La contaminación mata a 9 millones de personas al año, según una investigación científica

En un estudio publicado en The Lancet, los expertos afirmaron que las grandes causas de la impactante cifra de fallecidos son la mala calidad del aire y la insalubridad del agua

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Una columna densa de humo
Una columna densa de humo se eleva en la ciudad Pristina, Kosovo, ( REUTERS/Ognen Teofilovski)

La polución o contaminación del aire y del agua fue responsable de nueve millones de muertes en 2019, una cantidad similar respecto a 2015, según una investigación publicada hoy por “The Lancet Planetary Health”.

El número de muertes causadas por fuentes de contaminación asociadas a la extrema pobreza, como la mala calidad del aire en espacios interiores y la insalubridad del agua, volvió a crecer en 2019, después de haberse reducido durante cuatro años, debido al incremento de la contaminación industrial. La polución es la contaminación del medio ambiente, en especial del aire o del agua, producida por los residuos procedentes de la actividad humana o de procesos industriales o biológicos.

Esta nueva investigación atribuye a la contaminación en todas sus variantes, la muerte de 9 millones de personas al año en todo el mundo. En sus datos, se da cuenta que la cifra de muertes provocadas por la polución del aire generada por automóviles, camiones e industrias aumentó un 55% desde el año 2000. Este aumento se compensa con una disminución en el número de muertes provocadas por contaminación de fuentes como estufas rudimentarias en interiores y por agua insalubre con desechos humanos y animales, por lo que el total de muertes por contaminación en 2019 es casi el mismo que en 2015.

El estudio señala que la
El estudio señala que la contaminación provoca la muerte de casi el mismo número de personas al año en todo el mundo que el consumo de cigarrillos y la exposición al humo de segunda mano, juntos (iStock)

Estados Unidos es el único país totalmente industrializado que figura entre las 10 primeras naciones por el total de muertes por contaminación, ocupando el séptimo lugar con 142.883 muertes atribuidas a la polución en 2019, entre Bangladesh y Etiopía. La investigación realizada antes de la pandemia y publicada hoy se basa en cálculos extraídos de la base de datos Global Burden of Disease y del Instituto de Sanimetría y Evaluación de Seattle. India y China están a la cabeza del mundo en muertes por contaminación, con casi 2,4 millones y casi 2,2 millones de muertes al año, pero las dos naciones tienen también las mayores poblaciones del mundo. Cuando las muertes se calculan en tasa poblacional, Estados Unidos ocupa el puesto 31, con 43,6 muertes por polución por cada 100.000 habitantes.

Chad y la República Centroafricana ocupan los primeros lugares con tasas de alrededor de 300 muertes por contaminación por cada 100.000 personas, más de la mitad de ellas causadas por agua insalubre, mientras que Brunéi, Qatar e Islandia tienen las tasas de mortalidad más bajas, que oscilan entre 15 y 23. El promedio mundial es de 117 muertes por contaminación por cada 100.000 personas.

Edificios en Bangkok, Tailandia son
Edificios en Bangkok, Tailandia son apenas visibles por la contaminación ambiental en la ciudad (REUTERS/Soe Zeya Tun)

El estudio señala que la contaminación provoca la muerte de casi el mismo número de personas al año en todo el mundo que el consumo de cigarrillos y la exposición al humo de segunda mano, juntos. “Nueve millones de muertes son muchas”, afirmó Philip Landrigan, director del Programa de Salud Pública Global y del Observatorio de la Contaminación Global del Boston College. “La mala noticia es que no está disminuyendo. Estamos ganando en lo fácil y vemos que lo más difícil, que es la contaminación del ambiente y la contaminación química, siguen subiendo. No tiene por qué ser así”, señaló.

“Son muertes que se pueden prevenir. Todas y cada una de ellas son muertes innecesarias”, dijo la doctora Lynn Goldman, decana de la Facultad de Salud Pública de la Universidad George Washington, que no participó en el estudio pero que señaló que los cálculos tenían sentido y que, en todo caso, eran tan conservadores en cuanto a lo que atribuían a la polución, que la cifra real de muertes es seguramente mayor. Y agregó: “En los certificados de estas defunciones no figura la palabra contaminación. Se enumeran enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón, otros problemas pulmonares y diabetes, males que según múltiples estudios epidemiológicos están estrechamente correlacionados con la exposición a la contaminación”.

Para unir estos datos con las muertes reales, los investigadores examinaron el número de muertes por causa, la exposición a la contaminación sopesada en función de varios factores, y luego cálculos complejos sobre la respuesta a la exposición derivados de grandes estudios epidemiológicos basados en miles de personas durante décadas de estudio. Es el mismo modo en que los científicos pueden decir que los cigarrillos causan muertes por cáncer y enfermedades cardíacas. “Ese cúmulo de información constituye la causalidad”, señaló Landrigan.

Los autos, colectivos y camiones
Los autos, colectivos y camiones a base de petróleo son grandes contaminantes ambientales.

Cinco expertos externos en salud pública y contaminación atmosférica, incluido Goldman, dijeron a The Associated Press que el estudio se apega a la principal corriente de pensamiento científico. La doctora Renee Salas, médica de urgencias y profesora de Harvard que no formó parte del estudio, dijo que “la Asociación Americana del Corazón estableció hace más de una década que la exposición a pequeñas partículas de contaminación como las generadas por la quema de combustibles fósiles es causal de enfermedades cardíacas y muerte”. “Mientras las personas se preocupan por disminuir su presión arterial y su colesterol, pocas se dan cuenta de que eliminar la contaminación del aire es una receta importante para mejorar su salud cardíaca”, precisó Salas.

Polución atmosférica

Tres cuartas partes de las muertes por contaminación global proceden de la polución atmosférica, y la parte más abrumadora de ellas es una combinación de contaminación procedente de fuentes fijas, como las termoeléctricas a carbón y las siderúrgicas, por un lado, y de fuentes móviles, como los automóviles, los camiones y los autobuses. “Y se agrava en todo el mundo a medida que los países se desarrollan y las ciudades crecen”, añadió Landrigan.

En Nueva Delhi, India, la mala calidad del aire alcanza su punto álgido en los meses de invierno, y el año pasado, la ciudad sólo tuvo dos días en los que el aire no se consideró contaminado. Fue la primera vez en cuatro años que la ciudad experimentó un día de aire limpio durante los meses de invierno. “El hecho de que la contaminación del aire siga siendo la principal causa de muerte en el sur de Asia corrobora lo que ya se sabe, pero el aumento de estas muertes significa que las emisiones tóxicas de los vehículos y de la generación de energía se están incrementando. Estos datos son un recordatorio de lo que está fallando, pero también son una oportunidad para solucionarlo”, sostuvo Anumita Roychowdhury, directora del grupo de defensa del medio ambiente en el Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente en Nueva Delhi.

Microplásticos contaminan el agua y
Microplásticos contaminan el agua y la biodiversidad en ella (Iberdrola)

Según los expertos, las muertes por contaminación se están disparando en las zonas más pobres. “Este problema empeora en las zonas del mundo donde la población es más densa y donde los recursos financieros y gubernamentales para hacer frente al problema de la polución son limitados y no alcanzan para encarar una serie de retos, como la disponibilidad de asistencia sanitaria y la dieta, además de la contaminación”, remarcó Dan Greenbaum, presidente del Instituto de Efectos sobre la Salud, en Boston.

En el año 2000, la contaminación atmosférica de la industria mataba a unos 2,9 millones de personas al año en todo el mundo. En 2015, ascendía a 4,2 millones y en 2019 a 4,5 millones, según el estudio. Si añadimos la contaminación del aire en los hogares, en su mayoría procedente de estufas antiguas poco eficientes, la contaminación del aire mató a 6,7 millones de personas en 2019, según el estudio.

La contaminación por plomo —parte de la cual se deriva del aditivo que se ha prohibido a nivel mundial en la gasolina y también de la pintura vieja, el reciclaje de baterías y otras industrias— mata a 900.000 personas al año, mientras que la contaminación del agua es responsable de 1,4 millones de muertes al año. La contaminación del ambiente laboral añade otras 870.000 muertes, según el estudio.

La contaminación en el aire
La contaminación en el aire es visible en Ciudad de México (FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM)

Según Landrigan, en Estados Unidos mueren unas 20.000 personas al año por hipertensión, cardiopatías y enfermedades renales provocadas por la contaminación con plomo, sobre todo en relación con los riesgos laborales. El plomo y el asbesto son los grandes riesgos químicos laborales de Estados Unidos, y matan a unas 65.000 personas al año por contaminación. El estudio indica que el número de muertes por contaminación del aire en Estados Unidos en 2019 fue de 60.229, muchas más que las muertes ocurridas en las carreteras estadounidenses, que en 2021 alcanzaron un máximo de 16 años, con casi 43.000.

Las formas modernas de contaminación aumentan en la mayoría de los países, especialmente en los que están en vías de desarrollo, pero se redujeron entre 2000 y 2019 en Estados Unidos, la Unión Europea y Etiopía. “Los datos de Etiopía no se pueden explicar por completo y pueden deberse a un problema de información”, dijo el coautor del estudio, Richard Fuller, fundador de la Alianza Mundial sobre Salud y Contaminación y presidente de Pure Earth, una organización sin ánimo de lucro que trabaja en programas de reducción de la contaminación en una docena de países.

Los autores del estudio formularon ocho recomendaciones para reducir las muertes por contaminación, y destacaron la necesidad de mejorar la vigilancia, los sistemas de notificación y el refuerzo de los sistemas gubernamentales de regulación de la industria y los automóviles. “Sabemos perfectamente cómo resolver cada uno de esos problemas. Lo que falta es voluntad política”, concluyó Fuller.

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