En la actualidad, las familias en Estados Unidos pasan más tiempo en la cocina, que como lo hacían en la década de los sesenta. Aunque se podría predecir que es por el crecimiento de la industria de comida rápida, un estudio de la Universidad de Oxford reveló que los verdaderos culpables son los trabajos mal pagados y sin horarios fijos.
Sarah Bowen, Joslyn Brenton, and Sinikka Elliott, estudiaron durante cinco años a 150 familias norteamericanas para conocer la manera en la que preparaban y consumían sus alimentos. Durante 250 horas los acompañaron a comprar la comida y a la hora de la cena.
Contrario a lo que se habían imaginado, los padres y madres que participaban en su estudio se preocupaban por tener una alimentación sana, con la menor cantidad de alimentos procesados posibles. Sin embargo, carecían del tiempo para hacerlo.
En el 2015 un estudio reveló que por lo menos el 17% de los ciudadanos de Estados Unidos tenían trabajos irregulares, y de ellos la mayoría eran de bajos ingresos.
Los autores del estudio señalan que aunque existen formas de reducir el tiempo de cocinado, como pedir comida saludable ya preparada, utilizar verduras cocidas o cortadas, y recurrir a electrodomésticos que facilitan la cocción, la verdad es que estas soluciones no están al alcance económico de todos los estadounidenses.
En la publicación The Conversation, los investigadores ejemplificaron sus hallazgos con los casos de dos familias que intentaban cocinar mejor, pero sin éxito.
La primer pareja de padres presentada trabajaba en una cadena de comida rápida. Ambos aceptaron el empleo porque necesitaban dinero para arreglar su automóvil y pagar unas deudas. Pero que laboraran en diferentes sucursales al mismo tiempo, les trajo otros problemas.
Ashley, la madre, intentó distintos métodos para dar de comer a sus hijos de manera saludable sin aumentar sus gastos, como recortar y recolectar todos los cupones que encontró para usar en las compras del supermercado. Pero sus estrategias fallaron. No tenía tiempo ni para salir a comprar comida.
Solicitó en su empleo que le dieran horario fijo, así podría organizar su tiempo restante para hacer las labores del hogar. Sin embargo, a pesar de haber llegado a un acuerdo con sus jefes, éstos siempre le solicitaban que llegara más temprano o se fuera más tarde, por los movimientos que había con la plantilla de trabajadores.
En el segundo caso, una mujer intentaba dividir su tiempo entre el trabajo, la comida, y pasar tiempo con sus hijos ayudándoles en las labores escolares, por ejemplo.
Para lograrlo, al inicio cocinaba los platillos de toda la semana los sábados y domingos. Este plan funcionó por un tiempo, pero pronto, entre los compromisos escolares de sus hijos y su inestabilidad de horario en el trabajo, dejó de ser útil.
Este tipo de situaciones orilla a las familias a que busquen maneras más fáciles y económicas de alimentarse, dijeron los expertos. Lo que perjudica la salud y alimentación balanceada de los niños y adultos estadounidenses.
Por lo que, como conclusión, señalaron que la culpa de estos problemas no son los padres, sino los trabajos con malas condiciones que no permiten a las familias tener tiempo de escoger y preparar sus alimentos.