Según un análisis realizado por investigadores de la Universidad de Quebec en Chicoutimi (Canadá), preparar una taza de café en una cafetera de filtro, en algunos casos, puede generar aproximadamente 1,5 veces más emisiones que utilizar una cafetera de cápsulas. El estudio se suma a un creciente número de investigaciones que demuestran que, suponer que el envase es lo que más perjudica al medio ambiente, suele ser erróneo.
Según los expertos, es importante considerar toda la vida útil de un producto -desde el momento en que se fabrica hasta que llega al vertedero- para averiguar qué cambios pueden tener el mayor efecto en la mejora de la sostenibilidad. En el caso de la preparación del café en casa, este último estudio demuestra que, en gran medida, se reduce este impacto al no desperdiciar agua ni café.
“Como consumidores, lo que nos queda son los residuos visibles que tenemos delante, y a menudo tienden a ser envases y plásticos”, afirmó en diálogo con The Washington Post Shelie Miller, profesora de sistemas sostenibles de la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la Universidad de Michigan, que no participó en el nuevo análisis. “Pero el impacto de los envases, en general, es mucho, mucho menor que el del propio producto”, advirtió.
Cuáles son las cuatro conclusiones que pueden ayudarnos a reducir la huella de carbono al tomar café
1. Menos café = menos emisiones
El estudio, que analizó cuatro técnicas habituales de preparación, concluyó que el café instantáneo parece producir la menor cantidad de emisiones cuando se utilizan las cantidades recomendadas de agua y café. Esto se debe, en parte, a que normalmente se utiliza una pequeña cantidad de café instantáneo por taza y a que, hervir el agua en un hervidor se suele consumir menos electricidad que en una cafetera tradicional. Además, según los investigadores del estudio, este método no produce posos (desechos) de café que haya que tirar.
El café de filtro tradicional, en cambio, es el que más huella de carbono deja, sobre todo porque se utilizan más granos molidos para producir la misma cantidad de café, escriben los investigadores. Este método, señalaron, también suele consumir más electricidad para calentar el agua y mantenerla caliente.
“A nivel del consumidor, evitar el derroche de café y agua es la forma más eficaz de reducir la huella de carbono del consumo de café”, afirmó Luciano Rodrigues Viana, estudiante de doctorado en Ciencias Ambientales en Chicoutimi y uno de los investigadores que realizaron el análisis.
2. La forma de preparar el café importa
Según Rodrigues Viana, el impacto ambiental del café depende en gran medida de cómo se prepare la bebida. Por ejemplo, en el caso del café instantáneo, si se utiliza un 20% más de café y se calienta el doble de agua, lo que ocurre a menudo, los datos sugieren que las cápsulas de café podrían ser la mejor opción.
Por su parte, las cafeteras de cápsulas suelen estar diseñadas para utilizar la cantidad ideal de café y agua, con lo que se desperdicia menos de ambos. En comparación con el café de filtro tradicional, beber aproximadamente una taza de la bebida preparada con una monodosis ahorra entre 11 y 13 gramos de café, según muestran los datos.
“A veces es realmente contraintuitivo”, indicó Andrea Hicks, experta en ingeniería medioambiental de la Universidad de Wisconsin en Madison. Hicks realizó un análisis similar comparando distintos métodos de preparación, y también descubrió que las monodosis tenían menos impacto ambiental que el método convencional de filtro de goteo y, en algunos casos, eran mejores que la prensa francesa.
“A menudo la gente asume que algo reutilizable es siempre mejor, y a veces lo es”, dijo. Y continuó: “Pero a menudo la gente no piensa realmente en el comportamiento humano”. Por ejemplo, el último análisis descubrió que los beneficios de las cápsulas pueden perderse si su comodidad anima a la gente a beber dos tazas en lugar de una.
Hay otros factores a tener en cuenta. “Cómo se genera la electricidad desempeña un papel importante”, añadió Rodrigues Viana. Una taza de café preparada con electricidad generada principalmente por combustibles fósiles produce unos 48 gramos de CO2 equivalente, según el análisis. En comparación, una taza preparada utilizando principalmente energía renovable emite aproximadamente 2 gramos de CO2 equivalente.
Y otras investigaciones han demostrado que añadir leche puede “aumentar drásticamente” la huella de carbono total por ración.
3. No nos obsesionemos con los envases
Sin duda, producir y desechar cápsulas puede tener un impacto en el planeta. Pero los estudios demuestran que la mayor parte de los efectos medioambientales del consumo de café proceden de la producción de los granos y de la energía necesaria para prepararlo.
“Independientemente del tipo de preparación del café, su producción es la fase que más GEI emite”, escribieron Rodrigues Viana y sus colegas investigadores. “Contribuye a entre el 40% y el 80% de las emisiones totales”.
Los datos muestran que el envasado representa una parte mucho menor. Estas son las cuentas de las cápsulas: fabricarlas y enviar las usadas a un vertedero genera unos 33 gramos de CO2 equivalente. Producir 11 gramos de café arábica en Brasil -la cantidad que puede ahorrarse utilizando una monodosis en lugar de preparar café filtrado- emite casi el doble de esa cantidad: unos 59 gramos de CO2 equivalente.
Pero si lo que queremos es ayudar a reducir el impacto de los envases, podemos reciclar las cápsulas usadas o cambiar a las reutilizables.
4. En resumen: seamos conscientes
“Dicho todo esto, lo primero que debemos hacer es preguntarnos es si realmente queremos esa taza de café y si vamos a bebérnosla toda”, afirmó Miller. Y añadió: “No existe necesariamente una regla empírica fácil que diga a los consumidores: ‘Ésta es la mejor opción ecológica’”.
En su lugar, la especialista recomienda centrarse en reducir los residuos y el consumo en general e intentar ser lo más eficiente posible con los recursos de que se dispone. “Se trata de ser consciente de los productos que se consumen e intentar no desperdiciarlos”, finalizó.
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