Los fenómenos climáticos actuales están marcados por altas temperaturas, sequías e inestabilidad. El resultado se traduce en muertes por olas de calor, advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 28 de junio en un informe centrado en Europa. Con un incremento dos veces más rápido que la media mundial desde los años ochenta, el continente enfrentó las consecuencias del clima extremo: 20,000 decesos entre junio y agosto de 2022, de acuerdo con un informe de la Unión Europea y la Organización Meteorológica Mundial. Y se espera que 2023 sea “inusualmente cálido”.
Además de las vidas humanas perdidas, los cultivos de trigo y maíz han visto una disminución en las cosechas debido a las mismas razones: temperaturas elevadas y sequías en las últimas tres décadas, lo que podría poner en riesgo la seguridad alimentaria del mundo, de acuerdo con un estudio publicado en la revista CABI Reviews. Si el panorama empeora y la población mundial aumenta, sería necesario un incremento del 70% en la producción de estos alimentos primarios, según las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El clima extremo y la sequía se convierten en los principales factores de atención para los gobiernos. Aún se mantienen las preocupaciones sobre cómo afrontar estos fenómenos para asegurar una mejor calidad de vida a las nuevas generaciones y resolver el rendimiento de la producción agrícola en el mundo.
Trigo y maíz, los más afectados
África del Norte y Europa meridional son las regiones más afectadas por las condiciones de sequía. Pero el fenómeno se extiende de forma negativa hasta Argentina, donde se prevé que en 2023 los cultivos de maíz sean los más perjudicados de América Latina. Debido a la escasez de agua y la pobreza mundial, se espera que la demanda de los productos agropecuarios descienda en un 1.5% de forma anual en los próximos 30 años. Para los países en desarrollo, la disminución será del 2%, según la FAO.
Los porcentajes revelan panoramas desalentadores, pues entre 1980 y 2015 los rendimientos de trigo y maíz se redujeron en un 40% a nivel mundial. Respecto al impacto de las olas de calor en los cultivos y cosechas de trigo, se estimó que cada grado centígrado significa una pérdida del 6%, según el estudio publicado en CABI Reviews.
La incapacidad para producir alimentos derivados del trigo y otros cereales provocó un aumento en los precios sin precedentes. Desde julio de 2011 se registró un alza en los costos del trigo en un 5%, pues las reservas mundiales comenzaron a escasear. En 2021 hubo un incremento en la producción de cereales, pero resultó insuficiente ante el aumento de la población mundial, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La sequía y el calor golpean Europa
Europa sufrió un 2022 entre escasez de agua y altas temperaturas. El continente vivió el “verano más fuerte” jamás registrado. El calor en algunas regiones superó los 40ºC, lo que resultó en graves impactos en la calidad de vida de las personas y comprometió la agricultura.
Varios países europeos experimentaron condiciones extremas durante ese año. Alemania, uno de los más afectados por las emisiones de incendios forestales, enfrentó sus máximos niveles históricos en 20 años, según DW en Español. Otros, como Francia, España, Italia y los Países Bajos, también experimentaron importantes reducciones en los rendimientos de trigo y maíz debido a la sequía y el calor extremo.
Además del impacto en la agricultura, la ola de temperaturas extremas en Europa también tuvo consecuencias trágicas para la salud humana. Sólo en Francia se registraron 10,420 fallecimientos relacionados con el calor, según la Organización Meteorológica Mundial.
En cuanto a las perspectivas para 2023, la situación sigue siendo preocupante. Se espera que la sequía y el calor continúen afectando a varios países europeos, lo que plantea desafíos adicionales para la producción de alimentos y la seguridad alimentaria.
Seguir leyendo