Una oleada de respuestas de mujeres que han sufrido depresión y pensamientos suicidas deja ver las marcadas diferencias entre cómo se percibe y cómo se vive el embarazo.
La entrevista de Oprah Winfrey con Meghan y Harry se ha convertido claramente en una chispa para los debates internacionales sobre el racismo y el estado de la familia real británica. Y también ha atraído la atención sobre otro tema.
Muchas mujeres encontraron dolorosamente familiar la revelación de Meghan sobre su angustia mental durante y después de su primer embarazo, cuando dijo haber tenido pensamientos de suicidio tan significativos que temía quedarse sola y que el palacio había sido una barrera para recibir la ayuda que necesitaba.
Las complicaciones del embarazo que ponen en peligro la vida, tanto mentales como físicas, son sorprendentemente comunes. Si no te ha pasado, es casi seguro que le pasó a alguien a quien quieres, aunque no lo sepas.
Twitter no tardó en llenarse de personas que compartían sus propias historias de depresión, ansiedad y pensamientos suicidas durante y después del embarazo.
“La entrevista me hizo recordar esa época tan mala de mi vida en la que me sentía como si me estuviera yendo por una coladera, cuando mis pensamientos simplemente no me dejaban ser”, dijo por mensaje directo Wendy Molyneux, madre de cuatro hijos y directora de la serie de animación Great North, quien experimentó una debilitante ansiedad posparto después de tener a su cuarto hijo.
Pragya Agarwal, científica de datos y autora de un libro que está por salir sobre la historia y la ciencia de la maternidad, dijo en una entrevista que después de que sus gemelos nacieron prematuramente, “solo quería desaparecer”.
“Estuve muy cerca de querer simplemente irme, básicamente, de no estar aquí, y no vivir”, dijo. “Lloraba y me sentaba en mi auto en el estacionamiento del supermercado”.
Se espera que los miembros de la familia real sean un tipo de celebridad muy particular, una especie de encarnación humana de una encantadora respetabilidad. Ahora, en su vida después del palacio, Meghan se ha convertido en un avatar de la desconexión entre la realidad y las expectativas sociales sobre el embarazo, y esa percepción colectiva errónea, dicen los expertos, se suma al peligro.
La mayoría de las estadísticas sugieren que entre el 15 y el 25 por ciento de las mujeres experimentan depresión durante o después de un embarazo, pero es probable que ese rango sea un cálculo demasiado bajo.
“Debido al estigma que rodea a la revelación de un estado de ánimo negativo en este momento, así como a lo difícil que resulta para las personas ser tomadas en serio, es probable que esta cifra sea mucho mayor”, dijo por correo electrónico Emma Svanberg, psicóloga clínica especializada en la salud mental del periparto, el periodo anterior y posterior al parto.
En un sondeo realizado en 2017 a 1000 mujeres británicas, casi el 50 por ciento de las encuestadas dijo haber experimentado un problema mental o emocional, pero la mitad de ellas no había sido identificada por un profesional de la salud.
Meghan no dijo si le habían diagnosticado depresión periparto o alguna otra condición. Pero los expertos defienden cada vez más que se amplíe la atención especializada a las mujeres que experimentan una angustia grave durante o después del embarazo, aunque no encajen en un diagnóstico específico.
“Algunos investigadores han sugerido que, en lugar de fijarnos en categorías de diagnóstico concretas, nos refiramos a la ‘angustia perinatal’ para abarcar la complejidad de las dificultades que se experimentan en este momento”, dijo Svanberg.
Lo que está en juego, después de todo, es muchísimo. Las embarazadas corren el riesgo de sufrir derrames cerebrales, hemorragias, infecciones y otras complicaciones que pueden ser mortales para la madre y el bebé. Pero la angustia mental es uno de los riesgos más graves de todos. En los países desarrollados, el suicidio “es una de las principales causas de muerte en el periodo perinatal (la principal causa de muerte en 2003)”, escribió Svanberg.
Los debates sobre el embarazo y la salud mental suelen centrarse en el efecto de las hormonas del embarazo sobre el estado de ánimo. Pero aunque éste es un factor, hay pruebas sustanciales de que otros factores de estrés también influyen, hasta el punto de que aproximadamente el diez por ciento de los padres también sufren depresión posparto.
“Meghan era una mujer embarazada que vivía en un país desconocido y aislada de su apoyo familiar y social, con enormes y nuevas presiones sobre ella en su papel, además de las presiones que sienten todas las mujeres en el período perinatal”, dijo Svanberg. “No puedo ni imaginarme pasar por esto con críticas, hostilidad y juicios. ¿Cómo no va a haber consecuencias emocionales?”.
Meghan también habló de la intolerancia a la que se enfrentó por su herencia mestiza, que puede haber agravado su riesgo. “Los estudios muestran que las mujeres que experimentan el racismo estructural tienen un riesgo aún mayor de sufrir depresión y ansiedad posparto”, dijo Payal K. Shah, abogada de derechos humanos y becaria de Derecho de la Salud Reproductiva y Sexual de la Facultad de Derecho de la Universidad de Toronto.
“Las personas de color tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud mental y menos de recibir la ayuda adecuada”, dijo Svanberg. Las tasas de mortalidad materna de las mujeres negras en Gran Bretaña son cuatro veces mayores que las de las mujeres blancas, y los estudios han demostrado que los trabajadores médicos tienden a subestimar el dolor de las mujeres negras durante el parto, lo que puede privarlas de la medicación y la atención que necesitan.
La imagen popular del embarazo como algo feliz y sencillo, que solo se ve afectado por problemas simpáticos como querer poner pepinillos en el helado, o breves como un parto natural doloroso, puede significar que quienes tienen embarazos más difíciles pueden enfrentarse a la estigmatización y el rechazo si piden ayuda.
“En la raíz de las barreras a la atención de la salud mental materna están los estereotipos de género que promueven la idea de que las mujeres deben ser ‘madres abnegadas’, que deben priorizar las supuestas necesidades de sus familias e hijos incluso por encima de su propia supervivencia y bienestar”, dijo Shah, que ha trabajado en cuestiones de derechos reproductivos y de maternidad en todo el mundo. “Estos estereotipos conducen a la estigmatización de la atención de la salud de las mujeres embarazadas o de las madres que experimentan depresión o ansiedad, en lugar de solo alegría y satisfacción”.
“También hay una asignación de culpa, que debe haber algo malo en lo que estamos haciendo si no nos sentimos al cien por ciento”, dijo Agarwal. “También se hace sentir a las mujeres culpables por ser frágiles, demasiado emocionales y nerviosas”.
Aunque algunos medios de comunicación británicos han criticado a Meghan por atribuirse el papel de víctima a pesar de su riqueza y sus privilegios, muchas de quienes tienen una experiencia más directa vieron su historia como una señal de que estos problemas pueden ocurrirle a cualquiera, sin importar las circunstancias.
Molyneux dijo que se sintió conmovida al escuchar a Meghan hablar con tanta franqueza durante la entrevista. “Sentí una gran oleada de alivio al ver que esta persona increíblemente realizada admitía que había tenido problemas de salud mental”, dijo.
“Para las personas menos privilegiadas que yo, las mujeres con trabajos en los que es menos seguro admitir que tienes problemas, y poder ellas señalar a esta persona que tiene riqueza y privilegios —una duquesa, literalmente— y decir: ‘esto no es mi culpa, le puede pasar a cualquiera, y necesito ayuda’”.
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