Lo que al comienzo de la pandemia pasó con el papel higiénico parece estar ocurriendo ahora con la carne favorita de los estadounidenses: el pollo.
Los supermercados y las cadenas de restaurantes que lo tienen como su principal ingrediente comenzaon inicialmente reportando escasez de alitas de pollo, pero ahora se ha extendido al ave en general.
El déficit en la industria avícola está siendo reportado por la prensa especializada y comienza a notarlo el público en general. Las cadenas de comidas rápidas se han quedado sin algunos de sus sándwiches más populares, entre ellos el de pollo frito, un plato típico del sur del país que se ganó el paladar de los 50 estados.
La pasión por el pollo frito entre panes no está estrictamente relacionada a la pandemia, pero el encierro por el COVID-19 parece haber masificado el gusto por esta comida. En 2019, la cadena Kentucky Fried Chicken (KFC) sacó un nuevo sándwich de pollo frito que se convirtió en viral en las redes sociales y llevó a las personas a hacer colas para conseguirlo al punto de que se agotó en dos semanas.
Con la llegada de la pandemia y el posterior confinamiento, KFC así como otras cadenas, tales como Popeye’s o Chick-fil-A, han reportado números record de entregas a domicilio de sus platos a base de pollo. Inclusive McDonalds, famosa por sus hamburguesas de carne, ha reportado un alza en las ventas de sus sándwich con pollo.
Pero no es solamente el incremento del consumo de los estadounidenses lo que ha llevado a una escasez de esta carne. La pandemia ha afectado a esta industria tanto como a otras. Según el Food and Environment Reporting Network, 60 mil empleados de la industria avícola contrajeron COVID 19 en los últimos meses y 291 fallecieron como consecuencia del virus.
Las condiciones de trabajo en las plantas procesadoras de pollo no suele asegurar la distancia social, con lo cual muchas tuvieron que readaptarse disminuyendo su número de trabajadores para poder asegurar un espacio de al menos dos metros entre cada uno. Esto retrasa la producción.
La industria avícola es particularmente poderosa en los Estados Unidos, y fue una de las primeras en ser declarada esencial. Según el Washington Post, la administración Trump otorgó en un principio la autorización a 15 plantas procesadoras de pollo de ampliar su producción al comienzo de la pandemia para satisfacer la demanda. Esto conllevó a que no se respetaran las reglas de cuidado de COVID y aumentaron los contagios. Desde entonces se disminuyó el número de trabajadores en las plantas.
Para completar la tormenta perfecta, el sur del país, la región de mayor producción avícola, se vió afectado por temperaturas gélidas a finales del invierno, dañando la cadena de producción y distribución. Las inusuales nevadas en Texas complicaron severamente a esta industria, y hoy se ven las consecuencias.
Conseguir un sándwich de pollo frito en este momento en Estados Unidos puede ser complicado, pero si el papel higiénico catorce meses atrás enseñó algo es que no hay que desesperarse. Esta escasez es momentánea.
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