron 53,3 grados el domingo en Furnace Creek, en el Valle de la Muerte de California, el lugar más caluroso de la Tierra. Se acercó al máximo histórico de 56,7C alcanzado en julio de 1913.
Además de la ola de calor extremo, se produjeron tormentas en el centro y el sur de Corea del Sur, que provocaron 46 muertes y cuatro desaparecidos. Un alud por las tormentas provocó la muerte de 10 personas en la India.
En Canadá, los incendios de vegetación fueron récords y obligaron a más de 120.000 personas a abandonar sus hogares. Ya se han quemado más de 10 millones de hectáreas, lo que supone un aumento del 1,100% respecto a la media de los últimos 10 años.
El mundo se está calentando a un ritmo más rápido que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Eso se debe principalmente a la quema de combustibles fósiles, como petróleo, gas y carbón.
A menos que se tomen medidas urgentes para reducir las emisiones de carbono, el calentamiento pronto superará el límite de 1,5 ° grados establecido en el acuerdo climático de París, que fue firmado en 2016, y es probable que las tendencias actuales provoquen un calentamiento de más de 3 °C para finales de siglo.
La crisis climática ya se está llevando vidas humanas, y podría impactar aún más en el futuro. Por supuesto, el problema no afecta a todos por igual.
“Los países de renta baja y media-baja y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo se enfrentan a las mayores consecuencias del cambio climático para la salud, a pesar de ser los que menos contribuyen a las emisiones mundiales históricas”, escribieron Diarmid Campbell-Lendrum, Tara Neville, Christian Schweizer y Maria Neira, del Departamento de Ambiente, Cambio Climático y Salud de la Organización Mundial de la Salud, en un artículo publicado en la revista Nature.
Estos son los 5 impactos del cambio climático en la salud humana:
1 - Más afectados por las olas de calor
Entre las consecuencias del cambio climático, se encuentran las olas de altas temperaturas que causan golpes de calor en las personas. El cuerpo pasa a tener dificultades para regular su propia temperatura, que puede alcanzar los 40° o más.
“Las olas de calor pueden tener varios efectos negativos en la salud de las personas. La exposición a altas temperaturas puede provocar enfermedades relacionadas con el calor, como el agotamiento o la insolación, que son afecciones potencialmente mortales en las que el organismo lucha por mantener una temperatura interna constante”, dijo a Infobae la doctora Cecilia Sorensen, directora del Consorcio Mundial sobre el Clima y la Educación Sanitaria en la Universidad de Columbia, Estados Unidos.
“Todo el mundo está en riesgo, pero las personas mayores, los niños pequeños y las personas con enfermedades preexistentes, como las cardiopatías, son especialmente vulnerables. La exposición al calor también puede exacerbar o empeorar enfermedades como la diabetes o las cardiopatías, entre otras. El calor es especialmente peligroso para las mujeres embarazadas y los trabajadores al aire libre”, comentó.
Las olas de calor también empeoran la calidad del aire, “lo que supone riesgos para todos nosotros y puede ser especialmente perjudicial para las personas con afecciones respiratorias comunes como el asma”, subrayó la doctora Sorensen.
Un estudio científico, que se hizo sobre datos de 43 países y se publicó en Nature Climate Change, estimó que el 37% de las muertes relacionadas con el calor son atribuibles al cambio climático inducido por las actividades humanas. El Informe Lancet Cuenta regresiva sobre Cambio climático y Salud también constató que la mortalidad relacionada con el calor de las personas mayores de 65 años aumentó casi un 70% en las dos últimas décadas.
“En la Argentina, las olas de calor ya se cuadruplicaron desde la década de 1960″, contó a Infobae la doctora Matilde Rusticucci, especialista en cambio climático, investigadora principal del Conicet y profesora titular de Ciencias de la Atmósfera de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Podrían seguir aumentando en su frecuencia en el futuro.
“Para reducir la frecuencia de las olas de calor, se debe trabajar en mitigar el cambio climático. Para disminuir los impactos de las olas, se debería trabajar en medidas de comunicación a la población, en la preparación de los sistemas de salud ante la mayor asistencia de personas afectadas y en hacer llegar las alertas a toda la población”, sostuvo.
2. Mayor propagación de enfermedades transmitidas por insectos
El aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de lluvias están influyendo en una mayor propagación de enfermedades como la malaria, el dengue, el virus del Nilo Occidental y la enfermedad de Lyme. Eso ocurre porque los mosquitos y otros insectos que las transmiten pueden ampliar las áreas donde habitan al cambiar las condiciones climáticas.
El miércoles pasado, la OMS alertó sobre el dengue en América del Sur. Durante el primer semestre de 2023, “se ha producido un aumento del número de casos a niveles superiores a la media de casos registrados en los últimos cinco años y la expansión del dengue fuera de las áreas históricas de transmisión”, resaltó la agencia sanitaria.
Los mosquitos Aedes aegypti están ampliamente distribuidos en la Región de las Américas, por lo que es probable la propagación internacional del dengue. Pronosticó que “en el segundo semestre de 2023, algunos países de la Región, especialmente en Centroamérica y el Caribe, tengan un incremento en las lluvias”. Por eso, se podría aumentar la incidencia de la enfermedad.
También un estudio de investigadores del Imperial Collegue de Londres y OMS, publicado en la revista eLife, advirtió que el cambio de temperaturas y precipitaciones podría aumentar hasta un 25% las muertes por fiebre amarilla en África de aquí a 2050.
3. La escasez de agua y alimentos puede significar malnutrición y enfermedades como cólera
El cambio climático puede afectar a la disponibilidad y calidad de los agua y alimentos. Esto puede conducir a la deshidratación y a la propagación de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, ya que el agua limpia se vuelve aún más escasa.
“Cuando las temperaturas superan los 40 grados -como ocurrió los días pasados en varias ciudades del hemisferio norte-, aumentan los riesgos para la salud individual. Pero también se deberá considerar el impacto en las infraestructuras de nuestra sociedad si esas temperaturas extremas se convierten en la nueva normalidad”, señaló Sorensen.
Las altas temperaturas constantes “pueden crear problemas en el suministro de alimentos, afectando a los cultivos y al ganado, lo que podría aumentar la frecuencia de la escasez de alimentos. Además, las carreteras y la red eléctrica podrían sufrir las consecuencias del calor extremo prolongado y del aumento del consumo de energía cuando hace mucho calor. Incluso algunos equipos médicos domésticos, como los tubos de oxígeno, podrían tener dificultades para funcionar correctamente a temperaturas tan elevadas”, explicó la experta.
Con la posibilidad de que se produzcan más fenómenos extremos como sequías, que pueden implicar escasez de alimentos y el aumento de sus precios, podrían aumentar los niveles de desnutrición en algunas personas, una situación que debilita al sistema inmunitario y aumenta el riesgo de contraer enfermedades.
Se calculó que en 2020 hubo 98 millones más de personas con el problema de la inseguridad alimentaria de moderada a grave que en el período que va desde 1981 a 2010 por el cambio climático según se publicó en la revista The Lancet.
4- Los desplazamientos y las migraciones ponen en peligro a las personas
Los fenómenos meteorológicos extremos no sólo producen emergencias humanitarias y pérdida de vidas humanas. También pueden provocar desplazamientos y migraciones, especialmente en las zonas costeras bajas y en las zonas propensas a sufrir fenómenos meteorológicos extremos.
A su vez esos desplazamientos de la población pueden aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas por las situaciones de hacinamiento y deficiencias sanitarias. Muchas poblaciones migrantes tienen poco o ningún acceso a la atención sanitaria, especialmente a la vacunación o los programas de salud materna, y se exponen a un mayor riesgo de enfermedad.
Un motivo de desplazamientos en América del Sur podrían ser las inundaciones. Un equipo de investigadores, encabezado por Edwin Castellanos, calculó que si hay un aumento de 1,5° en las temperaturas promedio del planeta, la población afectada por inundaciones en Brasil, Colombia y Argentina podría aumentar más del 100%. Los habitantes de Ecuador y Perú se verían más impactados aun. Esos datos fue incluidos en la resolución sobre cambio climático y salud que adoptaron en junio pasado los Ministros de Salud del Mercosur.
5- Se altera la salud mental
“Las olas de calor pueden tener graves repercusiones en nuestra salud mental -expresó Sorensen-. Causan estrés, alteran nuestros patrones de sueño e incluso pueden estar relacionadas con un aumento de la agresividad y los actos de violencia”. Es esencial tomar precauciones durante las olas de calor, como mantenerse fresco, beber mucha agua y buscar la sombra, para protegerse.
Los fenómenos extremos también pueden provocar trastornos mentales agudos como ansiedad, depresión y estrés postraumático. “El efecto acumulativo de la pérdida de medios de subsistencia, los desplazamientos, la alteración de la cohesión social y la incertidumbre provocada por el cambio climático también puede dar lugar a trastornos de salud mental a más largo plazo”, señaló la doctora Neira y sus colegas en el artículo mencionado de Nature.
“Ya se sabe que el cambio climático puede tener diferentes efectos en la salud humana. Por eso, hoy es importante apuntar a reducir las emisiones de gases de invernadero para hacer que las temperaturas no sigan en ascenso. También es clave que los sistemas de salud se preparen para dar respuesta a los posibles fenómenos extremos que se enfrentarán en el futuro. Además, los centros hospitalarios deben reducir sus emisiones al trabajar sobre el uso de energía y los residuos”, dijo a Infobae Marina Orman, coordinadora de Salud Ambiental del Ministerio de Salud de la Nación de la Argentina.
“Desde la sociedad civil -comentó Orman- los adolescentes y los jóvenes son los que más se interesan por la acción climática. Si bien hoy no son los más afectados por los desastres, esos sectores pueden sentir la ansiedad climática, que es parte de la salud mental. Están preocupados por cómo y dónde van a vivir en el futuro”.
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