Las plantas pueden generar sus propios analgésicos al enfrentar procesos de estrés

Una investigación de la Universidad de California señaló que esto podría propiciar mayor resistencia de la vegetación frente a la presión del cambio climático. Los detalles del estudio

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Las plantas, además de los nutrientes que nos proveen para la sobrevida, no sólo de la especie humana, sino del resto de la fauna que habita el planeta, limpian el aire secuestrando dióxido de carbono (cortesía: Universidad de California)
Las plantas, además de los nutrientes que nos proveen para la sobrevida, no sólo de la especie humana, sino del resto de la fauna que habita el planeta, limpian el aire secuestrando dióxido de carbono (cortesía: Universidad de California)

La ciencia acaba de confirmar que las plantas han estado fabricando su propia aspirina durante millones de años. Este analgésico natural contra el dolor se puede encontrar tanto en árboles como en girasoles en una forma no procesada llamada ácido salicílico, se crea en respuesta a alguna situación por la cual el vegetal se encuentra sometido a situaciones de estrés.

Un grupo de la Universidad de California Riverside, EEUU, llevó a cabo un estudio para obtener más información sobre este fenómeno, con la esperanza de aplicarlo para mejorar las posibilidades de supervivencia de las plantas contra el cambio climático.

“Nos gustaría poder utilizar los conocimientos adquiridos para mejorar la resistencia a los cultivos”, explicó el coautor Jin-Zheng Wang, especialista del Instituto de Biología Integrativa del Genoma y Departamento de Botánica y Ciencias Vegetales de la Universidad de California-. Eso será crucial para el suministro de alimentos en nuestro mundo cada vez más cálido”. Los resultados de esos hallazgos se publicaron en la revista especializada Science.

Entre los análisis que llevaron a cabo, los investigadores contemplaron la funcionalidad de Ios plástidos. Se trata de centros metabólicos, de señalización y de detección bien equipados con una gama de redes bioquímicas destinadas a mantener la calidad y cantidad de la totalidad de proteínas expresadas en una célula particular bajo condiciones de medioambiente y etapa de desarrollo específicas.

Los investigadores Wilhelmina van de Ven, Katie Dehesh, Jin-Zheng Wang, quienes dirigieron la investigación sobre el estrés de las plantas (cortesía: Universidad de California)
Los investigadores Wilhelmina van de Ven, Katie Dehesh, Jin-Zheng Wang, quienes dirigieron la investigación sobre el estrés de las plantas (cortesía: Universidad de California)

Los experimentos se llevaron a cabo con la especie vegetal Arabidopsis, que estuvo expuesta a una luz intensa, cuestión que implicó para estas plantas una situación de extrema presión para su supervivencia. Este factor estresante ambiental dio lugar a la formación de especies reactivas de oxígeno (ROS), que pueden ser extremadamente dañinas, cuando se presentan en gran número, para las especies.

Sin embargo, los bajos niveles de ROS desempeñan un papel importante en el funcionamiento de las células vegetales. “A niveles no letales, los ROS son un tipo de llamado a la acción de emergencia, que permite la producción de hormonas protectoras como el ácido salicílico. Las ROS son una espada de doble filo”, aclaró Wang, al referirse al doble papel de alerta de emergencia que puede desencadenar efectos perjudiciales (incluso mortales, según detallan los especialistas en su documento), pero, al mismo tiempo, promover dosis acotadas de su propia aspirina.

El equipo descubrió que los bajos niveles de ROS desencadenaron la producción de la molécula de alarma MEcPP (que permite a todo el organismo vegetal ponerse en alerta en virtud al riesgo bajo el que se encuentra) y luego promovieron la producción de ácido salicílico. Avanzado el proceso, a estas instancias siguen otras reacciones en las células vegetales que protegen los cloroplastos de los organismos, la visión vital de la fotosíntesis.

Esta cadena de reacciones se encontró en las plantas en respuesta al calor, la luz solar incesante y la sequía. Estas conclusiones confirman la exitosa producción de las plantas y el uso de analgésicos para varios dolores y molestias, en este caso, procesos de presión o estrés, a semejanza del uso habitual de este compuesto entre humanos.

Los experimentos se llevaron a cabo con la especie vegetal Arabidopsis, que estuvo expuesta a una luz intensa, cuestión que implicó para estas plantas una situación de extrema presión (cortesía: Universidad de California)
Los experimentos se llevaron a cabo con la especie vegetal Arabidopsis, que estuvo expuesta a una luz intensa, cuestión que implicó para estas plantas una situación de extrema presión (cortesía: Universidad de California)

Debido a que el ácido salicílico ayuda a las plantas a soportar tensiones que se vuelven más frecuentes con el cambio climático, poder aumentar su capacidad para producirlo representa un paso adelante en el desafío de los impactos del cambio climático en la vida cotidiana”, afirmó la también autora principal de la investigación Katayoon Dehesh, miembro del Instituto de Biología Integrativa del Genoma y Departamento de Botánica y Ciencias Vegetales de la Universidad de California.

“Esos impactos van más allá de cuidar la producción de nuestros alimentos. Las plantas, además de los nutrientes que nos proveen para la sobrevida, no sólo de la especie humana, sino del resto de la fauna que habita nuestro planeta, limpian nuestro aire secuestrando dióxido de carbono, nos ofrecen sombra y proporcionan hábitat para numerosos animales. Hacen sustentables nuestros hábitats. Los beneficios de aumentar su supervivencia son exponenciales”, concluyó la científica.

El mismo grupo de trabajo, al momento de hacer públicas estas conclusiones, reveló que se encuentra llevando a cabo nuevas investigaciones centradas en el papel del MEcPP, una molécula producida también en otros organismos como las bacterias y los parásitos de la malaria.

Se trata del ciclodifosfato de metileritritol capaz de transformarse en un dispositivo fiable para transformar o convertir una determinada manifestación de energía de entrada en otro tipo de señales de salida, perfectas para comprender el mecanismo que permite activar los genes de respuesta general al estrés.

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